Un grupo de más 100 expertos en economía y estadísticas de diversos países emitió un informe en el que descartaron un fraude electoral en las elecciones presidenciales de Bolivia que ganó el depuesto ex presidente Evo Morales.
Según el documento, la Misión de Observación Electoral de la OEA en ese país «no incluyó evidencia que respaldara la declaración» en la que la organización expresó una «profunda preocupación y sorpresa por el cambio drástico y difícil de justificar en la tendencia de los resultados preliminares conocidos tras el cierre de urnas» y frente a esto «se interpretó ampliamente como una acusación de fraude, y después de las elecciones tales acusaciones se tornaron habituales en los principales medios de comunicación».
Antes de la paralización del conteo parcial, Morales tenía una ventaja de 7,9% respecto de Carlos Mesa, con el 84% escrutado. Cuando el número de actas analizadas aumentó a un 95%, Morales se distanció del segundo lugar por 10,6%, el margen necesario para evitar la segunda vuelta. Según el informe, este resultado estaría vinculado a un «sesgo por ubicación geográfica, que significa que los resultados pueden variar dependiendo de cuándo se cuenten los votos de las diferentes áreas (del país)».
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