Luego de la investigación que realizó El Tribuno, el Vaticano finalmente suspendió al exobispo Gustavo Zanchetta de sus funciones administrativas, mientras que paralelamente se le inició una investigación preliminar por las denuncias de abuso sexual. Aunque, por otro lado, se despegó y desmintió que las denuncias se supieran con anterioridad.
«Zanchetta fue nombrado consejero de APSA (Administración del Patrimonio de la Sede Apostólica). No hubo acusación de abuso sexual en el momento de la designación del consejero. Las acusaciones de abuso sexual se remontan a este otoño», se defendió el Vaticano mediante su nuevo portavoz, Alessandro Gisotti, durante una conferencia de prensa ayer por la mañana. Según la Iglesia, las denuncias se habrían conocido «casi un año después de que el papa Francisco creó la nueva posición para él como asesor de la oficina de administración financiera de la Santa Sede», detalló el portavoz a Associated Press.
Según el interino director de la Oficina de Prensa de la Santa Sede, Zanchetta «no fue retirado de la Diócesis de Orán», sino que «fue él quien renunció».
«El motivo de su renuncia está vinculado con su dificultad para manejar las relaciones con el clero diocesano y en relaciones muy tensas con los sacerdotes de la diócesis. En el momento de su renuncia, (julio del 2017), hubo acusaciones de autoritarismo en su contra, pero no hubo acusación de abuso sexual contra él. El problema que surgió en ese momento estaba relacionado con la incapacidad de gobernar al clero», aseguró el portavoz.
Sin embargo, el actual obispo Luis Scozzina ya le había confirmado a El Tribuno que Zanchetta fue destituido por el Papa. Mientras que otras fuentes confiables indicaron que las denuncias por desmanejos económicos, abuso de poder y sexual que realizaron tres sacerdotes contra el exobispo se hicieron hace tres años ante la Nunciatura.
Gisotti defendió la designación de Zanchetta en la inmobiliaria del Vaticano luego de las diferentes denuncias: «El Papa lo nombró después del período en España, en consideración a su capacidad de gestión administrativa».
«Sobre la base de estas acusaciones y de las noticias que surgieron recientemente en los medios», subrayó Gisotti, «el obispo de Orán ya ha recopilado algunos testimonios que aún deben presentarse en la Congregación para los Obispos, remitido a la comisión especial para obispos», explicó el portavoz. Además, indicó que durante la investigación previa, el arzobispo Zanchetta se abstendrá de sus funciones.
El Papa, bajo la lupa
«El caso podría convertirse en otro problema para Francisco, quien está batallando para ganarse la confianza de los fieles católicos por la forma como ha manejado los casos de abuso sexual. La posición del Papa recibirá otro golpe si él personalmente intervino para ayudar a un obispo de su Argentina natal encontrándole un trabajo en el Vaticano y luego saber que el hombre tenía acusaciones creíbles de mala conducta en su contra», cuestionó Associated Press.
Gustavo Zanchetta llegó a Orán luego de haber estado por años asignado a la Diócesis de Quilmes. De allí arrastró denuncias por malversación de fondos y abuso de poder. Los escándalos en aquella diócesis incluso llegaron a la Justicia civil, Zanchetta mantiene un juicio con el médico Santiago Spadafora, quién llamó al actual y el exobispo de Quilmes como sus testigos.
De Orán se fue sin dar más que una escueta explicación aduciendo «problemas de salud», y no ofició la tradicional misa de despedida ni tampoco se despidió de los fieles, dejando un manto de dudas. Hace unos días El Tribuno publicó los motivos de su ida: denuncias por desmanejos financieros, abuso de poder y sexual. La denuncia la realizaron tres sacerdotes ante la Nunciatura hace al menos tres años.
“Cambio de mentalidad”
El papa Francisco escribió una carta a los obispos norteamericanos. La Iglesia estadounidense ha sido criticada y puesta bajo la lupa por las denuncias de abuso sexual.
En el escrito para la Conferencia Episcopal de los Estados Unidos, el Papa les pide un cambio de mentalidad para afrontar los casos de abusos y “una renovada, decidida actitud para resolver el conflicto. La credibilidad de la Iglesia se ha visto fuertemente cuestionada y debilitada por estos pecados y crímenes, pero especialmente por la voluntad de querer disimularlos y esconderlos”, advirtió.
“La actitud de encubrimiento, lejos de ayudar a resolver los conflictos, permitió que se perpetuasen e hirieran más profundamente el entramado de relaciones que hoy estamos llamados a curar y recomponer”, agregó la máxima autoridad de la Iglesia Católica.
En su misiva y de cara a la cumbre de febrero que tendrá como eje este tema, el Pontífice consideró que para “la lucha contra la cultura del abuso, la herida en la credibilidad, el desconcierto, la confusión y el desprestigio en la misión, se requiere una renovada, decidida actitud para resolver el conflicto”.
Aquella actitud decidida, según el religioso, dependerá de “la capacidad de convocar para despertar y dar confianza en la construcción de un proyecto común, amplio, humilde, seguro, sobrio y transparente”, y de la “capacidad de construir vínculos y espacios sanos y maduros”.
Silvia Noviasky/El Tribuno