El Instituto Nacional de Pesquisas Espaciales (Inpe) de Brasil confirmó con sus satélites lo que organizaciones ambientalistas de todo el mundo venían anunciando desde la llegada del presidente Jair Bolsonaro al Palacio de Planalto: el Amazonas, el “pulmón del mundo”, está en peligro.
Entre enero y lo que va de agosto se registraron 72.843 focos intermitentes de incendios forestales, consecuencia de la “política de desarrollo” del presidente brasileño para la agricultura y la minería. Las ONG hicieron durante toda la semana un llamado a Bolsonaro en las redes por las hectáreas de bosques que están siendo arrasadas bajo el hashtag #PrayForAmazonia (reza por el amazonas). Las imágenes de la selva prendida fuego recorrieron las redes.
«Me solían llamar capitán Motosierra y ahora soy Nerón incendiando el Amazonas. Pero si es la temporada de incendios», se defendió el mandatario semanas atrás de las críticas de las organizaciones. Inclusive, el mandatario desmintió los datos provistos por el Inpe, que informó que los incendios aumentaron este año un 83 por ciento respecto al mismo periodo en 2018. Al menos 68 reservas protegidas fueron afectadas por las llamas. El director del Inpe fue despedido por Bolsonaro bajo la acusación de fomentar una imagen «pésima» de Brasil en el exterior y con datos «falsos».
El organismo negó drásticamente que se pueda echar la culpa a la estación seca o a los fenómenos naturales por sí solos por el aumento dramático de incendios porque “no hay nada raro en el clima de este año ni en los niveles de lluvia en la región amazónica”. Los incendios pueden ser relativamente comunes en la estación seca, pero también son provocados por los agricultores que hacen quemas ilegales para liberar tierras y desarrollar sus negocios, amparados por la falta de control estatal y las políticas de Bolsonaro a favor de los terratenientes.
De acuerdo con un informe del Instituto del Hombre y el Medio Ambiente de la Amazonía (Imazon), que desde hace 28 años estudia la región, la tasa de deforestación en la selva brasileña creció un 66 % en julio pasado, aunque ese porcentaje llega al 278 % según las proyecciones del INPE.
Bolsonaro culpa a las ONG
El presidente brasileño, Jair Bolsonaro, insinuó este miércoles que organizaciones no gubernamentales (ONG) pueden estar detrás de los incendios desatados en la Amazonía, que son los mayores registrados en los últimos años.
«Puede haber, sí, y no estoy afirmando, una acción criminal de esos ‘oenegeros’ para llamar la atención contra mi persona, contra el Gobierno de Brasil, y esa es la guerra que nosotros enfrentamos», declaró a periodistas Bolsonaro, cuyas agresivas políticas para la explotación comercial de la Amazonía han levantado polémicas.
Para reforzar su tesis, Bolsonaro citó que su Gobierno ha «cortado el dinero público que iba para las ONG» que operan en la región amazónica, con proyectos «supuestamente» volcados al cuidado del ecosistema.
«De esa forma, ese personal está sintiendo la falta de dinero», agregó el gobernante de ultraderecha, quien apuntó que ahora la tarea de las autoridades es determinar si los incendios en el mayor pulmón del planeta han sido provocados.
«El crimen existe. Ahora, tenemos que hacer lo posible para que ese crimen no aumente» y establecer las responsabilidades «si es que las hubiera», indicó Bolsonaro, quien insistió en que las ONG que operan en la Amazonía «representan intereses ajenos» a Brasil.
Según el estatal Instituto Nacional de Pesquisas Espaciales (INPE), que contabiliza los incendios con la ayuda de imágenes de satélite, los focos de fuego en todo el país en lo que va de este año superan en un 83 % a los del mismo período de 2018.
En un informe difundido este martes, el INPE precisó que entre el 1 de enero y el 18 de agosto ha registrado 71.497 focos de incendio en el país y que un 52,5 % se sitúan en la región amazónica.
La extensión de los incendios ha obligado a algunos estados amazónicos, como Amazonas y Acre, a declarar situación de emergencia o alerta ambiental pues la humareda puede provocar enfermedades respiratorias y afecta hasta el tráfico aéreo.
