Alberto Fernández viajará a Bolivia y Perú para continuar dándole forma a su agenda internacional

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(Gustavo Gavotti)

De ser finalmente elegido en las elecciones del 27 de octubre, la gestión de Alberto Fernández cambiaría el rumbo del país en materia de política exterior hacia lo que desde su entorno definen como «una alternativa regional de centro». Apuntalado por la amplia ventaja conseguida en las primarias, el candidato del Frente de Todos ya ha comenzado a darle forma a su visión y a buscar sus principales interlocutores, tanto a nivel regional como -hasta ahora- iberoamericano.

Luego de su viaje a España y Portural a principio de mes, Fernández continuará con sus visitas esta semana a través de una gira que lo llevará el jueves a Bolivia y el viernes a Perú. Su agenda no ha sido confirmada en su totalidad, pero tendrá como corolario sendas reuniones con los jefes de Estado de ambos países, Evo Morales y Martín Vizcarra, respectivamente.

En este caso, sus acompañantes serán Felipe Solá -quien ya estuvo con él en su último viaje- y los intendentes de San Martín y Hurlingam, Gabriel Katopodis y Juan Zabaleta, respectivamente.

Está previsto que ambos mandatarios reciban a Fernández en sus despachos, un gesto que ilustra las chances que creen tiene el candidato de imponerse en los comicios del próximo mes. Allí probablemente aborden los principales ejes políticos a nivel regional, sobre los cuales el candidato difiere con las políticas encaradas por el presidente Mauricio Macri: la situación venezolana y la relación con Estados Unidos.

La situación venezolana

Con respecto al primer tema, Fernández tendrá conversaciones de distinto tenor con los jefes de Estado. Evo Morales se ha mostrado reticente a condenar las acciones de la dictadura de Nicolás Maduro y es uno de los tres aliados -junto con Cuba y Nicaragua- que le quedan a nivel regional. Además, el mandatario boliviano no forma parte del Grupo de Lima y no reconoce a Juan Guaidó como presidente interino del país caribeño.

(AFP)

(AFP)

No obstante, y en lo que fue interpretado como un gesto de alejamiento, el país decidió abstenerse -en vez de votar en contra- en una votación en la Organización de Estados Americanos (OEA) que respaldó el informe de la Alta Comisionada de Derechos Humanos, Michelle Bachelet, en donde se confirmó que el régimen comete torturas, asesinatos y violaciones  a los derechos humanos de opositores en Venezuela.

Vizcarra, por su parte, tiene una postura que está en línea con la de Macri: lidera al país anfitrión de la instancia multilateral, ha apoyado sus distintas declaraciones de condena al régimen y si reconoce a Guaidó como el líder legítimo de los venezolanos.

Martín Vizcarra

Martín Vizcarra

Fernández ha evitado describir al régimen como una dictadura, pero ha indicado que hay «abusos y arbitrariedad del Estado» y adelantó que, de convertirse en Presidente, impulsaría una postura similar a la que tienen México y Uruguay: es decir, abogar por una salida negociada entre ambas facciones que deje en claro el rechazo a cualquier posible intervención armada en el país caribeño.

Sin embargo, Maduro también apuntó esta semana contra las críticas de Fernández. En una entrevista con Folha do Sao Paulo, el líder chavista fue consultado puntualmente por estas declaraciones y aseguró que «quien lo diga, donde lo diga, es un estúpido». «Venezuela se respeta», fustigó.

Más allá de los dichos de Maduro, el último episodio que marcó el contraste entre las posturas tuvo lugar la semana pasada, cuando distintos países, entre ellos Argentina, aprobaron la convocatoria a los cancilleres de los estados que forman parte del Tratado Interamericano de Asistencia Recíproca (TIAR) -tratado que permitiría pedir ayuda militar extranjera- a una reunión en la segunda quincena de este mes para tratar el «impacto desestabilizador» de la crisis en Venezuela.

Montevideo se abstuvo en la votación y expresó su rechazo a la decisión mientras que México DF, que se retiró del tratado en 2004, se expresó en la misma línea.

