Macri inicia la campaña apoyado por Trump, presionado por la crisis y cuestionado por sus socios de Cambiemos

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En plena crisis económica, Raúl Alfonsín y Fernando de la Rúa fracasaron frente al Fondo Monetario Internacional (FMI), que optó por esperar el desembarco del peronismo en la Casa Rosada. Alfonsín y De la Rúa negociaban un waiver financiero y la respuesta fue no. El FMI soltó la mano de los presidentes radicales y a las pocas semanas Carlos Menem y Eduardo Duhalde entraron a Balcarce 50.

Mauricio Macri conoce el desenlace de esta crisis política y apostó a su relación bilateral con Donald Trump, que está dispuesto a jugar a fondo para evitar que Cristina Fernández regrese al poder. Trump fue clave para lograr que el FMI permita el programa de precios congelados anunciados por Macri, una decisión institucional que sufrió ciertos cuestionamientos de la burocracia que asesora a Christine Lagarde.
Dujovne al ataque

Hace unos días, Nicolás Dujovne llegó a Washington para informar a banqueros y financistas, negociar un waiver tácito con el FMI y reunirse con Steven Mnuchin, secretario del Tesoro de los Estados Unidos. El ministro de Hacienda se topó con gestos de preocupación entre los banqueros, debió extremar sus condiciones negociadoras con la burocracia del Fondo Monetario Internacional y encontró un renovado apoyo de Mnuchin, que repite lo que escucha cuando Trump hace referencia a Macri, su rol en la agenda de América Latina y la posibilidad de un triunfo de CFK en los comicios presidenciales.

En la Casa Blanca y el Departamento de Estado se considera un retroceso de la Argentina que Cristina derrote a Macri en una segunda vuelta. Nicolás Maduro está aislado por la diplomacia ejecutada por el Grupo Lima y la Organización de Estados Americanos (OEA), y el eventual triunfo de CFK podría quebrar este cerco geopolítico, encallar la flexibilización del Mercosur y oxigenar la variables populistas en la región.

Esta perspectiva continental de Trump fue muy importante para que Dujovne obtenga el waiver de Lagarde y su burocracia. Macri enterró su ideología del libre mercado y desplegó una batería de medidas de coyuntura que apuntan a recuperar la afinidad de Cambiemos con los sectores de clase media más golpeados por el ajuste negociado con el FMI. Los miembros del gabinete de Trump y el staff del FMI saben que se trata de un parche económico, pero frente al estado de necesidad –un mal menor para evitar uno mayor—decidieron acompañar la bifurcación que tomó Macri para recuperar el espacio electoral perdido. Creen que es el único método para frenar el regreso del peronismo/populismo al Gobierno.

Cuando el presidente del Banco Central, Guido Sandleris, y Dujovne recorrían los despachos más poderosos de DC, un puñado selecto de encuestadores nacionales se entrevistaban con financistas y banqueros que invierten en la Argentina. Esos encuestadores de larga trayectoria, que trabajan para el oficialismo y la oposición, pusieron en falsa escuadra a Sandleris y Dujovne: para ellos, Macri cae en los votos, CFK sube lentamente y en el ballotage es posible que pierda Cambiemos.

Todos los funcionarios involucrados en el diseño de las medidas económicas anunciadas por Macri asumen que no tendrán impacto en los niveles inflacionarios. El costo de vida no bajará por los precios congelados de 60 productos y la posibilidad de obtener un crédito blando en la ANSES. La inflación estará alta cuando Macri ponga en juego su presidencia en octubre. El Gobierno tiene los números a la vista.

En realidad, las medidas económicas fueron elaboradas para demostrar a la opinión pública que Macri sabe qué está sucediendo afuera de la quinta de Olivos y como una forma de probar que el Presidente puede contradecir su formación ideológica si eso implica atenuar los resultados cotidianos del plan de ajuste.

Los principales referentes del radicalismo –gobernadores, diputados y senadores-, los miembros más prominentes de la mesa chica del PRO y los empresarios e inversores que Macri consulta, consideraban clave no sólo el paquete de medidas sino también la forma de comunicación. Con la excepción de Marcos Peña y Jaime Durán Barba –por citar dos casos paradigmáticos-, la plana mayor de Cambiemos pretendía un anuncio formal con Macri ante un estrado y la bandera nacional a su lado.

En cambio, el Presidente sorprendió con una visita a una familia de Colegiales y a continuación los ministros Carolina Stanley, Dante Sica y Dujovne contestando las preguntas de los periodistas. Macri no estuvo allí. Y tampoco Peña.

La apuesta mediática de Macri fue cuestionada afuera y adentro de Balcarce 50. Si el Presidente visita a ciertas familias todas las semanas, para los críticos de la comunicación oficial no tenía sentido repetir un método de acercamiento destinado a informar sobre un plan de emergencia que debía demostrar que Macri está atento a la coyuntura y que desea recuperar sus niveles de aprobación en la clase media.

Para muchos referentes políticos de Cambiemos –afuera y adentro de Balcarce 50-, se perdió una oportunidad para recuperar la iniciativa y acotar las críticas de CFK y Roberto Lavagna, que también crece en los sondeos de opinión. Esos críticos del vídeo posteado en las redes sociales consideran que Macri tendría que haber aparecido «mas institucional»,ante una situación económica que es extraordinaria y que le puede costar a Cambiemos su permanencia en el poder.

A seis meses de la primera vuelta electoral, Macri exhibe un fuerte respaldo internacional, dudas entre inversores y banqueros, una pizca de desolación entre los socios de Cambiemos –radicales más que nada—y una caída lenta y continua en su intención de voto. Sin embargo, el Presidente se muestra optimista y cree que logrará la reelección. Solo espera que baje la inflación, que no salte el dólar y que Cristina se presente como candidata del peronismo.

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