En las primeras horas del que se denominó «Día de la libertad» (Freedom day), miles de jóvenes asaltaron las discotecas de Londres, ávidos por disfrutar de la fiesta sin restricciones.
Pero en el conjunto de Inglaterra reinaba cierta cautela, lejos de la euforia despertada meses atrás con el fin del duro y largo confinamiento invernal.
El primer ministro de Reino Unido, Boris Johnson, inició esta nueva etapa aislado tras haber estado en contacto con su ministro de Salud, Sajid Javid, que dio positivo de coronavirus.
Salas de espectáculos y estadios reabrieron a plena capacidad, las discotecas volvieron a funcionar, la distancia social y el uso de la mascarilla ya no son obligatorios, aunque se recomiendan en transportes y comercios y se exigen en el transporte de Londres.
Johnson se limitó a pedir «prudencia» y desoyó los ruegos de un grupo de influyentes científicos internacionales que advirtieron del «riesgo de socavar los esfuerzos de control de la pandemia no solo en Reino Unido, sino en otros países».
«No hay duda de que el programa de vacunación masiva debilitó en gran medida la relación entre la infección y la hospitalización, así como entre la infección y la enfermedad grave, y esto es algo crucial«, aseveró.
Avancen con la prudencia máxima y el respeto hacia otras personas», agregó, mientras que el líder del Partido Laborista, Keir Starmer, ha calificado la decisión de «temeraria».
Reino Unido es de los países más enlutados de Europa por la pandemia, con 128.700 muertos, y registra el mayor número de contagios diarios en el continente. Actualmente son más de 50.000, pero el gobierno considera que pueden llegar a 100.000 durante el verano boreal.
El número de decesos está contenido (unos 40 por día) pero aumenta, lo mismo que las hospitalizaciones.