La relación con Estados Unidos

Si bien la situación venezolana juega un rol preponderante en el segundo eje, esta es una de las numerosas aristas que compondrían la relación que Fernández apunta a tener con Estados Unidos.

El candidato del Frente de Todos apunta a tener una relación «madura y estable» con el gobierno de Donald Trump. Los equipos de Fernández tienen canales de diálogo abiertos con los representantes de Estados Unidos en el país y la región y no se descarta un viaje en noviembre a Washington DC si resulta elegido.  No habría un estado de tensión perpetua como en la era kirchnerista, pero la relación sería menos cercana que la actual.

«Tenemos que tener una relación madura, pero tenemos que entender también que Argentina encontró siempre su primer vínculo en Europa y tenemos que volver a volcar nuestra mirada a Europa«, expresó Fernández en España.

En su visita el candidato también se reunió con el presidente español, el socialista Pedro Sánchez -calificó el encuentro como «una gran reunión-  y con el jefe de Estado portugués, António Costa.

De este encuentro Fernández se llevó consejos para encarar la potencial negociación con el FMI -organismo cuyo inversor principal es Estados Unidos- como el resto de la deuda soberana, uno de los problemas más acuciantes que debería enfrentar al principio de su mandato.

Fernández con el jefe de Estado portugués, António Costa

Fernández con el jefe de Estado portugués, António Costa

Costa se tomó su tiempo para explicar cómo condujo a Portugal hacia una salida post crisis después del ajuste de 2011 a 2015 que encaró el socialdemócrata Pedro Passos Coelho. Le detalló minuciosamente cómo negoció con el FMI, receta que los argentinos fueron a escuchar para la negociación que creen deberán enfrentar después del 27 de octubre.

Portugal es el modelo que reivindicaron tanto Axel Kicillof como Cristina Fernández y que podría copiar Alberto Fernández. También lo hicieron la ahora ex directora del fondo Christine Lagarde y David Lipton, quienes lo señalaron como un ejemplo para el mundo.

La delegación

Así como la agenda contribuye a delinear los ejes de la posible política exterior de Fernández, sus acompañantes elegidos dan indicios sobre la relación que el candidato construye con los distintos actores políticos dentro del Frente de Todos.

Por un lado, la nueva inclusión de Felipe Solá en la comitiva de un viaje internacional ilustran el peso que el ex gobernador de Buenos Aires podría tener en el potencial gabinete. De hecho, Solá fue uno de los tres asesores de Fernández -junto a Jorge Taiana y Jorge Argüello- que luego de las PASO se entrevistó con Christopher Andino, encargado de la Sección Política de la embajada norteamericana.

La invitación a los intendentes Katopodis y Zabaleta, en tanto, es ilustrativa de la voluntad de Fernández de articular una red propia con los jefes comunales bonaerenses. En paralelo a la relación que tienen con Axel Kiciloff y Sergio Massa, Fernández se perfila también para erigirse como un referente político.

Alberto Fernández con intendentes y los candidatos a gobernador y vice de la provincia de Buenos Aires, Axel Kiciloff y Verónica Magario

Alberto Fernández con intendentes y los candidatos a gobernador y vice de la provincia de Buenos Aires, Axel Kiciloff y Verónica Magario

Un ejemplo de esto tuvo lugar el viernes pasado en sus oficinas de México 337, cuando Fernández se tomó un par de horas para sacarse fotos y filmar videos de apoyo con una veintena de candidatos a intendentes que tienen chances de recuperar municipios que hoy gobierna Cambiemos.

El viaje tendrá lugar en la que era la fecha tentativa de una visita a México por parte de Fernández, audiencia con el mandatario Andrés Manuel López Obrador incluída.

En diálogo con Infobae el pasado 9 de septiembre, el vocero del mandatario mexicano, Jesús Ramírez Cuevas, sí confirmó en diálogo con este medio que «sabían de su visita al país» y «se recibió la solicitud de reunión». Y aunque no la descartó en su momento, si había expresado dudas sobre su factibilidad debido a «la postura adoptada por el gobierno México de no intervenir en los procesos electorales de otros países».

Fuente: Infobae

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