Lavagna y la grieta: cómo competir con Macri y no ser el blindaje de Cristina

0
428

Roberto Lavagna aún no es candidato pero está trabajando para reunir una «fuerza de unidad». Eso, con una prevención: no quiere un armado testimonial. Y con un fantasma: el de una fuerza que no supere el tercer escalón y, en balotaje, se diluya como el plato de votos disputados en los dos lados de la grieta. Ese sería el resumen de la posición del ex ministro, según se deja trascender desde su círculo más cercano. Y en esa línea se anotan su crítica al Gobierno y su malestar sobre las versiones y «operaciones» para exponerlo como cara presentable de la unidad que promueve el kirchnerismo.

Lavagna, según circula en medios peronistas más amplios que su entorno, estaría más dispuesto a competir de lo que se supone. Todos señalan que él solo maneja sus tiempos, pero ocurre que no es el único jugador y, más aún, algunos de los otros jugadores mueven sus piezas, a veces para complicar el camino, de manera pública o en zonas grises. Esto último no pasa inadvertido, sobre todo en el sobredimensionado análisis de las redes sociales.

El último dato visible y externo al ex ministro, pero que lo tiene entre los destinatarios implícitos, fue producido esta semana por el congreso del PJ, en una puesta en escena claramente dominada por el kirchnerismo. Desde allí, se afianzó la línea de convocatoria a un frente unitario aglutinado con un único eje: la oposición a Mauricio Macri, sin repaso ni mención alguna al modelo pasado en general y a la corrupción, en particular.

Desde La Cámpora, el mensaje más directo fue para Sergio Massa. Y desde el escenario del microestadio de Ferro, se aludió a los gobernadores peronistas. En conjunto, un movimiento que pretendería astillar al PJ federal en conjunto, vital para el armado de Lavagna, que de todos modos insiste con que su proyecto necesita de una construcción más amplia –centro progresista, sería la calificación-, lo cual además lo alejaría de cualquier tejido con el kirchnerismo.

La idea de un frente en línea con la estrategia de Cristina Fernández de Kirchner genera rechazo cerrado en varios de los referentes peronistas asociados en Alternativa Federal. Juan Schiaretti no tiene retorno en esa pelea, que a la vez es un elemento para sostener su proyecto de continuidad en Córdoba. Juan Manuel Urtubey dijo y reiteró que dará batalla lejos de la ex presidente y dentro del peronismo federal. Miguel Angel Pichetto es partidario firme de la vuelta de página interna. Massa es menos drástico en las declaraciones: al parecer, el problema sería la candidatura de la ex presidente, no la unidad amplia en el peronismo.

Lavagna, según trasciende, sostiene que la ex presidente es un límite como modelo y como imagen central de corrupción en su gestión. Un límite pensado además en términos prácticos para diseñar un frente o «fuerza de unidad» que incluya como pieza de mayor peso al peronismo federal –con la estructura y el arrastre locales de sus gobernadores- pero también a otros referentes, entre ellos el socialista Miguel Lifschitz, radicales enojados con la experiencia macrista, Margarita Stolbizer.

A contramano de esa idea surgieron versiones sobre las chances del ex ministro como figura de la más amplia unidad del peronismo. Y de allí, los derivados. Por un lado, los que aluden a Lavagna como «cara limpia» o presentable de una un frente con la ex presidenta como artífice y no como candidata. Y por el otro, los que refieren a ese mismo frente como el «blindaje» de impunidad para Fernández de Kirchner, con el ex ministro a la cabeza de la fórmula.

En las cercanías de Lavagna consideran que esas versiones expresan una convergencia de intereses de los dos lados de la grieta, para usarlo o esmerilarlo. Evalúan que hay operaciones mediáticas; también, claro y con mayor facilidad, en las redes sociales.

La grieta es un problema para los planes que se hacen fuera del macrismo y del kirchnerismo. La cuestión es más compleja cuando se advierte que aún con componentes artificiales o provocados, expresa lo que ocurre en franjas nada despreciables de la sociedad, por factores de esta época y por arrastre cultural y político.

El actual, es además en alguna medida un juego con una alta dosis de reacción frente al adversario. Se computan las adhesiones, pero también y tal vez más el rechazo a quien está en la otra vereda. Ese es en buena medida el sustento de los dos polos visibles: el Presidente y la ex presidente.

La «polarización» de todos modos deja afuera, por ahora, una porción de la sociedad que según las muchas encuestas que circulan oscilaría entre los 30 y 40 puntos porcentuales. La confusión sería considerar ese registro como expresión de una franja social más o menos homogénea en términos políticos o al menos de aspiraciones electorales.

Massa sufrió la decepción de evaluar la avenida del medio como un sector en busca de liderazgo. Lavagna enfrenta un desafío similar, en la lógica de una disputa que es sólo entre dos. Una carrera en la que el tercero termina siendo un elemento menor en cada capítulo: la campaña, las originales elecciones primarias y la primera vuelta electoral.

¿Cómo romper ese esquema? Tal vez no se trate de «superar» la brecha caminando por el medio, sino de quebrarla. Antes, claro, está la decisión de competir.

Dejar respuesta

Please enter your comment!
Please enter your name here