La DeRossimanía se activó cuando el italiano asomó la nariz en el aeropuerto de Ezeiza el jueves pasado, horas después de la resonante victoria de Boca en Brasil ante Atlético Paranaense. La llegada de una figura de talla internacional que supo consagrarse en el Mundial de Alemania 2006 al fútbol argentino genera una expectativa fuera de lo común.
El italiano que sueña desde la adolescencia con jugar en la Bombonera cumplirá su deseo en breve. A la espera de su inscripción para debutar en los certámenes domésticos (Superliga y Copa Argentina) también se esperanza con que el equipo de Gustavo Alfaro avance a los cuartos de la Libertadores para ser incluido en la lista de buena fe de la copa continental.
Daniele De Rossi ya se entrenó a la par del grupo y demostró que está en condiciones de ser considerado entre los convocados en lo inmediato. Su exquisita técnica e impecable estado físico le hicieron ganar crédito y el mes que viene tendrá su bautismo con la camiseta azul y oro: podría ser el martes 13 en Copa Argentina ante Almagro (en el estadio Ciudad de La Plata) o el domingo 18 contra Aldosivipor Superliga (nada menos que en la Bombonera).
Luego de la revisión médica y primera práctica, el jueves pasado firmó su vínculo junto a Nicolás Burdisso, secretario técnico y principal motivo de su contratación, y Christian Gribaudo, secretario general. Y hubo algunos retoques respecto a las informaciones que circularon en un primer momento.
La extensión de su contrato se mantendrá: será por un año. Sin embargo, no existirán las dos cláusulas de salida anticipada, tal como se había filtrado desde los pasillos del club. Es más, de hecho este punto se modificará sustancialmente, teniendo en cuenta que habrá una posible prórroga a mediados de 2020 por un semestre más. Es decir que De Rossi podría militar en el Xeneize con 37 años, hasta 2021.
Al margen de los premios que percibirá el plantel por objetivos cumplidos y acuerdos personales que el representante de Daniele pudo llegar a haber pactado con empresas y televisión italiana, su contrato por 12 meses le demandará a Boca una cifra aproximada al millón de dólares.
Teniendo en cuenta la dimensión del fenómeno provocado por De Rossi y la explotación de su imagen (venta de camisetas, sponsors, etc) no parece un número exorbitado. Además, será mucho menor al de su último vínculo en la Roma, institución en la que jugó a lo largo de toda su trayectoria profesional (pisaba los 4 millones de euros por temporada). Hay que recordar que había sido tentado por la MLS y un par de equipos de su país (Milan y Fiorentina, los que sonaron con más fuerza) que ofrecían más billetes verdes, pero al mediocampista de 36 años lo pudieron sus ganas de jugar en Boca.
Además de sentirse familiarizado con el Mundo Boca y mantener una estrecha amistad con Burdisso, el Tano (tal como lo bautizaron los fanáticos xeneizes al recibirlo en Ezeiza) también oyó palabras de Diego Maradona, uno de sus ídolos futbolísticos, Gabriel Batistuta y Gabriel Heinze, hombres a los que también tuvo como compañero en la Roma (al Gringo lo cruzará en la fecha 13 de la Superliga en cancha de Vélez).
Pero desde Italia viajó con él un séquito de íntimos que lo acompañará durante las primeras semanas hasta que se acomode. Se mencionó que acudiría a Buenos Aires en soledad, al menos en un primer momento, aunque al final su actual esposa Sarah Felberbaum voló con él. La modelo británica aprovechó las primeras horas en suelo argentino para recorrer las calles porteñas y tomar fotografías.
Recién arribada, la pareja se alojó en el Hotel Madero (y hasta se hizo un tiempo para recorrer el barrio de Puerto Madero con los recaudos necesarios para no ser reconocida), aunque casi con seguridad tendrán su vivienda en el barrio de Palermo, elegido por una cuestión de comodidad por la proximidad con Núñez, donde sus hijos acudirán a un colegio en el que tendrán adaptación al idioma y costumbres criollas.
Próximamente se sumarán al contingente italiano Noah y Olivia, hijos de Sarah y Daniele, quien anteriormente tuvo a otra hija llamada Gaia, fruto de su relación con su ex mujer Tamara Pisnoli.
El desembarco de los De Rossi está hecho y el jugador quiere demostrar en la cancha que su aventura en Argentina no es con motivo de vacaciones. Mantiene intacto el hambre de gloria.