Este viernes se celebró la fiesta anual de Nuestra Señora de la Dulce Espera con una misa a cargo del padre Gastón Cuello de la parroquia Cristo Rey.
Como cada 15 de mes, la Comisión de Nuestra Señora de la Dulce Espera se encargó de la cada detalle de esta celebración especial, ya que se realizó sin presencia de fieles, pero con el espíritu puesto en pedir la bendición para las mamás embarazadas, las parejas que piden por un hijo y los bebés recién nacidos.
En su homilía, el sacerdote resaltó que se trataba de una fecha muy especial ya que se celebraba la fiesta anual de Nuestra Señora de la Dulce Espera y San Isidro Labrador, el inicio de la novena de Nuestro Señor de los Milagros de Mailín y la continuación de la novena a Santa Rita.
«Que lindo es saber que así como ellos lo hicieron hay personas que quieren seguir de manera auténtica al Señor y para hacerlo se nos da este mandamiento ‘Amense los unos a los otros’, pero no podemos quedarnos sólo con eso sino entender que es de una manera especial ‘Como yo los he amado’ por que ahí vamos a vivir la plenitud del amor.
Jesús vivió el amor hasta el extremo y lo tenemos representado aquí en esta cruz tan signficativa para nosotros. Uno se pregunta si hoy es factible vivir este mandamiento y por qué no, si es Jesús el que lo pide y nos va a dar la fuerza y la gracia para hacerlo; él es nuestro amigo y como tal quiere lo mejor para nosotros.
¿Y cómo voy a vivir este mandamiento del amor? Amando cada cosa que va realizando, poniendo todo de nuestra vida como hicieron los santos y cada una de los que nos han presedido y hasta las personas que conocemos.
Las madres son el ejemplo, son aquellas que viven el amor hasta el extremo, hacen todo lo necesario para poder dar vida, ellas sacrifican cosas por generar vida y eso es amor.
Esta fiesta nos dice mucho a nosotros, en este tiempo en que estamos en la dulce espera que significa esperanza activa, una esperanza a que termine este virus, que la vacuna que tanto ansiamos pueda llegar y rezamos por eso.
Que tomando el ejemplo de la Virgen, podamos tener esa esperanza que esto no es el fin, porque nuestra esencia nos llama a vivir de otra manera. ¿Y qué hacemos para que ello suceda? vos y yo podemos rezar para que estas personas que están trabajando, que han estudiado puedan ayudarnos y darnos una respuesta.
Pidamos para que ustedes y yo perseveremos en el amor, un mundo nuevo es factible, es posible, es real si nosotros amamos como Jesús ha amado. ¿Qué podemos perder? nada; ¿qué podemos ganar? un mundo de felicidad, de bienestar y plenitud. Somos hijos de aquella que tuvo la esperanza y la confianza plena en el Señor, nuestra madre está al lado de nosotros, dejémonos guiar y sanar por María y que ella nos lleve hacia Jesús».
Posteriormente el padre Cuello impartió la bendición a las mamás emberazadas, a las parejas que piden por la llegada de un hijo a sus vidas y por los bebés que nacieron encomendándolos a Nuestra Señor de la Dulce Espera.