Miradas opuestas a «Avengers: Endgame»

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A favor: Superhumanos con temas humanos

No hay un género de superhéroes: dentro de las historias de estos seres con trajes brillantes, colores estridentes y fuerza descomunal, hay varios géneros dentro. Por momentos, son para llorar; por momentos, para reír; y también para pensar, por qué no.

Son superhumanos que muchas veces abordan problemáticas muy humanas, con la excusa del entretenimiento puro y duro, la acción desenfrenada, los climas diversos.

Avengers: Endgame es el gran cierre para estos Vengadores que nacieron solos, se juntaron para salvar el mundo un par de veces, se dividieron, o hasta murieron, y finalmente están codo a codo y escudo a escudo luchando contra el villano más temerario de todos: Thanos.

Son tres largas horas que pasan de un tirón, y eso que la acción está reservada para el final, y todo el desarrollo inicial se centra en cuestiones personales, políticas, sociales.

Será una despedida para algunos de estos héroes que nos acompañaron desde 2008 a esta parte (desde aquella Iron Man que abrió el camino), a lo largo de 22 películas… habrá una Spider Man a mitad de año, como un plus que no estaba en los planes de esta fase 3 del Universo Cinematográfico Marvel.

Es toda una incógnita saber del futuro: tendrán que encontrar un elenco tan magnético como resultó el de los principales vengadores, con Robert Downey Jr. a la cabeza, los tres Chris (Hemsworth, Evans, Pratt), Mark Ruffalo y Scarlett Johansson. Brie “Capitana Marvel” Larson se sumó al final, y tiene un camino por delante aún impredecible. Y tendrán que armar una historia tan perfecta como la de estos 22 títulos que van encajando como un Tetris.

El cierre con Avengers: Endgame estuvo a la altura de lo que la historia demandaba: técnicamente, es imbatible; narrativamente, no tiene baches y sabe trabajar tiempos y climas; sentimentalmente, es un golpe al corazón.

En contra: Héroes del concenso

Disentir con Avengers: Endgame supone afrontar una mayoría siniestra: hasta la crítica ortodoxa avaló el filme de los hermanos Russo con sospechosas boutades. Tímidas objeciones fueron así y todo deslizándose en las redes (que a la película le sobra una hora, que las mujeres tienen poco protagonismo a pesar de una concesión propagandística en el cierre), sumadas a evaluaciones justas como la de Richard Brody en The New Yorker.

El desdén a priori por los superhéroes o el recelo del conglomerado Disney –que con Avengers: Endgame ha convertido a las ya poco diversas multisalas en su propia y claustrofóbica unisala– no alcanza, hay que ir de lleno al filme: los Russo concibieron probablemente lo mejor que pueden dar de sí, subiendo la vara en la épica del subgénero con un in crescendo contenido, elegíaco y respetuoso. Pero la megraproducción también es blanda, insoportablemente ATP, vacía detrás de su superficie redonda e impasible.

Como su trama cósmica conectada al Zeitgeist lo sugiere, Avengers: Endgame es un acople industrial en que las frágiles partes individuales post 11-S –con el no poco curioso sacrificio cristiano-filantrópico de un millonario que salva a la humanidad– crean una máquina sistemática de consenso. Avengers: Endgame no sería igual sin las redes sociales, las estadísticas, los avances, los spoilers, los hashtags, y sí, las marquesinas donde el nombre grupal de las criaturas nacidas en utópicos cómics de la década de 1970 brilla triunfante.

La casi anulada dialéctica entre apocalípticos e integrados (¿qué es Avengers: Endgame sino una tropa de integrados uniendo fuerzas contra un apocalíptico?) es síntoma de un status quo en que la crítica ha sido reducida a meros argumentos a favor o en contra. Invocar una distancia, así más no sea silenciosa, evitará que las Gemas del Universo reposen en una sola mano

Fuente: Vos

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