Shoppings, hoteles, restaurantes y boliches de la Ciudad de Buenos Aires no podrán ofrecer sorbetes plásticos a sus clientes desde mañana y en seis meses estará prohibida su utilización y expendio, según una resolución que firmó hoy el gobierno porteño con el objetivo de reducir la contaminación.
«Este es un paso más hacia la reducción de plásticos de un solo uso que le hacen un daño enorme al ambiente. Desde la Ciudad nos sumamos para impulsar y garantizar la reducción del consumo de sorbetes, así como lo hicimos con las bolsas», aseguró el ministro de Ambiente y Espacio Público, Eduardo Macchiavelli.
Según el documento firmado por el Ministerio de Ambiente y Espacio Público, a partir de la entrada en vigencia de esta resolución no se podrá ofrecer o colocar sorbetes plásticos de un solo uso a la vista del cliente, mientras que a partir de los seis meses se prohíbe la utilización, entrega y expendio de estos elementos, que generan dos toneladas por mes de basura en la ciudad.
La medida alcanza a hoteles de 4 y 5 estrellas, shoppings, galerías comerciales y centros comerciales a cielo abierto, locales que posean una concurrencia de más de trescientas personas por evento, establecimientos pertenecientes cadenas comerciales, locales de baile y comercios donde se sirven y expenden comidas y bebidas.
Al menos 2 millones de sorbetes al mes son consumidos solo en patios de comidas de shoppings de la Ciudad según estimaciones de la Agencia de Protección Ambiental.
El sorbete es el cuarto residuo plástico más común en las costas y los océanos, y si bien se usan unos minutos pueden tardar entre 150 y 400 años en descomponerse.
En Argentina ciudades como Pinamar, Villa Gesell, Mar del Plata, Mar Chiquita, Mendoza, Ushuaia ya prohibieron el uso de sorbetes, mientras que a nivel mundial California, Nueva York, Río de Janeiro, Galápagos y Vancouver son algunos de los lugares que hicieron lo mismo.
Se estima que el 62% de la producción de plásticos se destina a productos de packaging y de un solo uso como los sorbetes.
«Confiamos en que suceda algo similar a lo que ocurrió con el cese de entrega de bolsas, que los vecinos lo tomaron como algo natural. Este cambio es muy sencillo y va a ser progresivo. Es un paso más hacia una ciudad más verde y sustentable», afirmó Macchiavelli.
Según se informó este año en la cuarta Asamblea de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente en Nairobi, Kenya, cada minuto se compran un millón de botellas de plástico y, al año, se usan 500.000 millones de bolsas.
En tanto ocho millones de toneladas acaban en los océanos anualmente, amenazando la vida marina. Por eso más de 200 países, incluida Argentina, se comprometieron a reducir el uso de plásticos para el año 2030.
El Tribuno