“Las acciones más fuertes que tenemos previstas van a dar que hablar. El movimiento piquetero se pinta la cara y suenan tambores de guerra contra el ajuste de este Gobierno que ni siquiera está entregando comida a los comedores populares para los más necesitados”. La advertencia, ante Infobae, la realizó Eduardo Belliboni, el líder del Polo Obrero y referente de la Unidad Piquetera. Es un adelanto de lo que se avecina de aquí a fin de año.
El plan de lucha, que ya fue delineado a través de asambleas que se realizaron a lo largo y ancho del país, será votado y refrendado en un plenario nacional que las organizaciones de izquierda desarrollarán en el Obelisco porteño a partir de las 11 de la mañana del jueves próximo. Se extenderá por varias horas. Participarán unos cinco mil delegados y se generará un caos de tránsito en la zona.
Los movimientos sociales que no están alineados con el gobierno de Alberto Fernández entienden que el momento de las palabras, de las extensas reuniones con el ministro de Desarrollo Social, Juan Zabaleta, se agotaron y que las promesas quedaron en aguas de borrajas. Es decir, había cierta esperanza en que el Frente de Todos pusiera el foco en resolver el tema de la inflación, la falta de trabajo, la pobreza e indigencia, y hasta la llegada de refuerzo de alimentos para comedores y merenderos de barrios postergados pero, según Belliboni, todo se diluyó y quedó en nada.
Según pudo saber este medio, hay regionales de la Unidad Piquetera que ya votaron “medidas muy fuertes”, como cortes de rutas nacionales y acampes prolongados, no solo en la Ciudad de Buenos Aires, sino frente a las gobernaciones y las principales intendencias. Belliboni asegura que algunas de ellas se aplicarán entre el 26 y el 30 de septiembre: “Serán muy, muy fuertes y darán que hablar”, amenaza. “Será una semana bisagra en el plan de lucha en el último cuatrimestre de este olvidable y miserable 2022”.
Con el año en su recta final, un 2023 monopolizado por las elecciones presidenciales, y la atención pública en el atentado contra Cristina Kirchner y la “causa vialidad” que la tiene como cabeza de una presunta organización ilícita; los movimientos sociales opositores saben que se juegan una apuesta a todo o nada con este último plan de lucha para intentar torcerle el brazo al gobierno, que hace equilibrio entre achicar el déficit fiscal, acordado con el Fondo Monetario Internacional, y los reclamos, cada vez más frecuentes y numerosos, en las calles.
El contenido de las exigencias de los líderes piqueteros forma parte de la “agenda general” que ya expusieron en las diez reuniones que mantuvieron con el ministro Zabaleta, y las más del doble con los equipos técnicos y mesas interministeriales.
Desde que el intendente en uso de licencia de Hurlingham llegó al área social, en reemplazo del diputado Daniel Arroyo, desplegó una política de “puertas abiertas” y no le esquivó al bulto a los encuentros con los dirigentes más críticos. Esto, claro está, no significó la solución definitiva al conflicto. Para Zabaleta, el Polo Obrero y el resto de los integrantes de la Unidad Piquetera, como Barrios de Pie-Libres del Sur, reclaman medidas de índole económicas o que atañen a otros ministerios, como el de Trabajo u Obras Públicas, de “cumplimiento imposible”. Según explican en el Ministerio, los piqueteros son conscientes de esto e igual realizan las marchas continuamente: “Es porque representan a partidos políticos con intereses electorales”.
Zabaleta hace referencia, por ejemplo, a la creación de un millón de puestos de trabajo a través de la apertura de obras publicas. O la “universalización del programa Potenciar Trabajo”, una medida que el funcionario, apenas asumió el cargo, avisó que no sucederá. Su objetivo es “empalmar” los planes sociales con empleo legítimo, un anuncio bien intencionado, deseable, pero que en la práctica no ocurre, o sucede en cuenta gotas.
En las movilizaciones, cortes de calles, rutas, avenidas, puentes, ingresos a la Ciudad de Buenos Aires y acampes en la Avenida 9 de Julio y Plaza de Mayo, entre otros puntos neurálgicos y simbólicos, los piqueteros reclamarán “aumento en los haberes de los planes sociales que han sido arrasados por la inflación y un planteo en la apertura de los planes, como el Potenciar Trabajo, porque muchísima gente se ha quedado sin laburo”.
Belliboni recuerda que la universalización de estos programas o el ingreso de un mayor número de beneficiarios es un tema que se le expuso al ministro Zabaleta desde la primera reunión: “Nunca nos escuchó, es más, se fue cerrando a pesar de las necesidades de la clase más desprotegida”.
“El gobierno achica la comida en los comedores, el ingreso a los planes, el aumento en los programas sociales por una cuestión de ajuste comprometida con el FMI”, destaca Belliboni y refuerza: “Llegamos a un momento límite, ya no se aguanta más frente a lo que es el aumento de la demanda de gente que se acerca a los comedores para reclamar un plato de comida y no se lo podemos dar”.
Para la Unidad Piquetera la asistencia social del Gobierno es “pésima” y en nueve meses “solo entrego en cuatro o cinco oportunidades alimentos a los comedores populares”. Para los dirigentes sociales esta carencia, sumada al aumento de los insumos de primera necesidad, “genera un gran enojo en la gente de abajo”, por eso, entiende Belliboni, entre el 26 y 30 de septiembre “se va a concentrar en una gran pulseada”.
-¿Qué significa eso?, preguntó este medio.
-Se está viviendo un clima terrible. Los precios no solo no aflojan, sino que se incrementan. Por eso, se va a concentrar en esa semana una gran pulseada. Vamos a una pulseada fuerte que va a dar que hablar. Literalmente nos pintamos la cara. El movimiento piquetero se pinta la cara y suenan tambores de guerra, de la paz social, no de armada, eso está claro. Nosotros buscamos la paz social.
Andrés Klipphan/Infobae