No todo es superclásico, ni Madrid, ni Copa Libertadores.También está la Copa Argentina, que se definía entre dos equipos que necesitan un título como el agua. Y el que se sacó la espina fue Rosario Central, que después de empatar 1-1 con Gimnasia en el tiempo reglamentario le ganó 4-1 en los penales y se sacó la mufa de las tres finales en este torneo con derrota.
Para el Lobo y el Canalla era la final del mundo. Los platenses nunca ganaron un título oficial en el profesionalismo (sólo la Copa Centenario en 1993, que fue un torneo no regular) y los rosarinos no se consagraban desde la Copa Conmebol 1995. La gran mayoría de los hinchas que colmaron el Malvinas Argentinas de Mendoza nunca vieron a su equipo festejar.
Central se había puesto en ventaja a los 19 minutos del primer tiempo, con un gol de Fernando Zampedri, pero a los seis del complemento igualó Lorenzo Faravelli. El desarrollo del juego fue favorable para el Tripero, prácticamente de principio a fin, pero así son los equipos de Edgardo Bauza. Esperan agazapados y las pocas que generan, intentan no fallarlas.
En los penales, Santiago Silva la tiró a las nubes en el primer tiro de Gimnasia y Jeremías Ledesma le tapó a Manuel Guanini el segundo, para que el Canalla festeje 4-1 y se desahogue después de varios años de frustraciones en este torneo.
Rosario Central, ahora con el Patón Bauza como entrenador, eliminó a Juventud Antoniana de Salta, a Talleres de Córdoba, a Almagro, a Newell’s y a Temperley. Y tras el festejo ante Gimnasia se consagró en un torneo que además de la alegría de la vuelta olímpica le da el boleto a la Copa Libertadores 2019, más la chance de disputar la Supercopa Argentina ante Boca y un premio de casi cinco millones de pesos.
Para Gimnasia era la primera final de la Copa Argentina, en cambio para Central se trataba de una cuarta posibilidad: perdió tres finales en las últimas ediciones, con Huracán en 2014, con Boca en 2015 y con River en 2016.