El cierre de Nissan en Barcelona abre el primer gran conflicto laboral en plena «coronacrisis»

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La compañía automotriz japonesa Nissan comunicó el cierre de sus centros de producción de Barcelona, lo que supondrá la desaparición de unos 3.000 empleos directos y más de 20.000 indirectos, y desencadenó así el primer gran conflicto laboral en España en un momento especialmente sensible para su economía, golpeada fuertemente por la crisis del coronavirus.

Cientos de trabajadores de la fábrica de la Zona Franca de Barcelona pusieron en marcha las primeras protestas, quemando neumáticos y cortando el tránsito al grito de «guerra», y prometieron pelear hasta revertir la situación.

«Nos han dejado morir, nos han dicho que no somos competitivos, pero vamos a seguir luchando», advirtió el presidente de comité de empresa de Nissan, Juan Carlos Vicente, en las puertas de la fábrica tras reunirse con los directivos de la compañía.

El presidente de Nissan Europa, Gianluca de Ficchy, calificó la medida de «irreversible» luego de asegurar que la planta es «inviable» tras haber analizado «todas las posibilidades incluidas las ayudas ofrecidas por los gobiernos español y catalán».

Ante la gravedad de la situación, que prefigura una ola de protestas, el presidente del gobierno español, el socialista Pedro Sánchez, y el jefe del Ejecutivo catalán, el secesionista Quim Torra, acordaron activar «todos los mecanismos e iniciativas posibles» para forzar a Nissan a revertir su decisión.

Por su parte, el líder del opositor Partido Popular (PP), Pablo Casado, acusó directamente a Sánchez de haber «engañado» a los trabajadores de Nissan -amenazados de cierre desde hace tiempo – y atribuyó la decisión empresarial a la «demonización» que hace la izquierda de la industria.

Tras reunirse en enero con representantes de la alianza Renault-Nissan, el gobierno español dijo que los empleos de la plata de Barcelona estaban garantizados, pero la crisis del coronavirus cambió radicalmente el escenario.

La desaparición de la mayor factoría del grupo japonés en Europa es un mazazo para España, país que está saliendo de la crisis sanitaria provocada por el coronavirus con una economía en incipiente recesión -el gobierno prevé al menos una caída del 9,2% del PBI- y el desempleo en aumento.

Más de 27.000 personas murieron por el brote local de coronavirus que el gobierno español logró controlar imponiendo un duro confinamiento a la población de dos meses que hundió la actividad económica.

Nissan informó al gobierno y a los sindicatos que cerrará a fin de año, una decisión que enmarca dentro de su nuevo plan de reestructuración mundial de tres años, que prevé recortar un 15% de personal – 20.000 puestos de trabajo- y 2.800 millones de dólares en costes, lo que la llevará a abandonar paulatinamente Europa.

La caída de las ventas por la crisis del coronavirus precipitó el proceso que llevará al cierre de la fabrica de Barcelona tras años de caídas en los beneficios y la primeras pérdidas en 11 años.

La planta de la Zona Franca es la única de Nissan en la Unión Europea (UE) tras su salida del Reino Unido, y su cierre era esperado debido a que desde hace tiempo funcionaba por debajo del 30% de su capacidad.

El año pasado, Nissan despidió a unos 600 trabajadores, pero también anunció una inversión de 70 millones de euros que no llegó a concretarse.

«La planta de Barcelona tiene carácter estratégico, ya que abandonar la Ciudad Condal y España es abandonar la Unión Europea, con el consiguiente coste reputacional en un mercado de más de 500 millones de habitantes», afirmó el Ministerio de Industria español en un comunicado que «lamenta» la decisión.

Además, el Ejecutivo español propuso al grupo japonés crear un grupo de trabajo para buscar alternativas.

«Estamos trabajando para encausar todo esto. La información que tenemos es que el coste de las inversiones esperadas es más bajo que el cierre de la empresa», aseguró la vicepresidenta económica, Nadia Calviño, en declaraciones a la TVE.

El Ministerio de Industria destacó que la continuidad de Nissan «tiene sentido económico» para la compañía japonesa, puesto que el coste de cerrar la fábrica podría superar los 1.000 millones de euros, mientras que la adjudicación de un modelo eléctrico requeriría 300 millones de euros.

La planta de la Zona Franca de Barcelona, que funciona desde hace 40 años, produce principalmente camionetas eléctricas y pick-ups, siendo la principal planta europea de Nissan.

La reestructuración que hará la multinacional japonesa afecta también a dos centros productivos satélites en Cataluña, Montcada i Reixach, que se encarga de chapistería, y Sant Andreu de la Barca, que suministra bastidores, además de una unida de I+D y centro logístico en el puerto de Barcelona.

Por el contrario, se salvan del cierre las plantas de Nissan en Ávila y Cantabria, que abastecen con piezas de repuestos las plantas de Renault de España y Francia.

Fuente: telam

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