El Gobierno y el FMI definirán esta semana una dura propuesta para bonistas: crecen las chances de default total

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El Gobierno está jugando con los mercados un partido de truco. Ninguno quiere mostrar las cartas antes de tiempo. Y como sucede en este juego, mentir es una opción más a la hora de sacar ventaja. Por eso, tanto entre los inversores locales como en Wall Street se reiteró una y otra vez la misma pregunta, luego de la disertación del ministro de Economía, Martín Guzmán, en el Congreso: ¿está hablando con sinceridad, dice toda la verdad, o miente deliberadamente?

Lo que es innegable es que el ministro logró asustar a la mayoría con su discurso y sus proyecciones. No habrá recorte del gasto público, seguirá la suba de impuestos y recién en 2023 se alcanzaría el equilibrio primario, pese a que el gobierno de Mauricio Macri dejó un rojo de sólo 0,5% tras un fuerte ajuste en 2018 y sobre todo en 2019. “Queremos pagar la deuda, pero no estamos en condiciones de hacerlo”, aseguró ante los legisladores.

En el escenario planteado por el ministro, sería imposible afrontar pagos de capital o de intereses de la deuda hasta dentro de cuatro años. Sería el famoso “período de gracia” que estaría pidiendo el Gobierno a los mercados. Si habrá o no además quita de capital se terminará de definir en las próximas horas, pero las probabilidades son altas.

Los bancos de inversión que acercaron propuestas a Economía plantean la necesidad de cobrar un “endulzante”, por ejemplo un pago en efectivo. Esto haría más digerible la propuesta. Pero está lejos de los planes del ministro. Pagar cash implicaría una fuerte pérdida de reservas que resultaría imposible de remontar en este contexto.

La cuestión a dilucidar es si realmente Guzmán está revelando sus proyecciones con lujo de detalles o en realidad está mintiendo. ¿Cuál sería el objetivo si fuese la segunda opción? Provocar en forma deliberada lo que sucedió el jueves, es decir una fuerte caída del precio de los bonos y la consiguiente suba del riesgo país.

Con una propuesta más agresiva de lo esperado, el precio de los bonos que actualmente cotizan, pero que ingresarán en el canje en el futuro, debería ser menor. Los títulos que antes operaban en zona de USD 45, ahora se acercaron a los USD 40. Y si se confirma que la oferta será finalmente tan dura, es muy probable que caigan todavía más.

Semejante debilidad de los títulos argentinos, razonan algunos, le permitiría a Guzmán avanzar con una renegociación de la deuda más favorable para la Argentina. Con títulos abajo de USD 40, se volvería más fácil para el Gobierno avanzar con una quita mayor y aún así conseguir una buena tasa de aceptación entre los bonistas.

Muchos creen -efectivamente- que el discurso agresivo del ministro apuntó casi exclusivamente a pegarle al precio de los bonos antes de lanzar la oferta. Sería una suerte de “mentira piadosa”, que busca empeorar loas expectativas de los inversores antes de la negociación. Si los mercados tienen pocas esperanzas, una propuesta amarreta pero superior a la esperada tendría mejor receptividad.

Por lo pronto, el Fondo es el gran aliado con el que cuenta Guzmán para llevar adelante una propuesta con fuertes descuentos para los bonistas. El tema principal entre los técnicos de Economía y del organismo pasan justamente por determinar cuál es el verdadero nivel sostenible para la deuda argentina. Es decir cuánto está la Argentina realmente en condiciones de dedicar por año para el pago de capital e intereses. La respuesta es: poco o nada en los próximos años.

El FMI está dispuesto también a poner lo suyo, que básicamente consistiría en darle varios años a la Argentina para empezar a devolver los U$S 44.000 millones que debe, aunque sin quitas de capital. Habrá que ver qué pide a cambio: reformas estructurales, equilibrio fiscal y están siempre presenten en los acuerdos. ¿Admitirá el Fondo ahora que en los próximos años el Banco Central financie al Tesoro con emisión monetaria? No parece fácil que sus técnicos se dejen convencer casi de la noche a la mañana de lo que han sido sus postulados en más de setenta años de historia.

Un informe elaborado por TPCG, una de las sociedades de Bolsa que tiene mayor contacto con inversores extranjeros, lanzó una fuerte advertencia tras el discurso de Martín Guzmán. Según escribió su economista jefe, Juan Manuel Pazos, la perspectiva de una peor propuesta que la esperada para los acreedores aumentó de 30% a 40% las chances de un default total de la deuda.

Aunque Alberto Fernández había señalado que la estrategia no es entrar en cesación de pagos, nadie está en condiciones de asegurar que ello no ocurra. Los bonos emitidos bajo ley internacional tiene cláusulas que requieren entre 66% y 75% de aceptación de los inversores para que el resto entre en la renegociación, aún cuando no esté de acuerdo.

Pero la experiencia de la provincia de Buenos Aires demostró que no es tan fácil llegar a ese nivel. Su gobernador, Axel Kicillof, lo aprendió por las malas.

Además, todo indica que los tiempos serán mucho más largos que los planteados por Guzmán. El 31 de marzo parece una fecha demasiado optimista para llegar a un acuerdo amplio con los acreedores. Si no hay entendimiento para ese momento, el Gobierno seguramente seguirá reperfilando deuda emitida bajo ley local para no perder más reservas. Y así podría estirar dos o tres meses. Todo será válido para evitar un default masivo, que le provocaría otro durísimo golpe a una economía que todavía no muestra señales de haber llegado a un piso luego de una larga recesión.

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