Aunque no celebró esta mañana la misa por el Nuevo Año debido a una «dolorosa ciática», tal como se había anunciado, el Papa reapareció hoy en buen estado para la tradicional oración mariana del Angelus del mediodía. Y auguró a todos un sereno año nuevo, lleno de paz y hermandad.
Transmitido desde la Biblioteca del Palacio Apostólico debido al confinamiento total impuesto en Italia por la pandemia -está prohibido salir de las casas e ir a la Plaza de San Pedro-, el Papa apareció parado frente a un atril, en buena forma y sin dejar ver molestia alguna.
Fuentes del Vaticano cercanas al Pontífice dijeron a LA NACION de que no se trataba de nada grave. El Papa sufre de ciática desde sus tiempos de arzobispo de Buenos Aires, tanto es así que una vez, cuando viajó a Roma en 2007, padeció un fuerte ataque de ciática por el que quedó inmovilizado y es por este problema que muchas veces camina mal, rengueando. Es la primera vez que suspende su participación en eventos -las Vísperas de ayer por la tarde y la misa de esta mañana-, por este problema, por el cual se encuentra bajo tratamiento.
Al respecto, una fuente dijo a LA NACION que probablemente debido a las restricciones que hay en Italia debió suspender las sesiones de fisioterapia, algo que le habría causado el fuerte malestar que lo llevó a decidir suspender su participación ayer y esta mañana en las celebraciones puestas en agenda.
Durante el Angelus, en el que reapareció como si nada extraordinario pasara, el Papa recordó que hoy se celebra la Jornada Mundial de la Paz y que para el mensaje que escribió para esta ocasión eligió el tema de la «la cultura del cuidado como camino de paz».
«Los dolorosos eventos que han marcado el camino de la humanidad el año pasado, especialmente la pandemia, nos enseñan lo necesario que es interesarse por los problemas de los otros y compartir sus preocupaciones. Esta actitud representa el camino que conduce a la paz, porque favorece la construcción de una sociedad fundada en las relaciones de fraternidad», dijo. «Cada uno de nosotros, hombres y mujeres de este tiempo, está llamado a realizar la paz cada día y en cada ambiente de vida, sosteniendo la mano al hermano que necesita una palabra de consuelo, un gesto de ternura, una ayuda solidaria. Y esto para nosotros es una tarea dada por Dios. El Señor nos da la tarea de ser operadores de paz», explicó.
Destacó, además, que la paz se puede construir si empezamos a estar en paz con nosotros mismos -«en paz adentro, con el corazón»- y con quien tenemos cerca, quitando los obstáculos que nos impiden cuidar de quienes se encuentran en necesidad y en la indigencia. «Se trata de desarrollar una mentalidad y una cultura del ‘cuidado’, para derrotar la indiferencia, el descarte y la rivalidad, que lamentablemente prevalecen. La paz no es solo ausencia de guerra. La paz nunca es aséptica, no. No existe la paz del quirófano. La paz está en la vida: una vida rica de sentido, configurada y vivida en la realización personal y en el compartir fraterno con los otros. Entonces esa paz tan ansiada y puesta siempre en peligro por la violencia, el egoísmo y la maldad, se convierte en posible y realizable si yo la tomo como una tarea dada por Dios», indicó.
Vacuna para el corazón
Finalmente, deseó a todos un feliz y sereno 2021. Y pidió que «cada uno de nosotros trate de hacer que sea un año de fraterna solidaridad y de paz para todos, un año de confiada espera y de esperanzas, que confiamos a la protección de María, madre de Dios y madre nuestra».
Por la mañana, tal como se había anunciado, en la misa por el nuevo año -solemnidad de María Santísima Madre de Dios y en la 54 Jornada Mundial de la Paz-, el cardenal Pietro Parolin, secretario de Estado, reemplazó al Papa. En una ceremonia con apenas un centenar de personas y cardenales en la Basílica de San Pedro, Parolin leyó la homilía que Francisco había preparado para la ocasión, que giró en torno del mismo tema del cuidado y de la paz.
«Qué importante es educar el corazón al cuidado, a valorar a las personas y las cosas -escribió el Papa-. Todo comienza ahí, del hacerse cargo de los demás, del mundo, de la creación. No sirve conocer a muchas personas y muchas cosas si no nos ocupamos de ellas. Este año, mientras esperamos una recuperación y nuevos tratamientos, no dejemos de lado el cuidado. Porque, además de la vacuna para el cuerpo se necesita la vacuna para el corazón, que es el cuidado. Será un buen año si cuidamos a los otros, como hace la Virgen con nosotros».