En una cruda homilía, el arzobispo Carlos Sánchez cuestionó la inequidad que existe en la provincia y en el país, y reclamó a la dirigencia política dejar de lado las prácticas «deleznables de la corrupción».
«El solo hecho de que una franja cada vez más amplia, generaciones enteras, parezcan condenadas a vivir con menos de lo mínimo, sin trabajo, sin acceso real a la educación, a la salud, a la vivienda digna, sin acceso a la justicia; eso, es también violencia. Aunque no se manifieste, es el grito silencioso que no se puede expresar porque parece no haber esperanza de que las cosas cambien», dijo el prelado ante las autoridades provinciales, encabezadas por el gobernador, Juan Manzur.
Y prosiguió: «Es la inequidad, a la que lamentablemente parece que nos hemos acostumbrado y que se viene instalando hace ya décadas en nuestra provincia y en todos los rincones de nuestra Patria a la que hoy reconocemos como Independiente y soberana».
En otro tramo, monseñor se refirió a la «mala política». «Parece ser que el hecho de haber nacido en una zona más próspera que otra otorgue más derechos que a los que les ha tocado ver la luz en zonas más inhóspitas, sin poder disponer de los bienes de la sociedad. Hoy más que nunca, dadas las prácticas deleznables de la mala política y de la corrupción, vemos la pobreza no como una desgracia o una maldición sino que más bien parece como una decisión de unos cuantos que instrumentalizan cruelmente esa misma condición dolorosa de nuestra gente para mantener o acrecentar el poder y la dependencia», arremetió.
«Las instituciones han sido hechas justamente para garantizar esa paz y ese bienestar no excluyente de todos los ciudadanos de nuestro pueblo. Por eso una forma excelente de alcanzar esa paz es garantizar el sano funcionamiento de esas instituciones de la democracia. El verdadero equilibrio e independencia de los poderes ejecutivo, legislativo y judicial, no podemos darlo por supuesto. No se da de una forma automática. Hace falta honrar esas instituciones con una conducta nueva», amplió el arzobispo, en alusión a los roles de los poderes en una república.
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Sánchez instó a que haya más diálogo entre los actores políticos, y citó palabras del Papa Francisco. «Otro camino que hay que recorrer es el diálogo maduro y sincero entre los distintos sectores políticos, que se privilegie en respeto a las personas, que pueda darse con valentía el espacio para la escucha mutua, que antes de descalificar personas, se puedan proponer y discutir ideas», remarcó.
«Es hora de saber cómo diseñar, en una cultura que privilegie el diálogo como forma de encuentro, la búsqueda de consensos y acuerdos, pero sin separarla de la preocupación por una sociedad justa, memoriosa y sin exclusiones. El autor principal, el sujeto histórico de este proceso, es la gente y su cultura, no es una clase, una fracción, un grupo, una élite. No necesitamos un proyecto de unos pocos para unos pocos, o una minoría ilustrada o testimonial que se apropie de un sentimiento colectivo. Se trata de un acuerdo para vivir juntos, de un pacto social y cultural», fue el fragmento de un discurso del Sumo Pontífice que tomó el arzobispo tucumano.
Finalmente, convocó a los jóvenes a involucrarse y a los actuales referentes a darles espacio a las nuevas generaciones. «No debemos olvidarnos de las generaciones nuevas. Si somos responsables, nos daremos cuenta de que somos nosotros, los adultos los que debemos abrir caminos, formar una nueva dirigencia, un nuevo liderazgo, inspirado en estos principios republicanos que nos hablan de derechos y deberes fundamentales para construir día a día el Bien común», sostuvo.
«No olvidemos que la responsabilidad es de los adultos, desde la dirigencia sea política, social, sindical o empresarial, y hasta de nosotros como pastores, el compromiso indelegable es la ejemplaridad. Sin ese aporte de ejemplo real y concreto de espíritu republicano, respetuoso de las personas, respetuosos de la vida, de toda vida, sobre todo la de los más vulnerables, no podremos alentar a los jóvenes, que vienen avanzando como futuros factores del Bien común en la vida cotidiana», completó.
La Gaceta