«Les permito todo. Pueden decir lo que quieran, porque es imposible entender el dolor de una mamá que perdió un hijo». La «experiencia terrible» de las Madres de Plaza de Mayo en el más reciente libro del Papa. Se titula Ave María y sale a la venta esta semana en Italia.
En noviembre se publicará en España y, después, en América Latina. Allí, Francisco repasa (frase por frase) la oración dedicada a la Virgen. El sacerdote que lo entrevistó reveló detalles de por qué introdujo el tema de la última dictadura militar en el diálogo y contó del dolor de Bergoglio al hablar del rol de la Iglesia en ese pasaje de la historia argentina.
«El Santo Padre nos relata el misterio de María con las palabras de la oración más amada» es el subtítulo del texto, presentado este lunes 9 de octubre en el Vaticano. Es producto de las conversaciones del pontífice con Marco Pozza, capellán de la cárcel italiana de Padua.
Fue él quien sacó a colación a las Madres, impactado por la historia Vera Vigevani de Jarach, la escritora ítalo-argentina que se refugió en 1939 en Buenos Aires para huir de las leyes raciales de Benito Musolini y quien, años después, perdió a su hija Franca durante el gobierno militar.
Por eso, el tema aparece en las páginas 31 y 32 del libro. En él, Pozza recuerda el origen argentino del Papa. Afirma que «las llamadas de Dios» sirven para liberar a las personas, incluso del miedo, mientras las dictaduras buscan hacerlas esclavas. Fue entonces que cuestionó: «Un día me encontré con una madre, una de las Madres de Plaza de Mayo, y me habló de su hija lanzada al vacío desde un avión durante los vuelos de la muerte. ¿Cómo hace para tener el valor de decirle a una madre, a la que se le ha anunciado la muerte de su hijo, ‘el señor está contigo'».
El sacerdote se refería al segundo verso del Ave María. Francisco contestó directo. No quiso filosofar y prefirió contar cómo actuó él con algunas de esas mujeres. «A una madre que ha sufrido lo que han sufrido las Madres de Plaza de Mayo, yo le permito todo. Pueden decir lo que quieran, porque es imposible entender el dolor de una madre. Alguien me ha dicho: «Querría por lo menos ver el cuerpo, los huesos de mi hija, saber donde está enterrada. Es una experiencia terrible la de una mujer a la que le han arrancado un hijo», explicó.
“Es imposible entender el dolor de una madre”, afirmó el Papa Francisco sobre su opinión a las Madres de Plaza de Mayo.
Y entonces, siguió: «Existe una memoria que yo llamo ‘memoria materna’, algo físico, una memoria de carne y hueso. Esta memoria, puede incluso explicar la angustia. Muchas veces dicen: ‘¿Dónde estaba la Iglesia en ese momento, por qué no nos ha defendido?’. Yo me callo y las acompaño. La desesperación de las Madres de Plaza de Mayo es terrible. No podemos hacer otra cosa que acompañarlas y respetar su dolor, tomarlas de la mano, pero es difícil».
Destacan dos aspectos en la respuesta de Bergoglio: el trato de cercanía incondicional a las Madres, y su respuesta silenciosa al reclamo por la actitud de la Iglesia en esos tiempos violentos de Argentina. Las palabras del Papa resultan significativas, y podrían explicar la relación que él mantiene con Hebe de Bonafini, titular de Madres de Plaza de Mayo. Mujer polémica, odiada y amada por sus desplantes públicos y su militancia política.
En enero de 2008, ella y otras integrantes de esa organización tomaron la Catedral de Buenos Aires durante una protesta. En esos días, la prensa argentina informó que las manifestantes habían hecho sus necesidades en el altar. Pero aquello nunca fue cierto, Francisco se encargaría de aclararlo a diversas personas en privado mucho tiempo después. De hecho, cuando el entonces arzobispo supo de la toma mandó al rector del templo, Alejandro Russo, a abrir los baños.
