El Gobierno le pidió a Evo Morales que baje el tono beligerante de sus expresiones

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El día después de que el ex presidente de Bolivia Evo Morales se manifestara partidario de armar “milicias armadas del pueblo” como en Venezuela en el caso de regresar a su país, el gobierno argentino le transmitió su malestar por esas expresiones: le comentó que no compartía el mensaje y le pidió que baje el tono beligerante de su discurso.

La recomendación se dio durante una reunión a solas en el departamento que Morales habita en Colegiales, donde se reunió con dos funcionarios del Gobierno que el lunes se acercaron para transmitirle un mensaje directo del presidente Alberto Fernández: “Argentina no avala las milicias armadas populares porque ello va en contra de todo el espíritu democrático de vivir en paz y bajo los parámetros de los derechos humanos universales”.

Según confiaron a Infobae fuentes calificadas de la Casa Rosada, el Presidente estaba un tanto molesto por las expresiones de Morales, pero no quiso hacer público su malestar para no seguirle el juego al actual gobierno de Bolivia encabezado por Jeanine Añez, al que consideran “una dictadura”.

El malestar que le planteó el Gobierno a Morales se dio antes de la carta que la ministra de Relaciones Exteriores del gobierno interino de Bolivia, Karen Longaric, envió en la noche del martes a su par argentino, Felipe Solá, para pedirle que el gobierno de Fernández repudie públicamente los dichos del ex mandatario boliviano. El encuentro de los funcionarios argentinos se dio el lunes antes de que enviara esa carta y, por otra parte, se aclaró que no van a responder la misiva de un gobierno al que no reconocen.

Los enviados del Gobierno le expresaron a Morales que sus dichos sobre la eventual conformación de “milicias armadas del pueblo” pone en una situación “incómoda” a la administración de Fernández porque no comparte esa idea y lo tiene como refugiado político al ex presidente de Bolivia.

“Ya está planteado el desacuerdo y Evo lo sabe. No vamos a ahondar más en detalles de eso”, ratificó tajante ante Infobae otro funcionario del Gobierno al confirmar la charla con el ex presidente de Bolivia. Según se supo, se le explicó que avalarlo como refugiado en la Argentina tuvo un “costo político internacional” que Fernández asumió y que por ello debía comprender que no era bueno poner en una situación incómoda al Presidente. De hecho, la Argentina se enfrentó a los Estados Unidos y a varios países europeos por apañar a Morales. Ante los planteos de los funcionarios argentinos, Morales comprendió el malestar y se comprometió a bajar el tono de sus dichos.

En rigor, el ex presidente de Bolivia había dicho: “Si volviera (a Bolivia), hay que organizar como Venezuela, milicias armadas del pueblo”. Ello ocurrió durante un encuentro con militantes del MAS en Buenos Aires. Allí hizo referencia a la Milicia Bolivariana, uno de los grupos armados y fuerza de choque de la dictadura venezolana. Maduro las utiliza para vigilar edificios públicos, garantizar el control de precios y el racionamiento de productos en los supermercados, y custodiar la entrega de las cajas de alimentos subvencionados.

La ministra de Relaciones Exteriores del gobierno interino de Bolivia, Karen Longaric, envió en la noche del martes una carta a su par argentino, Felipe Solá, en la que le solicita que el gobierno de Alberto Fernández repudie las declaraciones del ex presidente Evo Morales respecto de su voluntad de organizar milicias armadas si volviera a su país.

En la misiva, que consta de cinco puntos, Longaric asegura que “Morales se ampara en la figura del refugio (político, garantizada por el gobierno argentino) e incita a la violencia, el odio, la discriminación, la subversión y el terrorismo”. “Ha cruzado la línea de la legalidad, resguardándose en gobiernos y territorios que utiliza como base operativa para vulnerar la democracia y el Estado de derecho en Bolivia”, agregó.

En consecuencia, continúa la carta, el gobierno interino manifiesta su “preocupación” por que Morales “induzca a la República Argentina a infringir normas y principios internacionales que prohíben la injerencia en asuntos internos de los Estados, la agresión, la violación de los derechos humanos y el terrorismo, con todo lo que esto implica”.

Desde la Casa Rosada fueron tajantes al evaluar esa carta de la canciller de Bolivia: “No vamos a responder nada y desconocemos cualquier carta del gobierno de facto”.

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