Este domingo a la madrugada, luego de la difusión de una noticia falsa que anunciaba su salida consumada del cargo, el comisario Néstor Roncaglia, jefe de la Policía Federal durante el gobierno de Cambiemos, anunció que presentará su renuncia al cargo el 11 de diciembre, con la llegada de la nueva gestión de Alberto Fernández. Así lo confirmó Roncaglia mismo a Infobae.
Roncaglia perduró con una particularidad: fue el único jefe policial que se mantuvo en el puesto, frente a los cambios cíclicos de cabezas en la Policía de la Ciudad luego de que el ex comisario Pedro Potocar, implicado en un caso de corrupción, o la salida de Pablo Bressi, el ex jefe de la Policía Bonaerense. Fabián Perroni, al mando de la fuerza provincial durante los dos últimos años, con una gestión marcada por los sumarios y detenciones a policías así como la sobrepoblación en comisarías que desembocó en hechos como la muerte de siete detenidos en la 1° de Pergamino en octubre de 2017, presentó su dimisión esta semana.
Fuentes dentro de la PFA no hablan de ningún motivo grave de la salida de Roncaglia, que llegó a un cargo en el directorio de Interpol: históricamente tuvo un buen vínculo con sus jefes políticos, había sido uno de los comisarios más visibles durante la gestión de Sergio Berni como secretario de Seguridad, al mando de la Superintendencia de Drogas Peligrosas. Internamente, Roncaglia cree necesario dejar el puesto ante la llegada de nuevas autoridades, algo lógico que le permitirá evitar una salida menos elegante. Su predecesor, Román Di Santo, entregó el mando desgastado tras versiones centradas en la intervención de la PFA en el caso Nisman a cargo de Elisa Carrió, además de roces internos.
Sin embargo, para Roncaglia otros hablan de “fuego interno” dentro de la fuerza, con “operaciones” motorizadas por WhatsApp e incluso amenazas que recibió Roncaglia mismo. Dos semanas atrás, una supuesta renuncia de la comisario Mabel Franco, la número dos de la PFA, ex cabeza de Asuntos Internos, llegó a varios periodistas. Fue desmentida de inmediato. Las amenazas fueron judicializadas: Roncaglia las recibió luego de la explosión de la bomba en la tumba de Ramón Falcón en el cementerio de Recoleta, así como tras el enfrentamiento entre bonaerenses y federales en Parque Avellaneda en medio de un operativo por un hecho de corrupción policial, una coima a un presunto narco, que terminó con un comisario muerto.
En 2013, Roncaglia sufrió un supuesto intento de robo en su casa de Olivos donde resultó herido de dos disparos. Había 15 vainas servidas en la escena, 13 salieron de la 9 milímetros reglamentaria de Roncaglia. El hecho, investigado por una UFI de Vicente López, fue leído como un simple intento de robo. Otros, seis años después, leen la balacera de otra forma, la vinculan a una declaración de Roncaglia en aquel entonces en un juicio por una gran cantidad de cocaína incautada.
Roncaglia asumió en marzo en 2016 con un acto con 500 personas en el edificio de la central de la Federal en la calle Moreno. Pudo exhibir algo que rara vez un jefe de policía puede exhibir: apoyo de Tribunales. La apertura del año judicial en ese día no restó la presencia de fiscales generales como Mónica Cuñarro, una de las mayores expertas en delitos complejos del país, o Diego Iglesias, cabeza de la PROCUNAR, el ala del Ministerio Público que investiga narcotráfico. Llegaron también jueces de Comodoro Py como Sergio Torres, Daniel Rafecas y Ariel Lijo junto a varios magistrados del conurbano.
Además de dignatarios de policías de Francia, Italia, China, España y Perú, otra presencia fue parte de los rumores de la tarde: “Vino la gente de la DEA”. No es sorprendente, tampoco: los buenos vínculos de Roncaglia con la agencia antidrogas americana pesaron en la balanza de Bullrich y Eugenio Burzaco a la hora de la designación.
Así, Roncaglia encaró un proceso difícil, pero que finalmente lo libraría de potenciales conflictos: el traspaso de las 54 comisarías para la creación de la Policía de la Ciudad, para llevar a la PFA al interior del país y enfocarla en investigaciones complejas, lo que implicó el traslado de efectivos y un nuevo esquema.
Entonces, queda lo que ocurre cada vez que un jefe de policía dimite o se va: jugar al PRODE. Sin un ministro de Seguridad todavía definido oficialmente en el gabinete de Alberto Fernández, muchos en las jerarquías de la Federal especulan con una posible gestión que desgaste a la Federal solo por portar uniforme, se pasan memes entre ellos con “los nuevos chalecos antibalas que nos van a comprar” con un blanco de práctica pegado en el pecho. Los comisarios de alto rango siempre aman un ascenso, pero la silla grande es otra cosa. El sucesor o la sucesora de Roncaglia deberá conjugar, para empezar, ambición, la capacidad de generar consenso interno en la tropa y la buena sintonía con los nuevos mandos políticos. Ya hay un nombre que se repite por WhatsApp. “Es alguien moderno”, dicen.