El pasado lunes, parte de los estados de Mato Grosso do Sul y Paraná, así como la ciudad de Sao Paulo, la mayor del país, fueron afectados por intensas nubes de humo causadas por los incendios que oscurecieron completamente el cielo poco después del mediodía.
De acuerdo con el INPE, durante la última semana, los focos de incendio han afectado 68 zonas protegidas o reservas indígenas de la región amazónica.
Las ONG, por el contrario, temen que el aumento de los incendios pueda deberse a la acción de hacendados y empresarios del campo que, animados por las políticas de Bolsonaro, han decidido avanzar sobre la Amazonía para extender sus plantíos.
Según el Instituto de Pesquisa Ambiental de la Amazonía (Ipam), el aumento de los incendios «tiene relación con la deforestación y no con una sequía más fuerte como podría suponerse».
En un comunicado, esa institución independiente sostuvo que «si la sequía no explica los incendios, la retomada de la deforestación sí lo hace. El fuego es normalmente usado (por colonos y hacendados) para limpiar el terreno después de la deforestación».
La Selva Amazónica, el «pulmón del mundo»
Desde el jueves hasta hoy, el Inpe detectó 9.507 nuevos incendios forestales, principalmente en la cuenca del Amazonas, hogar del bosque tropical más grande del mundo y al que se considera vital para contrarrestar el calentamiento global. El incendio se extiende a través de los estados de Acre, Rondônia, Mato Grosso y Mato Grosso do Sul, llegando a la triple frontera entre Brasil, Bolivia y Paraguay.
Con el río más grande del mundo y una fuente de riqueza natural donde conviven innumerables especies de animales y plantas, la Amazonía es hogar de 34 millones de personas, con más de 350 grupos indígenas.
En múltiples publicaciones, usuarios de todo el mundo reclamaron la falta de difusión de esta catástrofe ambiental. “Mientras los expertos sobre cambio climático de la ONU alertan de la importancia de cuidar el suelo, la tierra y los bosques del planeta, el Amazonas lleva 16 días ardiendo”, resaltaron en Twitter.
Instituciones y compañías internacionales, incluida la NASA, mostraron en imágenes satelitales una alta concentración atmosférica de monóxido de carbono (CO) en los lugares donde declaró el estado de alerta ambiental por el aumento de incendios. Santiago Gassó, investigador de la NASA, puntualizó desde su cuenta de Twitter que la superficie de América Latina cubierta por humo era de alrededor de 3.2 millones de kilómetros cuadrados.
Bolsonaro, quien celebró la salida del presidente estadounidense Donald Trump del acuerdo del clima de París y se negó a albergar la Conferencia del Clima de las Naciones Unidas (COP 25), parece ajeno al problema.
Las medidas antiambientales de Bolsonaro
Desde que asumió al gobierno, Jair Bolsonaro dejó en claro que la protección ambiental no iba a ser una prioridad para su gestión. Una de las primeras promesas de campaña de Bolsonaro fue la fusión de dos ministerios contrapuestos, Agricultura y Medioambiente. La decisión fue rechazada por las organizaciones ambientalistas porque advirtieron que el ministerio responsable por incentivar la agricultura y los negocios pecuarios sería el mismo encargado de conceder licencias ambientales para la producción en áreas de preservación.
Como no pudo hacerlo, nombró en la cartera de Medioambiente al abogado derechista Ricardo Salles, ex responsable del área en Sao Paulo, acusado de haber cambiado las propuestas del plan de manejo de un área de protección ambiental para favorecer a empresas privadas. Además, una de sus primeras medidas fue frenar la demarcación de tierras indígenas al decretar que esas decisiones pasen por el Ministerio de Agricultura.
Por otro lado, Bolsonaro prometió abrir las tierras indígenas protegidas por la constitución a la explotación minera y forestal, con la excusa de que los indígenas podrán vivir de esas regalías. Asimismo, planea completar la construcción de Angra 3, una planta nuclear en la costa, entre las regiones de Sao Paulo y Río de Janeiro. La zona destinada para el proyecto es playa Itaorna, conocida por los deslizamientos de tierra que históricamente señalan la inestabilidad del suelo.
Esta planta se complementará con una gran represa hidroeléctrica en Belo Monte, sobre el río Xingú, que forma parte del complejo pluvial del Amazonas.
El Tribuno