Donald Trump apuesta fuerte en la campaña ante una elección crucial para su gobierno

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El paisaje en centros comunitarios, iglesias y lugares públicos de Estados Unidos estuvo estos días alterado porque se veían largas filas de ciudadanos ansiosos o previsores que buscaban emitir su voto anticipado para las cruciales elecciones legislativas de este martes. Es que aquí se percibe a estos comicios como algo más que un simple compromiso electoral: la votación es clave para el futuro de los Estados Unidos porque podría alterar no solo el equilibrio de poder en el Congreso, sino también allanar o dificultar el polémico camino que ha elegido transitar el presidente Donald Trump.

En las elecciones legislativas del martes se renueva el total de las 435 bancas de la cámara de Representantes y 35 senadores de los 100 de la cámara alta. Además, se eligen gobernadores en 36 Estados y hay votaciones de autoridades locales. Pero más allá de las formalidades de los cargos, estas elecciones se han convertido en un referéndum para el presidente y su controvertido estilo de gobierno. Los estadounidenses no solo juzgarán la marcha de la economía –la fortaleza principal del jefe de la Casa Blanca- sino también estará bajo la lupa el destino, qué país quieren los estadounidenses, si están conformes o no con los Estados Unidos que propone Trump.

De viaje. Donald Trump, en camino al avión presidencial para iniciar una gira de campaña (AP).

De viaje. Donald Trump, en camino al avión presidencial para iniciar una gira de campaña (AP).

Se vota en medio de un clima divisivo inédito, con un presidente que insulta a sus rivales, acusa a la prensa y a la oposición de todos los males pero que también es aplaudido en el interior por ser un hombre “que habla de frente” y que trae bienestar a los bolsillos. Se vota en medio de una fuerte tensión por el auge del supremacismo blanco –que nunca ha sido condenado definitivamente por el presidente- tras la matanza en una sinagoga de Pittsburgh perpetrada por un antisemita y tras el envío de más de una docena de paquetes bombas a figuras opositoras por un ferviente militante proTrump.

Se vota en medio de un fuerte desprecio presidencial y de los candidatos republicanos contra los inmigrantes ilegales, representados como “invasores” a los que hay que combatir con el ejército en la frontera porque amenazan el trabajo y la identidad estadounidense blanca y protestante, como la mayoría de los simpatizantes de Trump. “Trump está dirigiéndonos a una dirección cada vez más racista, nativista y xenofóbica y tenemos que enfrentar esta ola de sentimiento anti-inmigrante. Para los demócratas, el desafío es controlar el Congreso para finalmente poner un freno a las políticas públicas del presidente”, señala aClarín el sociólogo Douglas Massey, profesor de Princeton y experto en temas de Gobierno.

Los republicanos de Trump tienen hoy una cómoda mayoría en la Cámara de Representantes, con 235 bancas. En el Senado cuentan con 51 senadores, apenas más de la mitad. Según las últimas encuestas, podría suceder que los demócratas retomaran el control de la Cámara de Representantes. Si la oposición logra la mayoría, Trump tendría dificultades para aprobar determinadas leyes, como reformas impositivas, de salud o migración. En el Senado los sondeos les dan pocas posibilidades a los demócratas de recuperar la mayoría.

Apoyo. Una fila para subir al bus que conduce a un acto político del presidente Trump en Pensacola, Florida (AFP).

Apoyo. Una fila para subir al bus que conduce a un acto político del presidente Trump en Pensacola, Florida (AFP).

Si los demócratas se quedan con el control de la Cámara de Representantes, entonces podrían activarse diversas investigaciones sobre Trump que hasta ahora están dormidas como las vinculadas al “Rusiagate”. Los resultados de estas pesquisas podrían sentar las bases un “impeachment”, que puede ser iniciado con una mayoría simple en la cámara baja, aunque probablemente no prosperaría porque la cámara juzgadora, el Senado, necesita dos tercios de los votos para destituir al presidente.

No es extraño que el partido que está en el gobierno pierda en las elecciones de medio término. De hecho, lo sufrió el propio Barack Obama hace cuatro años, cuando los republicanos se adueñaron de ambas cámaras. Pero Trump lucha desesperadamente para evitar perder el control y él mismo ha instalado que estos comicios son fundamentales para sus políticas. “No estoy en la boleta, pero sí lo estoy porque éste también es un referéndum sobre mí”, repite. Por eso se ha puesto la campaña al hombro y estos últimos días hace agotadoras giras por estados clave.

Trump es sin dudas divisivo, pero cuenta con un índice de aprobación que, aunque es un poco menor al de los últimos cuatro presidentes a esta altura del mandato, no es despreciable: un 42,4 %, según encuestas recopiladas por FiveThirtyEight. Tiene, además, el plus de un crecimiento de la economía al 3%, empleo récord, aumento de consumo y salarios también récord. Los demócratas, además, no han encontrado aún un mensaje claro que los una, salvo las críticas contra el presidente. Lo cierto es que la sociedad está movilizada y ya se advierte en la fuerte asistencia a la votación anticipada. Los más fervorosos son las mujeres (que han presentado miles de candidaturas) y los jóvenes, dos sectores que podrían inclinar la balanza hacia los demócratas. Pero puede haber sorpresas desde la América Profunda que aún ama a este inédito presidente. El martes se sabrá si los estadounidenses avalan o ponen un freno a los Estados Unidos que propone Trump.

Paula Lugones/Clarín

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