Celebración del Domingo de Ramos en nuestros hogares

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(Basado en el subsidio de la Conferencia Episcopal Argentina)

Por Facundo Gallego. Especial para LA BANDA DIARIO 

Todos los años, el Domingo de Ramos nos abre la puerta de entrada a la Semana Santa. En ella, hay un gesto muy querido por todos: la bendición de los ramos que luego llevamos a nuestros hogares.

Lamentablemente, la cuarentena no nos permite congregarnos para celebrar el Domingo de Ramos, sin embargo, nuestros Obispos han visto como algo muy bueno que éste sea celebrado, de una manera distinta, en cada hogar. Que las familias sean quienes se pongan la celebración al hombro y puedan tener su propio Domingo de Ramos. Preparemos nuestro corazón, dispongamos un poco de agua bendita, ramos de cualquier árbol que tengamos (y si los niños se animan, pueden dibujar sus propios ramos), y comencemos la celebración.

1. Inicio de la Celebración (G=guía; R=respuestas)
G: En el nombre del Padre, y del Hijo y del Espíritu Santo.
R: Amén.
G: Después de haber preparado nuestros corazones desde el comienzo de la
Cuaresma, por medio de la penitencia, la oración y las obras de caridad, hoy iniciamos
la celebración del misterio pascual de nuestro Señor Jesucristo, que se realiza por su
muerte y su resurrección. Jesús, luego de un largo camino, ingresó en Jerusalén para
entregar su vida por nosotros.

2. Bendición de los ramos
G: Dios nuestro, aumenta la fe de cuantos esperamos en ti y escucha nuestras
súplicas, para que quienes llevemos hoy estos ramos en honor de Cristo victorioso, te
presentemos el fruto de las buenas obras. Por Nuestro Señor Jesucristo, Tu Hijo, que
vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los
siglos. Amén.
(Rociamos los ramos con agua bendita si hubiere)

3. Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según San Mateo (21,1-11)
Cuando se acercaron a Jerusalén y llegaron a Betfagé, al monte de los Olivos,
Jesús envió a dos discípulos, diciéndoles: «Vayan al pueblo que está enfrente, e
inmediatamente encontrarán un asna atada, junto con su cría. Desátenla y tráiganmelos.
Y si alguien les dice algo, respondan: «El Señor los necesita y los va a devolver en
seguida». Esto sucedió para que se cumpliera lo anunciado por el Profeta: "Digan a la
hija de Sión: Mira que tu rey viene hacia ti, humilde y montado sobre un asna, sobre la
cría de un animal de carga".
Los discípulos fueron e hicieron lo que Jesús les había mandado; trajeron el asna
y su cría, pusieron sus mantos sobre ellos y Jesús se montó. Entonces la mayor parte de
la gente comenzó a extender sus mantos sobre el camino, y otros cortaban ramas de los
árboles y lo cubrían con ellas. La multitud que iba delante de Jesús y la que lo seguía
gritaba: «¡Hosana al Hijo de David! ¡Bendito el que viene en nombre del Señor!
¡Hosana en las alturas! Cuando entró en Jerusalén, toda la ciudad se conmovió, y
preguntaban: «¿Quién es este?». Y la gente respondía: «Es Jesús, el profeta de Nazaret
en Galilea».
Palabra del Señor

4. Reflexionamos en familia
La gente recibe con mucho entusiasmo a Jesús en Jerusalén. Y Jesús entra en la
ciudad montado en una asna, con mucha humildad y mansedumbre. Jesús sabe, además,
para qué entra en la ciudad santa: para entregar su vida por nosotros.
Por eso, en este día los cristianos no sólo estamos alegres recibiendo a Jesús en
nuestras vidas y familias, sino que también vivimos con profundidad la memoria de su
pasión, su entrega, su muerte por amor a nosotros. Jesús murió para salvarnos: dio su
vida para que nosotros tengamos vida; desde la cruz nos ha reconciliado con el Padre.
Nosotros queremos unirnos a Jesús en su entrega por nosotros, y agradecer a
Dios por tanto amor.

5. Confesión de fe
Creo en Dios, Padre Todopoderoso, Creador del cielo y de la tierra.
Creo en Jesucristo, su único hijo, Nuestro Señor,
Que fue concebido por obra y gracia del Espíritu Santo,
Nació de Santa María Virgen,
Padeció bajo el poder de Poncio Pilato,
Fue crucificado, muerto y sepultado,
Descendió a los infierno,
Al tercer día resucitó de entre los muertos,
Subió a los cielos
Y está sentado a la derecha de Dios, Padre todopoderoso.
Desde allí ha de venir a juzgar a vivos y muerto.
Creo en el Espíritu Santo,
La Santa Iglesia católica,
La comunión de los santos,
El perdón de los pecados,
La resurrección de la carne,
Y la vida eterna. Amén.

6. Presentamos nuestra oración

G: Poniendo nuestros ojos en el amor de Dios, manifestado por Jesús en la cruz,
digamos juntos: «Padre, escucha a tus hijos»

Lector 1: Por la Iglesia, presente y viva en los hogares de los cristianos de todo
el mundo, para que transite con esperanza este tiempo y sea fecunda en la oración.
Oremos.

Lector 2: Por los gobernantes y todos los que deben tomar decisiones, para que
lo hagan con la responsabilidad de cuidar la vida de todos, sin excepciones. Oremos.

Lector 3: Por los profesionales y trabajadores que nos cuidan y abastecen en
medio de la cuarentena, para que sientan el reconocimiento y agradecimiento de la
sociedad, y se sepan un instrumento de Dios para la vida de los que más sufren.
Oremos.

Lector 4: Por nosotros, para que, aunque no podamos participar por ahora de la
Eucaristía, sigamos esparciendo las semillas de la Palabra entre nosotros y entre
aquellos con quienes nos comuniquemos. Oremos.

G: Quien lo desee, puede agregar intenciones.
G: Digamos juntos la oración que Jesús enseñó a los apóstoles: Padre Nuestro…

7. Comunión espiritual

G: Como no podemos ir a los templos a recibir al Señor Sacramentado, vamos a
alimentar nuestro deseo de comulgar con su Cuerpo y con su Sangre, y pidámosle que
venga con su gracia en la comunión espiritual:

Si es posible, todos juntos: Creo, Jesús mío, que estás presente en el Santísimo
Sacramento del Altar. Te amo desde el abismo de mi nada, y deseo ardientemente
recibirte. Pero no pudiendo ahora hacerlo sacramentalmente, ven al menos
espiritualmente a mi corazón. Como si ya te hubiese recibido, me abrazo y me uno en
todo a ti. No permitas que jamás me separe de ti. Amén.

8. Oración para colocar los ramos bendecidos en algún lugar especial de la
casa.

G: Bendice, Señor, nuestro hogar.
Que tu Hijo Jesús y la Virgen María reinen en él.
Danos paz, amor y respeto,
para que respetándonos y amándonos
los sepamos honrar en nuestra vida familiar.
Sé Tú, el Rey en nuestro hogar.
Amén.

9. Nos damos un saludo de paz.

10. En el nombre del Padre, y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

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