Juan Carlos Jiménez Rufino, conocido por todos como La Mona Jiménez, lleva 53 años trabajando en la industria musical. Comenzó su carrera de muy joven, como bailarín y cantante de folclore, hasta que participó en un casting para ser cantante en el Cuarteto Berna y se metió en el mundo del cuarteto. El resto ya es historia: desde 1984 se desempeña como solista y se consolidó como uno de los artistas más reconocidos de la cultura popular.
Después de muchos años sin aparecer en televisión, el músico brindó una entrevista desde su Córdoba natal con el programa La Peña de Morfi, conducido por Gerardo Rozín, en compañía de Jésica Cirio. Además de promocionar su show por streaming, el emblemático cantante interpretó algunos de sus temas más famosos y abrió su corazón con algunas historias de su juventud.
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“A los 10 años me metí en un ballet folclórico y estuve hasta los 13. Fui segundo bailarín de malambo, pero dejé porque no me gustaba que me dijeran La Mona. En el barrio me decían así y a mí me dolía porque yo quería ser Tarzán, ese era mi sueño. Tenía mi árbol en la casa y de ahí le tiraba flechas a la gente del barrio que pasaba. Un día me dijeron ‘vos sos Tarzán, el rey del barrio’. Pero después me decían La Mona y es una injusticia… Mirá la pinta que tengo. ¿Qué tengo que ver con un mono, hermano? Mirá qué lindo muchacho soy”, contó La Mona, por momentos serio, pero también haciendo gala del humor que lo caracteriza.
El cantante continuó con el relato cronológico de su historia para contar con mayor detalle el bullying que sufrió de niño: “Papá me regaló una guitarra eléctrica e hice un grupo de rock. Dejé de bailar folclore porque cuando caían los muchachos, que subían por la tapia de la casa y me gritaban: ‘¡Mona, sacate esa bombacha que vamos a jugar al fútbol!’ Entonces, un día llegué a mi casa, me saqué la ropa, la bombacha, las botas y nunca más bailé folclore”.
“Lo que pasaba es que venía una chica, yo le decía que me llamaba Juan Carlos y de atrás venían los otros y decían: ‘¡Mona, venía a jugar al fútbol!’ A los siete años ya me decían La Mona… Después de estudiar guitarra durante tres años, se la cambié a mi hermano por un rifle de aire comprimido y nunca más volví a tocar la guitarra. Después empezaron a buscar un cantante en Cuarteto Berna, me presenté y me eligieron”, recordó, sobre sus inicios en el cuarteto.
El hombre que le regaló su primera guitarra, su padre, fue su gran sostén durante aquellos años. Él lo acompañaba a todos lados, lo aconsejaba y lo alentaba en los peores momentos. Para La Mona fue un golpe muy duro la muerte del hombre, ocurrida en 1969, cuando tenía tan solo 17 años.
Su padre trabajaba en la Empresa Provincial de Energía de Córdoba (EPEC) y todo parecía indicar que La Mona ocuparía su lugar allí. Sin embargo, no quiso renunciar a sus sueños en la música y se negó: “Le dije a mi mamá: ‘No voy a entrar ahí, yo voy a seguir cantando y voy a triunfar’. Ella me respondió: ‘Hijo, vas a andar pasando la gorra en las peñas…’ Pero le dije: ‘No, estás equivocada, voy a ser un cantante ganador’”. El tiempo le daría la razón.
Respecto a su situación actual y la pandemia del coronavirus, el cantante expresó: “Llevo 53 años cantando música y divirtiendo a la gente de la clase media para abajo. Fui un tipo muy marginado pero de pronto se rompió todo eso… Si antes me odiaba el 100 por ciento, hoy el 50 por ciento me quiere, otro 30 no me quiere y el 20 por ciento no le importa ni mierda lo que hace La Mona. Entonces estoy feliz, a pesar de que no veo la hora de que pase esta mierda que no la quiero ni nombrar hasta que venga la vacuna. Quiero poder cantar con mi público, encontrarme con mi gente que desde todos lados viene a Córdoba para verme”.