Las dos teorías que considera Macri para elegir quién lo acompañará en la fórmula presidencial

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Cerca de Mauricio Macri aseguran que «no hay candidato y todo lo que se comenta es pura especulación». Sin embargo, la danza de los nombres es incesante y los mencionados suelen tomar esas filtraciones como dardos envenenados que buscan desgastarlos frente al Presidente y la opinión pública. Por eso niegan o callan, aunque no cierran el celular. Por las dudas.

Mientras Macri le pregunta a las personas que respeta quién debería acompañarlo, y el jefe de Gabinete Marcos Peña ejecuta una especie de casting entre hombres y mujeres de Cambiemos, en el ecosistema presidencial hay dos grandes teorías para la toma de decisión.

– ¿Seguirán el método que les dio resultado hasta ahora, incluyendo en la fórmula a una mujer, dando un mensaje directo a la mitad del electorado y brindando una imagen de equilibrio?

– ¿O priorizarán los deseos del círculo rojo, que espera ver en ese lugar a un armador político que garantice la construcción de consensos en un eventual segundo mandato de Cambiemos, favoreciendo la gobernabilidad y limitando el poder del Jefe de Gabinete, que hoy concentra la comunicación, la gestión y la política?

Una mujer en la fórmula

El PRO fue pionero en la incorporación de las mujeres en su oferta política. Gabriela Michetti fue en 2007 la candidata a vicejefa en la ciudad de Buenos Aires que fragilizó la dura imagen de un Macri empresario y todavía con bigotes. Ocho años después, llegó a la Vicepresidencia de la Nación. En 2011 le tocó el turno a María Eugenia Vidal para acompañarlo. Cuatro años después, es la Gobernadora de la más provincia más importante de la Argentina.

Sin abandonar vicios machistas, el centro derechista PRO se transformó en el partido que más mujeres promovió a los lugares más protagónicos en la Argentina, desde Patricia Bullrich hasta Carolina Stanley, pasando por Laura Alonso, Carmen Polledo y Silvia Lospennato, por nombrar solo algunas mujeres que tienen opinión propia en el Gobierno, dirigentes que nadie puede llevar de las narices para que piensen o hagan tal o cual cosa.

Estas mujeres, además, tienen un costado atractivo en el oficio que tiene a la traición como motor de la historia: son leales. Macri siempre supo que jamás sería traicionado por Michetti ni por Vidal, a quienes probó en los momentos más complejos de su escarpada carrera política. Aunque se sepa muy poco, ellas tuvieron varias ofertas de otros espacios políticos.

Tan leal fue siempre, que Michetti ya le dijo al Presidente que disponga de la vicepresidencia para lo que necesite. Y aunque realizó estos días en Buenos Aires la Cumbre Global de Discapacidad, que es el evento más importante en una agenda que está en la prioridad de las democracias occidentales, aceptó el bajo perfil para no perjudicar la estrategia presidencial en materia de fórmula presidencial. Sabía, claro, que la pregunta en torno a su sucesión sería ineludible.

A lo largo de la historia, el Vicepresidente siempre fue una institución difícil para los presidentes argentinos. Como explicó el historiador y ahora intendente de Tres de Febrero Diego Valenzuela, «es un supuesto relevo por si pasa algo, pero mientras tanto es un amenaza porque puede acumular poder y ser rival desde adentro».

Un estudio de la académica Sofía Lázzari, que analizó con estricto detalle los sistemas de designación de los vicepresidentes en la Argentina, demostró que «cuando el líder del partido convocó a un individuo que no conocía o con el que nunca había trabajado en conjunto, se generaron dificultades al momento de coincidir en la toma de decisiones». Y, contrariamente a lo que pueda suponerse desde la corrección política, aseguró que «la arbitrariedad y la unilateralidad en la decisión continúa siendo la opinión más conveniente para la política argentina».

Peña mantuvo en las últimas semanas contactos que sorprendieron. Transmitió a los radicales que Macri estaba dispuesto a negociar la vicepresidencia con ellos y les pidió que acercaran propuestas. Mientras tanto, habló con alguna de las mujeres que para conocerlas un poco más. La diputada Karina Banfi, una de las que más suena, se sorprendió por el llamado.

El Jefe de Gabinete mantuvo una conversación de 15 minutos donde le pidió opinión sobre distintos asuntos de la política y ella, por supuesto, le dijo lo que pensaba, ratificando su pertenencia al espacio político dentro del radicalismo que promueve a Ernesto Sanz para ese lugar.

¿Será ella la elegida? ¿O será un hombre?

También Emilio Monzó estuvo reunido con Marcos Peña esta semana. ¿Hubo casting?
Vice, operador, se busca Peña tuvo esta semana una reunión con el presidente de la Cámara de Diputados, Emilio Monzó. Como si estuviera haciendo un casting, el Jefe de Gabinete también quiso conocer su opinión sobre distintos asuntos y solo trascendió que le pidió que siguiera hasta fin de año en el cargo que ocupa, algo que ya había ratificado.

Por lo que se sabe, donde va Macri pide consejos. Estuvo esta semana en Córdoba y cenó con un influyente dueño de medios de la zona a quién le preguntó por su preferido para el vice. «No lo dudes Mauricio, tenés que ponerlo a Mario Negri», le dijo, «para que la provincia que te dio el triunfo en el 2015 ratifique su respaldo».

De todos modos, la pregunta central es el perfil que elegirá Macri para integrar la fórmula. ¿Buscará una mujer para posicionar un mensaje hacia el electorado, equilibrando su propia imagen, como lo hizo en el pasado? ¿O buscará un político para dar un mensaje al círculo rojo, que necesita cuanto antes saber si su eventual próximo gobierno será más abierto a los consensos políticos?

Hoy el Presidente no larga prenda. Lo único que se puede asegurar es lo que ya pasó. En 2015 no consultó a Peña para elegir a Michetti. El hoy jefe de Gabinete tenía aspiraciones de ser nominado para la Vicepresidencia y solo se enteró a último momento de que Macri había optado por Michetti, aunque le debe haber dicho que sería su Jefe de Gabinete si ganaba, porque el entonces secretario general del gobierno porteño, una vez que se lo comunicó a su equipo, hizo un pequeño duelo, y a las pocas horas estaba trabajando como si nada hubiera pasado.

Mientras tanto, Peña se puede dar por satisfecho porque en medio del baile de los vices ya nadie pone en tela de juicio la candidatura del Presidente.

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