Se trata del último incidente en una ola de violencia armada que afecta a EEUU, donde se producen unas 40.000 muertes al año por armas de fuego, según el Archivo de Violencia Armada.
El ataque ocurrió un par de semanas después de que un hombre armado abriera fuego en un desfile del 4 de julio en un suburbio acomodado de Chicago que dejó siete muertos y al menos tres docenas de heridos.
Asimismo, tuvo lugar tras dos masacres en mayo: 10 afroestadounidenses murieron a tiros en un supermercado de Buffalo, en el estado de Nueva York; y 19 niños y dos maestros fueron asesinados en una escuela primaria en Texas.
El reciente aumento de la violencia armada reavivó el duro debate sobre la regulación de las armas de fuego en el país. Un comité de la Cámara de Representantes someterá a votación esta semana, por primera vez en casi 20 años, un proyecto de ley para prohibir los fusiles de asalto.
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