Elisa Carrió y Mauricio Macri no hablan hace casi dos meses, pero en las últimas semanas hubo intentos por acercar posiciones. Un estrecho colaborador presidencial que mantiene contactos con la diputada sondeó si había ánimos para organizar una cena en Olivos. Tanto Carrió como el mandatario contestaron con pulgar arriba, según supo este medio desde ambos entornos, pero la comida quedó trunca «por cuestiones de agenda».
El Presidente viajará este sábado a Villa La Angostura en el inicio de sus vacaciones, unos días antes de lo que lo hacía habitualmente, sin verse con la líder de la Coalición Cívica, que tiene previsto pasar casi todo enero en Buenos Aires e incluso les manifestó a sus colaboradores el deseo de hacer algunas apariciones mediáticas.
Desde que pidió la cabeza del ministro Germán Garavano, en los primeros días de octubre,la relación entre la diputada y Macri se tensó como nunca. Desde ese cortocircuito, «Lilita» dedicó estos últimos meses, y en especial estas semanas, a administrar poder.
Hace poco más de quince días, el ministro Guillermo Dietrich la visitó en la casa que alquila en Exaltación de la Cruz. Hablaron durante horas, en particular de proyectos vinculados al área de Transporte. Antes había recibido a José Torello, jefe de Asesores de la Presidencia, con quien intercambió reproches.
En la intimidad, la diputada analiza su retiro político: sus colaboradores juntaron papeles de su eventual jubilación. En su entorno juran que el próximo año no será candidata, pero que, de todos modos, hará campaña por Cambiemos «por todo el país».
El martes, en la última sesión de Diputados, Carrió se presentó en el recinto sorpresivamente tranquila. Incluso limó asperezas con Emilio Monzó, con quien también se había distanciado desde mediados de año, tras las discusiones por el aborto.
«Lilita» y Monzó hablaron un largo rato a solas en el Salón de Honor, contiguo a la oficina de la presidencia de la Cámara. Carrió y el titular de Diputados estaban enemistados, pero atravesados por una misma dolencia: el segundo semestre del año los encontró enfrentados a la Casa Rosada.
Monzó, por ejemplo, reivindicó los acuerdos políticos a través de la «rosca» y no «por las redes», en una clara alusión a la estrategia de la Jefatura de Gabinete. La diputada aseguró que había perdido la confianza en Macri, que había sacado a Mario Quintana y dejado en el gabinete «a los peores» y que la Coalición Cívica estaba en Cambiemos pero que no tenía nada que ver «con los corruptos» de la coalición de gobierno y «con las mafias del fútbol», como remarcó en el encuentro partidario del último fin de semana.
Quintana, eyectado del gabinete en el primer fin de semana de septiembre, volvió a estar activo. Articula entre Carrió, Horacio Rodríguez Larreta y María Eugenia Vidal, mientras le buscan un cargo formal. «Lo está analizando», asegura un estrecho colaborador del ex dueño de Farmacity.
Macri termina el año con frentes abiertos en el Congreso y en la Corte Suprema. «Lilita» tuvo injerencia en ambos rubros. Se opuso a través de las redes sociales a la vuelta de los aportes de empresas contemplada en el proyecto de ley de financiamiento de los partidos políticos enviado por el Gobierno a sesiones extraordinarias. El texto naufragó en Diputados y pasó al Senado, donde no tuvo mejor suerte.
En el caso de la Corte Suprema, la diputada intervino quirúrjicamente. Junto a Fabián «Pepín» Rodríguez Simón, uno de los más osados cerebros jurídicos del Presidente, se repartieron conversaciones con Elena Highton en la previa de la reunión de acuerdos que terminó con la remoción de Ricardo Lorenzetti y la elección de Carlos Rosenkrantz como presidente del máximo tribunal de Justicia.
Hubo festejos de «Lilita» y de los asesores judiciales de Macri con el recambio. Desde ese momento, la presidencia de Rosenkrantz y el vínculo entre la Casa Rosada y la Corte atraviesan tensiones que desorientan al Gobierno.
Por un lado, la fundadora de la Coalición Cívica envía mensajes como el que publicó hoy en su cuenta de Twitter. En las próximas semanas, por caso, podría verse con Marcos Peña. Por otro lado, Carrió mira los movimientos judiciales de los últimos meses con una profunda desconfianza y mantiene como enemigo predilecto a Daniel Angelici. Estas semanas, Macri le dedicó al presidente de Boca un buen rato.
En la noche del domingo 9, el Presidente y el dirigente xeneize hablaron varias veces por teléfono después de la derrota de Boca frente a River en Madrid. El lunes 10 cenaron a solas, en Olivos. A Macri le preocupa la suba del riesgo país y la crisis del programa económico, en vísperas de la campaña electoral, pero también la sucesión boquense, que también se dirime a fines del 2019.
La semana pasada, Infobae le preguntó a la gobernadora bonaerense, una de las dirigentes más encumbradas del PRO, en relación a los dichos de Carrió sobre la complicidad de un sector del Gobierno con la impunidad judicial, si el jefe de Estado estaba más cerca de la diputada o de Angelici.
«Cuando Mauricio elige hacer política, la elige a Carrió, a los amigos del Presidente él tiene la total libertad de elegirlos. Él puede tener los amigos que quiera, como cada uno de nosotros los tenemos. Una cosa es ser amigo de alguien y otra cosa es trabajar con alguien. A veces las dos cosas pueden fundirse. Otras veces no», contestó Vidal.
En estos tres años de gobierno de Macri, Carrió y Angelici no pudieron fundirse. Todo lo contrario.