«Levántate, toma tu camilla y camina»

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Por Facundo Gallego, especial para LA BANDA DIARIO

 

Martes IV de Cuaresma

  1. Oración inicial

En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo. Amén.

Señor Jesús, te quiero dar gracias por tu amor y tu misericordia. Bendíceme a mí, a mis familiares y amigos en este día, y protege a toda tu Iglesia y al mundo entero con tu poder y tu gracia.

Que María Santísima nos ayude y nos cuide con su amor maternal, y que nos lleve de la mano hacia el Cielo. Amén. 

  1. Evangelio de Nuestro Señor Jesucristo según San Juan (5, 1-18)

Se celebraba una fiesta de los judíos y Jesús subió a Jerusalén. Junto a la puerta de las Ovejas, en Jerusalén, hay una piscina llamada en hebreo Betsata, que tiene cinco pórticos. Bajo estos pórticos yacía una multitud de enfermos, ciegos, paralíticos y lisiados, que esperaban la agitación del agua. Porque el Ángel del Señor descendía cada tanto a la piscina y movía el agua. El primero que entraba en la piscina, después que el agua se agitaba, quedaba curado, cualquiera fuera su mal.

Había allí un hombre que estaba enfermo desde hacía treinta y ocho años. Al verlo tendido, y sabiendo que hacía tanto tiempo que estaba así, Jesús le preguntó: «¿Quieres curarte?». El respondió: «Señor, no tengo a nadie que me sumerja en la piscina cuando el agua comienza a agitarse; mientras yo voy, otro desciende antes». Jesús le dijo: «Levántate, toma tu camilla y camina». En seguida el hombre se curó, tomó su camilla y empezó a caminar.

Era un sábado, y los Judíos dijeron entonces al que acababa de ser curado: «Es sábado. No te está permitido llevar tu camilla». El les respondió: «El que me curó me dijo: «Toma tu camilla y camina». Ellos le preguntaron: «¿Quién es ese hombre que te dijo: «Toma tu camilla y camina?». Pero el enfermo lo ignoraba, porque Jesús había desaparecido entre la multitud que estaba allí. Después, Jesús lo encontró en el Templo y le dijo: «Has sido curado; no vuelvas a pecar, de lo contrario te ocurrirán peores cosas todavía». El hombre fue a decir a los judíos que era Jesús el que lo había curado. Ellos atacaban a Jesús, porque hacía esas cosas en sábado. Él les respondió: «Mi Padre trabaja siempre, y yo también trabajo». Pero para los judíos esta era una razón más para matarlo, porque no sólo violaba el sábado, sino que se hacía igual a Dios, llamándolo su propio Padre.

Palabra del Señor 

  1. Meditación

Jesús no se queda a distancia de quien sufre, no lo mira desde lejos ni le muestra desinterés. Es más, se acerca con misericordia y le otorga una gracia muy grande: perdón y sanación. Jesús ha venido al mundo para curar nuestro espíritu, lastimado por el pecado y por la soberbia. Esa es nuestra mayor seguridad y esperanza, que Dios perdona y sana nuestras heridas del corazón. Y, muchas veces, su Voluntad es curar también el cuerpo afligido.

Como cristianos, sobre todo en esta cuaresma, conviene que hagamos un pequeño examen de conciencia, identificando esas actitudes o acciones que desagradan a Dios; y pidámosle perdón por ellas. Pero, sobre todo, confiemos en que Él, con su gracia, nos va a ayudar, va a derramar sobre nosotros su gracia abundante para ayudarnos a transformar para mejor.

¡Cuánta alegría despertaremos en el Corazón de Cristo y en el alma de nuestros hermanos!

  1. Oración de petición

Señor, hoy quiero recurrir a Vos, para que derrames el agua viva de tu presencia en mi corazón y me fortalezcas en mis debilidades. Yo soy muy débil, Señor, pero vos sos la fuerza de mi alma, la alegría de mi corazón. No me desampares ni a mí ni a mi familia, y concédenos hoy y siempre el perdón de nuestros pecados. Amén.

  1. Comunión espiritual

Creo, Jesús mío, que estás presente en el Santísimo Sacramento del Altar, llamando, esperando y recibiendo a quienes van a visitarte. Deseo ardientemente poder recibirte, Señor, pero como no puedo hacerlo ahora sacramentalmente, ven al menos espiritualmente a mi corazón.

Alimenta en mi corazón el deseo de poder participar de la Santa Misa, y que pronto pueda volver con todos los hermanos a darte culto, alabanza y recibirte en la Hostia consagrada.

  1. Oración final

Te doy gracias, Señor, por este momento de oración que he tenido en tu presencia. Bendice y protege a todo el mundo del avance del coronavirus, y que el amor de la Santísima Virgen María y la intercesión de San Roque, nos protejan de todos los males y adversidades. Amén.

Padrenuestro, Avemaría y Gloria.

En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo. Amén.

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