En Argentina y Brasil, Ciencia y Tecnología explica aproximadamente el 22% de las exportaciones, en México alcanza el 70%. Además, el valor agregado por trabajador/a en CyT casi duplica el de la economía en total en Argentina y México, y es más del doble en el caso de Brasil. Esto se refleja en los ingresos de las y los trabajadores del sector, que ganan en promedio entre 24% (México) y 65% (Brasil) más que los/as ocupados/as de la economía en su conjunto.
Pero según el documento “Mujeres en ciencia y tecnología: cómo derribar las paredes de cristal en América Latina” de los programas de Protección Social y Desarrollo Económico de CIPPEC, en Argentina, Brasil y México, del total de ocupados/as en los sectores relacionados con CyT, que tienen empleos de mayor calidad y salarios por encima del promedio de la economía, apenas alrededor de un tercio son mujeres.
La proporción es incluso menor si hablamos de trabajadoras con habilidades relacionadas con CyT que además realizan tareas acordes: de esos casos, las mujeres en estos tres países representan menos de un cuarto del total.
“Esta subrepresentación responde a un problema multidimensional. Las barreras que enfrentan las mujeres arrancan a edades muy tempranas y se suscitan a lo largo de sus trayectorias formativas y laborales”, detalla Paula Szenkman, una de las coautoras del documento difundido por CIPPEC.
Si bien las mujeres son mayoría entre quienes estudian carreras universitarias en los tres países bajo análisis, su participación se reduce en los campos de estudio CyT. Esta menor participación se traduce con creces al ámbito laboral. Mientras que las mujeres son el 40% de los egresados de carreras CyT en Argentina, el 34% en Brasil y el 31% en México, son solo el 24% de los ocupados/as CyT en Argentina, el 19% en Brasil y el 20% en México.
“Asegurar la participación de las mujeres en ciencia y tecnología es una oportunidad crucial para evitar que las brechas existentes se ensanchen. Además de mejorar las condiciones de vida de las mujeres, contribuiría a mitigar la reproducción intergeneracional de la pobreza y a impulsar el crecimiento económico inclusivo”, asegura Szenkman.
“Buscamos promover consensos entre actores del sector privado, público, sindical, educativo y de la sociedad civil, y contribuir con propuestas de política para un abordaje integral, que ataque todas las barreras”, agrega el documento que firma Szenkman, junto a Estefanía Lotitto y Sofía Alberro, del área de Protección Social y Desarrollo Económico de la fundación.
El documento detalla además que la estrategia debe incluir políticas educativas y de formación profesional con perspectiva de género para facilitar el acceso de las mujeres al mundo laboral; políticas culturales para derribar sesgos y estereotipos de género en empresas e instituciones; y políticas para lograr una mejor conciliación entre la vida familiar y laboral y fomentar el ascenso de las mujeres a posiciones de liderazgo.
Además, es necesario proveer información pública de calidad y de manera sistemática, y fortalecer y coordinar los esfuerzos del sector privado con el ámbito público.
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