En el libro, una conversación con uno de sus biógrafos, el británico Austen Ivereigh, Francisco habla en términos muy personales sobre el tiempo que pasó entre la vida y la muerte.
«Conozco por experiencia el sentimiento de los que están enfermos de coronavirus, luchando por respirar mientras están unidos a un ventilador», dijo.
Francisco era un seminarista de 21 años en el segundo año de sus estudios de sacerdocio en su nativo Buenos Aires cuando una enfermedad que había sido mal diagnosticada como gripe empeoró y tuvo que ser hospitalizado.
«Sacaron cerca de un litro y medio de agua de un pulmón y estaba pendiendo entre la vida y la muerte», afirmó.
Varios meses más tarde, los médicos le extirparon la parte superior de su pulmón derecho. Hoy, se puede escuchar cómo el pontífice de 83 años respira fuerte cuando sube unas escaleras.
«(La experiencia) cambió mi comportamiento», comentó. «Durante meses no sabía quién era, si viviría o moriría, ni siquiera los doctores lo sabían. Recuerdo abrazar a mi madre un día y preguntarle si iba a morir».
Francisco recuerda cómo una monja que trabajaba como enfermera le ayudó a salvar la vida duplicando en secreto las dosis de penicilina y estreptomicina prescritas por un médico.
«Gracias a su contacto regular con gente enferma sabía mejor que el médico lo que necesitaban los pacientes y tuvo el valor de poner a trabajar esa experiencia», afirmó.
Philip Pullella/Reuters