Cristina Kirchner siempre propaló un discurso visceral contra los Estados Unidos y a favor de las ideas populistas que promovieron Fidel Castro, Hugo Chávez y Evo Morales. Pero la ex presidente lee los diarios todos los días y asumió que Donald Trump pretende un nuevo orden global que implica arrinconar a China, expulsar a Nicolás Maduro de Venezuela y terminar con el régimen iraní. En este contexto geopolítico, CFK incluyó en su tácita campaña presidencial una ofensiva diplomática para explicar a la Casa Blanca y al establishment americano que se corrió al centro ideológico, que entiende de mercados de capitales y que respetará los acuerdos firmados con el Fondo Monetario Internacional (FMI).
Cuando Cristina gobernaba, la mayoría de las empresas agrupadas en la Cámara de Comercio de Estados Unidos en Argentina (AmCham) se transformaron casi en una sombra para evitar maltratos y amenazas. No podían girar utilidades –una compañía famosa hasta compró un pozo para hacer un edificio con sus ganancias anuales—y muchas fueron perseguidas por Guillermo Moreno, ex secretario de Comercio.
El poder de CFK era tan omnímodo que hasta los embajadores de los Estados Unidos en Argentina –Earl Anthony Wayne, por ejemplo— tenían prohibido visitar los despachos oficiales. Fue una orden directa de Cristina, que Wayne soportó hasta que le dieron un destino más saludable para la diplomacia global: terminó en Afganistán negociando con las tribus locales.
En este contexto, sorprendió que la ex presidente coqueteara con la AmCham y el evento que hoy organiza en el Hotel Alvear Icon de Puerto Madero. Las autoridades de la AmCham invitaron a Mauricio Macri, Sergio Massa, Roberto Lavagna, Juan Manuel Urtubey y Cristina.
Las invitaciones, por supuesto, tiene su propia lógica política: se trata de referentes que protagonizarán la campaña presidencial.
Massa, Urtubey y Lavagna dijeron que sí, Macri no participará por un viaje oficial al interior y la incógnita era CFK. Cuando nadie lo esperaba en la AmCham, Oscar Parrilli llamó por teléfono y exigió ciertas condiciones para que «la doctora» participara del evento. Le dijeron que no, que las reglas eran iguales para todos los invitados. Parrilli pidió tiempo y volvió a llamar para anunciar que CFK se bajaba del AmCham Summit 2019.
El secretario privado de Cristina alegó razones políticas y prometió que la ex presidente podría participar de un evento ad hoc, si finalmente decide iniciar su campaña como candidata de Unidad Ciudadana. Podría ocurrir en septiembre, en un diálogo abierto conducido por Luis Novaresio.
Mi amigo Donald
Al margen de las negociaciones con la AmCham y del encuentro reservado que sus ex funcionarios y familiares directos mantuvieron con un importante consejero de la Embajada de Estados Unidos, Cristina ratificó su plan de seducción a Trump con la visita relámpago que Axel Kicillof realizó a Washington. En esta oportunidad, invitado por el Wilson Center, el ex ministro de Economía se mostró moderado frente al FMI y su plan de ajuste negociado con la Casa Rosada. Kicillof sonrió con esmero para la tribuna más influyente de DC y pareció estar bajo el embrujo de Christine Lagarde, directora gerente del Fondo.
«Nadie puede querer un default, lo que pasa es que el problema es en qué condiciones va a estar la economía y qué va a hacer el gobierno de acá a diciembre», aseguró el ex ministro de CFK que escondió los índices de inflación y pobreza, defendió el cepo cambiario y dejó sin resolver la situación legal con los fondos buitres.
Tras su regreso a Buenos Aires, Kicillof informó que la Casa Blanca impregnó de realpolitik su perspectiva sobre la imagen política que tiene sobre CFK. No es que Washington olvidara el maltrato al presidente George Bush durante la Cumbre de las Américas, ni la decisión del entonces canciller Héctor Timerman de violar la seguridad de una valija secreta del FBI, simplemente los asesores de Trump empiezan a reconocer un eventual un triunfo de Cristina en las PASO.
La ex presidente tomó el mensaje que llegó desde DC y lo transformó en un comentario inesperado durante su presentación en la Feria del Libro. «Miren lo que está pasando en Estados Unidos. La economía vuela, tienen el índice de desempleo más bajo desde hace 50 años. Teóricamente la Reserva Federal debería subir la tasa de interés para que la economía baje. No. Algunos se dieron cuenta de que tenían que volver a generar trabajo industrial adentro del país para volver a generar riqueza. Sería bueno que aquellos que viajan tanto para allá y escuchan tanto lo que les dicen allá, imiten lo que hacen allá», dijo Cristina sin inmutarse.
El gobierno se sorprendió con las nuevas opiniones de CFK y con las súbitas declaraciones de Kimberly Breier, subsecretaria de Estado para el Hemisferio Occidental, quien se reunió hace unos días con Macri en la quinta de Olivos. A diferencia de otras oportunidades, Breier dejó entrever que Cristina ya no es una bolilla negra en la administración Trump.
–¿Preocupa la perspectiva de que Cristina Fernández de Kirchner regrese a la Presidencia de la Nación? –preguntó Infobae a la subsecretaria de Estado.
–Estados Unidos tiene una relación muy importante con la Argentina y con el estado argentino y estamos comprometidos a trabajar con cualquier persona que gane las elecciones. Y esa es la decisión del pueblo argentino, y no de nosotros. Obviamente, para nosotros apoyamos un camino, una ruta institucional, derechos humanos, democracia, mercados libres… Un camino así, para nosotros es el camino correcto para la región.
No hay hechos casuales en la agenda internacional de la Casa Blanca. Trump sabe que CFK se siente cómoda con Maduro, la familia Castro, el régimen iraní y la lógica política del Kremlin. Pero Cristina puede llegar a la Casa Rosada, y el presidente de los Estados Unidos atenuó levemente su aprensión respecto al modelo populista que encarna CFK. Se trata de un movimiento preventivo a la espera de las PASO de agosto, que pueden causar conmoción en el tablero político de la Argentina.