The Washington Post y The New York Times replicaron un artículo de la reconocida agencia internacional AP que planteó que «la incertidumbre económica» de Argentina empuja a los jóvenes a buscar oportunidades en Europa, y comparó la situación actual en el país con la hiperinflación que se registró entre 1989 y 1990 y el estallido social de finales de 2001 que terminó con el gobierno del radical Fernando de la Rúa.
Así, la publicación resaltó que «los argentinos están perdiendo poder de compra gracias a una inflación anual de casi el 50%, una de las peores del mundo» y que durante el 2018 el peso argentino «perdió más de la mitad de su valor frente al dólar estadounidense». También señala que otro aspecto que empuja esta decisión de emigrar de muchos jóvenes son las políticas del presidente Mauricio Macri de recortar subsidios, lo que llevó «a un aumento en los costos de los servicios públicos y el transporte».
Consultado, Alejandro Servide, directivo de la sucursal de Randstad en Argentina, la segunda compañía de contratación de personal más grande del mundo, señaló que «como resultado de la crisis económica y la devaluación, cada vez más profesionales jóvenes están pensando en un futuro en Europa».
Y aseguró que en las 160 entrevistas diarias que se realiza la empresa una pregunta a los postulantes es «si tuvieran la oportunidad, estarían interesados en vivir en el extranjero». «Alrededor del 80 por ciento te dice que sí», reconoció el directivo.
Se puntualizó, además, que «como parte de las medidas de austeridad destinadas a equilibrar el presupuesto, la administración de Macri ha despedido a miles de trabajadores gubernamentales y ha recortado los fondos para la danza, la ciencia y otros programas».
«Cuando Argentina atraviesa estas crisis profundas, la gente busca opciones, y tal como sucedió en 2001-2002 cuando casi 800 mil argentinos viajaron al extranjero, hoy estamos viviendo tal vez la fase inicial», afirmó Ariel González, secretario ejecutivo de Centro de Estudios Internacionales de la Universidad Católica Argentina.
«Eso significa que hay un sector de la sociedad, los profesionales de clase media y alta, que están considerando un Plan B, que es que si la crisis se agrava, una de las opciones sería ir al extranjero», agregó el profesional.
Por otro lado, a modo de contraste con la situación actual, se hace una mención a los millones de europeos llegaron al país en el siglo XIX para escapar de la guerra y la pobreza, y que en el siglo XX Argentina era uno de los países más ricos del mundo.
«Pero la mala gestión política y los precios más bajos para los productos agrícolas que forman la columna vertebral económica del país durante décadas han llevado a auge y crisis cíclicas», concluyó el periodista Luis Andrés Henao.
El artículo completo de AP
Tomás Ruiz abrazó a su padre por última vez en el aeropuerto de Buenos Aires antes de subirse a un avión para empezar una nueva vida en Irlanda. Su hermana hizo lo mismo hace poco al mudarse a España.
Como muchos otros jóvenes argentinos, los hermanos tienen pasaportes europeos por sus orígenes, y están regresando a los países de los que salieron sus abuelos, muy lejos de la sofocante inflación, el elevado desempleo y la fuerte depreciación del peso en Argentina.
«Lo que me llevó a hacer esto es un poco la situación general del país», manifestó Ruiz mientras terminaba de empacar para su viaje a Dublín rodeado de fotos de su familia y amigos colocadas en la pared. «Fue la frustración de estar viviendo constantemente al filo, arañando al final del mes».
Ruiz estudió gastronomía y trabajaba como encargado en un café en la capital argentina, Buenos Aires. Pero incluso trabajando turnos extra, no podía ahorrar dinero y llevaba meses viviendo con su madre para no tener que pagar un alquiler.
Fuera de su cuarto, sus familiares dejaron mensajes de despedida para él y su hermana en una pizarra. «Los quiero y Ios echaré de menos», escribió su madre. Otros decían: «Lo mejor está por llegar» y «Carpe diem».
Esta no es la primera vez que los argentinos tienen que buscar refugio en Europa en momentos de incertidumbre económica. Cientos de miles emigraron al viejo continente para huir de la hiperinflación a principios de la década de 1990 y ante el colapso económico en 2001 y 2002.
Ahora, los argentinos están perdiendo poder adquisitivo ante una inflación anual de cerca del 50%, una de las peores del mundo. Muchos protestan también la decisión del presidente, Mauricio Macri, de recortar los subsidios, lo que provocó un aumento del costo de los servicios y el transporte público.
El año pasado, el peso argentino perdió más de la mitad de su valor frente al dólar estadounidense tras una fuga de capitales que afectó a la moneda local, por lo que el gobierno tuvo que pedir un rescate record de 56.000 millones de dólares al Fondo Monetario Internacional para tratar de salir de la recesión.
«Producto de las crisis y de la devaluación económica, cada vez más los jóvenes profesionales piensan en un futuro en Europa», dijo Alejandro Servide, director recursos humanos y contratación en la filial argentina de Randstad, la segunda mayor empresa de colocación del mundo.
