Tanquetas, vehículos blindados, camiones, helicópteros y hasta un poderoso sistema de misiles antiaéreos son algunas de las armas que el régimen de Venezuela comenzó a desplegar esta semana en la frontera con Colombia, además de los miles de soldados y milicianos destinados a operarlas.
De acuerdo al dictador chavista Nicolás Maduro, se trata de una serie de maniobras militares ordenadas tras denunciar un supuesto complot de parte de Estados Unidos y Colombia para impulsar un «conflicto militar», y se extenderán hasta el 28 de septiembre.
La acumulación de unidades y recursos bélicos ha contribuido a aumentar las tensiones entre Caracas y Bogotá, históricos rivales que en los últimos días entraron en conflicto por la presunta presencia de disidentes de la guerrilla colombiana FARC dentro de territorio venezolano y su apañamiento por parte de las autoridades.
Las armas y los soldados fueron vistos en el aeropuerto de La Fría, en el estado Táchira (oeste), y luego en diferentes carreteras durante el despliegue.
En el centro de todo este aparatoso despliegue han quedado, sin dudas, los poderosos sistemas de misiles antiaéreos S-125 Pechora-2M (conocidos en la OTAN como SA-3 Goa) de fabricación rusa, que fueron vistos en el aeropuerto de La Fría y en las rutas.
Venezuela adquirió 11 baterías de Pechora y la primera llegó al país en 2011, de acuerdo al centro ruso de monitoreo de tráfico de armas CAWAT. Se trata de un sistema de misiles antiaéreos diseñado en la década de 1960, considerado hoy casi obsoleto entre las principales potencias militares (Rusia los retiró de servicio en la década de 1990), pero que sigue siendo muy capaz en el resto del mundo, operado por numerosos países en Asia, América del Sur y África. Puede derribar aviones, helicópteros y misiles de crucero.
Estas baterías, compuestas usualmente por cuatro lanzadores, radar y control de tiro, fueron utilizadas con mucho con éxito durante las guerras de Vietnam y Yom Kippur, y actualmente siguen actuando en Siria.
Cada lanzador autopropulsado puede disparar dos misiles, cada uno cargado con una ojiva explosiva de 60 kilogramos de peso en su carga usual. Su alcance máximo es de unos 32 kilómetros, a una altura de entre 200 metros y 20 kilómetros, según datos de Rosoboronexport, agencia de exportación de armas de Rusia.
También fueron vistos numerosos vehículos terrestres blindados en la frontera.
Entre estos destaca la presencia de los automóviles blindados Dragoon 300, de fabricación estadounidense y adquiridos en la década de 1980 (antes de que el régimen chavista acudiera a Rusia como proveedor principal de armas). Actualmente el país cuenta con unas 30 unidades.
Estos vehículos de cuatro ruedas fueron recientemente modernizados por el ejército venezolano y se utilizan para el transporte de personal y el reconocimiento ligero, con una velocidad máxima en carretera de 116 kilómetros por hora y una autonomía de unos 600 kilómetros. Está armados con un cañón de 90 mm y una ametralladora de 7,62 mm.
Junto a los Dragoon 300 fueron desplegados los BTR-80A, transportes de tropas anfibio de ocho ruedas de fabricación rusa armado con un cañón ligero de 30 mm y una ametralladora de 7,62 mm. Se cree que Venezuela cuenta con 114 de estos vehículos diseñados en la década de 1980 en la ex Unión Soviética.
Los BTR-80A fueron adquiridos por Venezuela en 2009 y el último lote llegó en 2014. Tienen una velocidad de 80 kilómetros por hora y un alcance de 600 kilómetros, según Rosoboronexport.
En apoyo fueron vistos también numerosos camiones, aviones de transporte de fabricación china Shaanxi Y-8 y helicópteros de fabricación estadounidense y de la familia de los Bell 412.
Mientras que los soldados fueron vistos armados con sus fusiles AK-103 en calibre 7,62mm, de fabricación venezolana bajo licencia y derivados de los famosos AK-47, los también rusos lanzadores portátiles de misiles antiaéreos Igla-S y antitanque RPG-7V2, y los cañones sin retroceso suecos Carl Gustav M2.