«Sígueme»

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Por Facundo Gallego. Especial para LA BANDA DIARIO 

1. Oración inicial

En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo. Amén. Señor, te doy gracias por este momento de oración. Concédeme la gracia de vivir tu amor y tu misericordia todos los días de mi vida. Que tu Espíritu ilumine mi corazón para que pueda escuchar tu Palabra y ponerla en práctica en mi vida. Amén.

2. Evangelio de Nuestro Señor Jesucristo según San Juan (21,1.15-19)

Jesús se apareció otra vez a los discípulos a orillas del mar de Tiberíades y le dijo a Simón Pedro: «Simón, hijo de Juan, ¿me amas más que estos?». El le respondió: «Sí, Señor, tú sabes que te quiero». Jesús le dijo: «Apacienta mis corderos».

Le volvió a decir por segunda vez: «Simón, hijo de Juan, ¿me amas?». El le respondió: «Sí, Señor, saber que te quiero». Jesús le dijo: «Apacienta mis ovejas».

Le preguntó por tercera vez: «Simón, hijo de Juan, ¿me quieres?». Pedro se entristeció de que por tercera vez le preguntara si lo quería, y le dijo: «Señor, tú lo sabes todo; sabes que te quiero». Jesús le dijo: «Apacienta mis ovejas. Te aseguro que cuando eras joven tú mismo te vestías e ibas a donde querías. Pero cuando seas viejo, extenderás tus brazos, y otro te atará y te llevará a donde no quieras».

De esta manera, indicaba con qué muerte Pedro debía glorificar a Dios. Y después de hablar así, le dijo: «Sígueme».

Palabra del Señor

3. Meditación

Estamos en el último capítulo del Evangelio de San Juan. Luego de haber resucitado de entre los muertos, Jesús se aparece a sus discípulos tres veces: en el domingo de Pascua, ocho días después para saciar la fe de Tomás, y ahora, a orillas del Tiberíades.

En versículos anteriores a los que la Iglesia nos propone hoy para la meditación, sucede una pesca milagrosa: ciento cincuenta y tres pescados son capturados por las redes de unos discípulos extenuados, pues habían pasado la noche entera sin poder pescar nada. Jesús, que les había indicado hacia dónde debían tirar la red, los esperaba ya para compartir el almuerzo en la orilla.

Entonces, el Señor interroga a Pedro, pidiéndole una triple confesión de su amor para remediar la triple negación que había hecho durante la Pasión de su Maestro. Y, luego de confiarle el cuidado de sus ovejas, el Señor le indica a Pedro con qué tipo de muerte habría de glorificarlo: el martirio.

Así, Jesús reordena la vida de Pedro, quien en otro momento había prometido entregar la vida por el Señor, pero la debilidad terminó huyendo. Ahora, liberado por la Resurrección de Cristo, y fortalecido con la visión del Resucitado, podía abrazar con amor el destino que le esperaba. Dice San Agustín: “era preciso esto, que primero muriese Cristo por la salvación de Pedro, después Pedro por la predicación de Cristo.”

4. Comunión espiritual

Señor, creo que estás presente en el Santísimo Sacramento del Altar. Te amo sobre todas las cosas, y deseo ardientemente poder recibirte. Pero como no puedo hacerlo ahora sacramentalmente, ven al menos espiritualmente a mi corazón. Como si ya te hubiese recibido, te abrazo y me uno en todo a ti. No permitas que jamás me aparte de ti. Amén.

5. Oración final

Señor, te doy gracias por este momento de oración que he podido tener en tu presencia. Que mi vida se vea transformada por tu Resurrección y tu amor misericordioso. Bendice a mi familia, a mis amigos, a la Iglesia y al mundo entero.

Amén.

Padrenuestro, Avemaría, Gloria.

En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo. Amén.

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