Aquel gesto no impidió a Bonafini llenar públicamente de insultos al cardenal, a quien aplicó adjetivos como el de «fascista» y otros tantos . Luego se arrepentiría, y le pediría personalmente perdón en mayo de 2016, cuando el líder católico la recibió en su casa, la residencia Santa Marta del Vaticano. «Me equivoqué», reconoció ella. «Déjelo así…», replicó él.
En medio de la locura por la presentación del libro en Roma, Marco Pozza reveló a Infobae qué lo llevó a incluir a las Madres de Plaza de Mayo en su entrevista. Parte del contenido del mismo corresponde a varias conversaciones con el Papa, grabadas para un programa transmitido por el canal de televisión de la Iglesia italiana (TV2000) bajo el mismo título: «Ave María». El segundo capítulo, el sacerdote lo dedicó a «la valentía» y el «no tener miedo».
«Cómo me acordé que cuando había sido elegido el Papa Francisco, una de las críticas que le lanzaron era justamente la de haber guardado silencio sobre los vuelos de la muerte durante la dictadura, al preparar la entrevista quise preguntarle directamente cómo se podía decir a una madre, como las de Plaza de Mayo, ‘¡Ánimo! El señor está contigo’. Pero tenía un poco de escrúpulo porque es un tema delicado», indicó.
«Entonces, mientras preparábamos todo, le dije: ‘Quiero contar la historia de esta madre (Vera Vigevani) y preguntarle algo sobre esto, pero se que el tema es delicado’. Él me replicó: ‘sobre el dolor no se puede callar, tenés que hacerme esa pregunta’. Habló de algo que, se le notó en la mirada, lo había hecho sufrir. Sobre todo las acusaciones contra la Iglesia de haber guardado silencio en este drama. ¿Su respuesta cuál fue? Ante las acusaciones, mejor estar callado y acompañar», abundó.
Pozza aclaró que el libro «nada tiene que ver con la política» y precisó que los temas incluidos en él fueron seleccionados aleatoriamente. Insistió que su idea era encontrar un punto para la reflexión sobre las mujeres con una maternidad sufrida. Madres que ni siquiera tienen los cuerpos de un hijo o una hija para llorar. «En la entrevista pude ver una mirada de dolor, es un capítulo de su historia como hombre, antes que como obispo, que lo conmovió de manera dramática», continuó.
Pero «permitir todo» no debería confundirse con «avalar todo». En otro pasaje distinto del mismo escrito, Francisco se refirió en términos durísimos a la corrupción, que calificó de práctica demoníaca. Advirtió que «María no puede ser la mamá de los corruptos, porque los corruptos venden a la madre, venden la pertenencia a una familia, a un pueblo».
Ellos, agregó, buscan sólo la propia ganancia, sea económica, intelectual, política o de cualquier tipo. «Hacen una elección egoísta, satánica diría: cierran con llave la puerta desde adentro. Y María no logra entrar. Por esto, la única oración para los corruptos es que un terremoto los conmueva tanto como para convencerlos que el mundo no empezó y no va a terminar con ellos». No obstante, aclaró que la Virgen es «madre de todos los pecadores, del más al menos santo». Incluso se autoproclamó pecador: «Es la realidad. Si diría de mí que no soy un pecador, sería el corrupto más grande», estableció.
Según Marco Pozza, el objetivo del libro es tomar la imagen de María, llevarla fuera de los altares donde los fieles la han colocado y hacerla «sentarse en medio de la calle» para ayudar a la gente a entender que sí, la Virgen «es una criatura gigantesca», pero a final de cuentas es una criatura. Si ella pudo cumplir su misión, continuó, entonces también todas las personas son capaces de cumplir las suyas.
Por eso, dijo, quedó especialmente impactado cuando el Papa habló de la Virgen como «una chica normal», algo que ha despertado críticas en varios foros católicos. Al respecto, resumió: «María es la normalidad. Nada de extraordinario sino, más bien, las cosas de todos los días hechas con amor. Es la imagen de la santidad. De la mamá que lava la ropa, el maestro que va a enseñar. Una mujer que está a la mano, como si viviese en mi mismo edificio, en la puerta de al lado».
Por Andrés Beltramo (especial para Infobae)