Cris Miró fue la primera mujer trans que ratificó su identidad en los programas más populares de la tele y llegó a las marquesinas de la calle Corrientes cuando vestir ropa del sexo opuesto en la calle era considerado una contravención. Hace dos décadas y con tan solo 33 años, la vedette fallecía en la Clínica Santa Isabel del barrio porteño de Flores.
«No sé mi amor cómo tratarte: ¿señorita?, ¿señor?»; «Vos votaste, ¿no? ¿Y en qué mesa votaste?»; «¿Cuál es tu verdadero nombre? ¿Querés decirlo?», le preguntaba Mirtha Legrand a mediados de los ´90 en sus ya clásicos almuerzos a Cris Miró de impactante metro 85, pelo negro ondulado, ojos verdes.
Y ella respondió: «Mi verdadero nombre es el que siento».
Hija de un militar retirado y una ama de casa Cris Miró estudiaba odontología en la Universidad de Buenos Aires cuando fue convocada para actuar en calle Corrientes.
“Debe haber sido 1992 cuando la vi por primera vez aparecer en un boliche como quien ve entrar a Rita Hayworth”, recordó a Télam el productor y director Lino Patalano.“Recién cuando me la presentaron me enteré que era una chica trans y esa misma noche le prometí entre copas que cuando hiciera una revista la iba a llamar a ella”.
«Soy de la misma generación -dijo la actriz y conductora Lizi Tagliani- y sin haber charlado más de dos o tres palabras, compartí muchos fines de semana con ella porque íbamos al mismo boliche».
«Entrábamos, nos montábamos todas y nos divertíamos convertidas en lo que queríamos ser con la magia que nos daban las tres o cuatro horas que estábamos ahí dentro. Y después volvíamos a ser Cenicienta», recordó sobre una época en que la policía podía detener (y perseguía) a quienes vistieran ropa del sexo opuesto.
«Por eso me dio mucho orgullo su éxito: porque sirvió para demostrar que las chicas trans podíamos forjar un destino muchísimo más fructífero que la prostitución, la noche y la clandestinidad», agregó Lizy.
En 1995, con Patalano al frente del Teatro Maipo participó de ¡Viva la revista!: «Fue la sensación absoluta -dijo el director- hicimos un agujero en el techo y ella bajaba vestida con una malla que le quedaba increíble tirando papelitos dorados y plateados».
También recordó que «hacía un número de streaptease muy Rita Hayworth y lo hacía tan bien que nadie se daba cuenta que era una chica trans, porque al principio no se lo habíamos dicho a nadie. Tenía un talento inusitado y un tremendo don de gente».
Miró estudió baile clásico con Julio Bocca, comedia musical y actuación. Su carrera fue meteórica: la popularidad del teatro de revista la catapultó a la pantalla chica donde se convirtió en una figura solicitada en los programas de mayor audiencia: Mirtha Legrand, Nicolás Repetto, Antonio Gasalla y Marcelo Tinelli.
«Era una diosa que trabajaba en Morocco, estudiaba odontología y venía de una familia de clase media; para mi era otra realidad porque yo había sido expulsada de mi casa en Salta como el 90 por ciento de las compañeras de provincia, y tirada a una situación de prostitución», dijo a Télam Daniela Ruiz, activista y directora de 7 colores Diversidad.
«Sin embargo -destacó- que ella se haya sentado ahí y haya dicho ´yo soy una travesti, yo soy Cris Miró´ representaba un acto político en el cual muchas como yo, que éramos adolescentes, nos sentíamos identificadas no sólo por la visión de ser travesti y de nuestro colectivo (que en ese momento no podíamos ni salir a la calle), sino por ser actriz y lo que eso implicaba para nosotras en el arte».
En 1997, en plena cima de su carrera, comenzaron a trascender sucesivas internaciones por problemas de salud que alimentaban rumores sobre HIV que ella siempre negó. Murió a los 33 años en el más absoluto hermetismo familiar, por causas que nunca quedaron claras.