El Papa postergó su diálogo con Alberto Fernández por su decisión de impulsar la legalización del aborto

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A diferencia de Mauricio Macri, el Papa tiene afinidad ideológica con el presidente electo. Coinciden respecto al protagonismo del Estado para combatir la pobreza, conocen la historia de Perón y Evita, y saben cómo impactan en los países en desarrollo los planes de ajuste del Fondo Monetario Internacional (FMI).

Francisco y Alberto Fernández tienen un canal informal de diálogo y juntos acordaron una agenda política que se puede observar con nitidez: en menos de una semana, representantes de la Iglesia Católica se encontraron con el sucesor de Macri para hablar del hambre y la miseria, dos asuntos estructurales que son preocupación cotidiana en Santa Marta.

Las coincidencias políticas eran tan certeras entre Francisco y Fernández que se tanteó la posibilidad de un encuentro informal en Santa Marta. El presidente electo tiene previsto viajar a Francia en los próximos días, y a continuación embarcar a Roma para encontrarse con las autoridades italianas. No es habitual que el Vaticano reciba a futuros jefes de Estado, pero Fernández es argentino, peronista y exhibe simetrías con las propuestas de la Iglesia para combatir el hambre, la pobreza y la desocupación.

Francisco ya tenía decidido recibir a Fernández antes del 10 de diciembre, y esperaba una comunicación informal para ajustar los detalles del día y la hora. En su agenda estaba la transición presidencial y la situación geopolítica en América Latina. Como plantearon los enviados de Donald Trump a Fernández durante sus encuentros reservados en México, el Papa también está preocupado por eventuales estallidos sociales en toda la región,

Sin embargo, esta posibilidad de audiencia en Santa Marta quedó -en principio- suspendida por la decisión de Fernández de enviar “cuanto antes” al Congreso un proyecto de ley que despenalice el aborto. El viernes a la mañana, Francisco leyó las declaraciones del presidente electo durante la presentación del libro Somos Belén de la abogada Ana Correa, donde ratificaba su posición a favor del aborto. Y dos días más tarde, el domingo a la tarde, el Papa accedió al reportaje que Fernández concedió a un medio porteño.

-¿Este año sale la ley de legalización del aborto?-, preguntaron los periodistas Felipe Yapur y Victoria Ginzberg de Página/12.

-Voy a intentar que salga cuanto antes. No depende solo de mí.

-¿Eso implica que el Ejecutivo puede tener una actitud como la que hubo cuando se trató la ley del Matrimonio Igualitario?

-Yo soy un activista de ponerle fin a la penalización del aborto.

-¿Pero va a haber una instrucción a los legisladores?

-Va a haber un proyecto de ley mandado por el Presidente.

-¿Cuándo?

-Tan pronto lleguemos.

-Se puede pensar que sería en este período de extraordinarias

-Pero tenemos que encarar el tema de otro modo. No se puede convertir en un elemento de disputa entre nosotros. Debemos respetar tanto a la mujer que siente que es un derecho sobre su cuerpo como a la mujer que siente que Dios no le permite hacerlo. Y cuando uno despenaliza y legaliza el aborto no lo hace obligatorio. Por lo tanto, el que sigue teniendo la convicción de que Dios no lo permite que no lo haga. Y respetémoslo. Y respetemos a los otros. Hay que quitarle esa dosis de pañuelo celeste y pañuelo verde. No tiene que haber dos pañuelos,

La réplica del Papa no tardó más que un día. Su amigo, el arzobispo Víctor “Tucho” Fernández, abrió su página de Facebook y escribió el pensamiento descarnado de Francisco: “Vamos al asunto: valoro la capacidad del presidente electo, Alberto, y espero que pueda levantar y pacificar el país. Pero me llamó la atención leer que enviará inmediatamente un proyecto de ley para avanzar en el aborto. Teniendo en cuenta lo que él dijo creo que hay que hacer dos aclaraciones: una cosa es despenalizar a la mujer que ya abortó y otra cosa es legalizar el aborto. La realidad es que casi ninguna mujer va presa por haber abortado. Despenalizar sería simplemente blanquear esa situación. Pero otra cosa es legalizar el aborto libre, facilitar el aborto para quien quiera hacerlo por cualquier causa”, opinó el arzobispo.

Y remató: “Si yo pudiera hablar con Alberto le preguntaría si vale la pena comenzar su mandato con un tema que tanto divide a los argentinos y que tanta tensión ha provocado. Pero me preocupa más otra cosa: yo le escuché decir, antes de las elecciones, que no consideraba que este tema fuera una prioridad o una urgencia, que dividía al país y que había que analizarlo bien y con tiempo. Muchos le votaron confiando en estas palabras”

Cuando en Santa Marta decidieron postergar la eventual audiencia con Fernández, hicieron el siguiente cálculo político: si Francisco se encuentra con el presidente electo, y después no remite el proyecto del aborto, en la Argentina van a pensar que no lo hizo por imposición del Papa. Y en caso contrario, si por afuera del protocolo, el Papa concede una audiencia al presidente electo, y después remite al Congreso la iniciativa del aborto, en el Vaticano se considerará que ya nadie respeta al sumo pontífice.
En este contexto, Francisco enfrió la relación con Fernández, y comunicará por canales informales que no habrá audiencia hasta que se acuerde una visita oficial del Presidente en funciones. El Papa alegará razones de protocolo. Y Fernández, cuando se lo consulte, también dirá lo mismo.

Mientras tanto, y pese a las diferencias sobre el aborto, la Iglesia continuará apoyando el plan contra el hambre que diseña Fernández. “No nos vamos de donde nos necesitan”, explicaron a Infobae desde Roma.

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