Estados Unidos y Reino Unido advirtieron a Rusia sobre las “graves consecuencias” que significaría una incursión en Ucrania

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Estados Unidos y el Reino Unido alertaron este sábado a Rusia de las “graves consecuencias” que acarrearía una eventual incursión de sus tropas en Ucrania, en el comienzo de la reunión de los ministros de Exteriores del G7.

Los jefes de la diplomacia británica, Liz Truss, y estadounidense, Antony Blinken, se reunieron antes del inicio de la cumbre que se celebra este fin de semana en Liverpool (norte de Inglaterra) y coincidieron en apoyar a Ucrania y en su “profunda preocupación” por la acumulación de tropas rusas junto a la frontera con ese país.

“Ambos dijeron que cualquier incursión por parte de Rusia sería un error estratégico para el que habría serias consecuencias”, señaló un portavoz del Ministerio británico de Exteriores en un comunicado.

Truss y Blinken coincidieron asimismo en la importancia de “defender y promover la libertad y la democracia”, así como en la necesidad de que el G7 muestre un frente unido en ese sentido.

Ambos abordaron de igual manera las negociaciones nucleares con Irán, que se han reanudado en Viena, y subrayaron la necesidad de que el país persa “se involucre significativamente” para tratar de llegar a un acuerdo.

La cooperación bilateral en aspectos como la tecnología o la seguridad, así como la iniciativa “Reconstruir mejor el mundo” para financiar infraestructuras en los países en desarrollo tras la pandemia, fueron otras de las cuestiones abordadas por Truss y Blinken.

“La reunión del G7 de este fin de semana es una muestra de unidad entre las principales economías afines, de que vamos a ser absolutamente fuertes en nuestra postura contra la agresión con respecto a Ucrania”, dijo Truss a periodistas antes de las conversaciones.

Reino Unido, como actual presidente del G7, está pidiendo a sus miembros que sean más elocuentes en su defensa de lo que llama “el mundo libre”.

A principios de esta semana, Truss dijo que la “era de la introspección” para Occidente había terminado y que era necesario despertar a los peligros de las ideologías rivales. Como ejemplos, destacó los riesgos económicos de la dependencia europea del gas ruso y la amenaza de seguridad más amplia que supone la tecnología china.

Rusia fue expulsada del grupo de naciones industrializadas, entonces G-8, tras su anexión en el 2014 de la región ucraniana de Crimea y su ayuda a los separatistas en el este de Ucrania.

Posteriormente, la anfitriona británica se reunió con la nueva ministra alemana de Exteriores, Annalena Baerbock, a quien felicitó por su nombramiento y dio la bienvenida a las reuniones del G7.

Ambas coincidieron en la importancia de que el grupo de los siete países más desarrollados (Reino Unido, Francia, Alemania, Italia, Estados Unidos, Japón y Canadá, más la Unión Europea) haga frente común en la crisis ucraniana.

También resaltaron que los países democráticos deben alzarse frente a “los regímenes autocráticos que amenazan el mundo libre”.

Truss y Baerbock abordaron igualmente el problema con el Protocolo de Irlanda del Norte, que Reino Unido pretende enmendar, y acordaron la “ambición compartida de una solución pragmática” que sea satisfactoria para los norirlandeses.

La británica pasó el relevo simbólico a Baerbock de la presidencia del G7, que corresponderá a Alemania a lo largo de 2022.

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