Como parte de las medidas de austeridad destinadas a equilibrar el presupuesto, el Gobierno de Macri despidió a miles de empleados gubernamentales y recortó el financiamiento de programas de danza o ciencia, entre otros. Recientemente, cientos de personas protestaron ante la sede del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas, la principal agencia nacional de ciencia y tecnología.
«El sector de ciencia y técnica está sufriendo un ajuste, unos cortes de presupuesto con el gobierno del presidente Macri, que ponen en riesgo la continuidad de la actividad científica», apuntó Alberto Kornblihtt, un biólogo molecular. «Indudablemente contribuirá a una fuga de cerebros que ya hemos sufrido otras veces en nuestro país».
No hay estadísticas oficiales sobre el número de argentinos que se marcharon a Europa. La Dirección Nacional de Migraciones señaló que es casi imposible realizar un seguimiento porque quienes salen del país no proporcionan información sobre su destino o el tiempo que estarán fuera.
Pero académicos, grupos de investigación y consultoras están de acuerdo en que ha habido un incremento en el número de personas que salió país, especialmente entre los argentinos jóvenes y con estudios, como ocurrió en la peor crisis de la nación hace 17 años.
Entonces, millones de personas se sumieron en la pobreza, más del 20% de la población se quedó sin empleo y muchos pasaron hambre en un país que es uno de los mayores productores de carne de res, soja y trigo del mundo.
«Cuando suceden crisis tan profundas en la Argentina la gente busca otras opciones y, como sucedió el año 2001-2002 en la cual casi 800.000 argentinos se fueron al exterior, hoy estamos viviendo quizás una de las fases iniciales de este impacto», dijo Ariel González, secretario ejecutivo del Centro de Estudios Internacionales de la Universidad Católica de Argentina.
«Esto quiere decir que hay un sector (de la sociedad) _ profesionales de clase media y alta _ la cual está visualizando o pensando un plan B, que es que, ante la profundización de la crisis, una de las opciones sería irse al exterior», añadió González.
Servide explicó que Randstad Argentina realiza alrededor de 160 entrevistas diarias para encuestas. Una de las preguntas que realizan es si estarían interesados en vivir en el extranjero si tuviesen la oportunidad. «El 80% te dice que sí», agregó.
Manuel Miglioranza, un abogado de 26 años, se mudará el mes que viene a Toulouse, Francia. Aunque no tiene doble nacionalidad argentina y francesa, va a tomar lecciones de francés y a encontrar un trabajo con una visa de trabajo temporal que se concede en base a un tratado entre las dos naciones.
«La situación económica en Argentina no ayuda. No se puede progresar a menos que trabajes para el estado o tengas dólares», apuntó. «Tengo muchos conocidos que se está yendo».
Millones de europeos llegaron en masa a Argentina en el siglo XIX huyendo de la guerra y la pobreza, lo que ha sido una fuente de orgullo para la nación.
«A todos lo que venían escapando de la guerra, la Argentina le dio paz, a los que venían escapando de las persecuciones políticas, religiosas, étnicas, Argentina les dio libertad, y a los que venían escapando del hambre, Argentina les dio pan y trabajo», declaró Horacio García, director de la Dirección Nacional de Migraciones.
«De los últimos seis presidentes, cuatro de ellos fueron hijos de inmigrantes en primera generación», apuntó García. «Es decir, los padres de ellos venían a la Argentina con una valija de cartón y vieron que sus hijos en muy poco tiempo pudieron llegar a ser presidentes de la nación. Eso no creo que pase en ningún lugar del mundo».
En el siglo XX, una potente fuerza laboral junto a los ingresos por la exportación de productos agrícolas y carne ayudaron a convertir a Argentina en uno de los países más ricos del mundo.
Los argentinos se encontraban también entre «los más europeizados y formados de Latinoamérica», escribieron Gabriela Nouzeilles y Graciela Montaldo en su antología «The Argentina Reader: History, Culture and Politics».
«Su tasa de alfabetización (de aproximadamente el 90%) era la más alta con diferencia. Hasta 1945, el país tenía la renta per cápita más alta del continente, era el más urbanizado, tenía la clase media más extensa, además de los mejores diarios, universidades y editoriales», agregó el texto.
Pero la mala gestión política y la bajada de los precios de los productos agrícolas que forman la columna vertebral de la nación derivaron en décadas de auges y crisis cíclicas.
El gobierno de España lanzó recientemente una iniciativa que permite que un número limitado de descendientes de españoles que residen en Argentina sin pasaporte español soliciten una visa especial de trabajo por tres meses. Una vez encuentren trabajo, pueden solicitar la nacionalidad y traer a sus familias. A mediados de 2018, en España había 76.328 argentinos registrados oficialmente.
«Hay mucha, mucha gente (argentina aquí), estamos en todos lados. Somos como las palomas», bromeó Paz Pucheu, una argentina que reside en España.
Pucheu, una locutora de radio y televisión de 25 años, llegó a Barcelona en 2017 cuando «las cosas se complicaron mucho» en Argentina. Empezó a trabajar en un restaurante antes de encontrar un puesto en una emisora de radio local.
«Estamos recolonizando a nuestros colonizadores», dijo Pucheu en referencia al pasado de Argentina como colonia española.