Stian Jenssen, el jefe de personal del secretario general de la OTAN, recibió críticas hace poco después de que habló acerca de posibles opciones para poner fin a la guerra en Ucrania que no contemplaban una derrota rusa total.
Según el periódico VG de Noruega, durante un panel de debate en ese país, Jenssen declaró: “No estoy diciendo que tiene que ser así, pero pienso que una solución podría ser que Ucrania cediera territorio y obtuviera a cambio la membresía a la OTAN”. Agregó que “a Ucrania le debe corresponder decidir cuándo y en qué términos quiere negociar”, que es la frase estándar de la OTAN.
No obstante, el daño ya estaba hecho. Los comentarios provocaron una condena iracunda por parte de los ucranianos; una aclaración de su jefe, Jens Stoltenberg, así como, al final, una disculpa de Jenssen.
Algunos analistas que han sido reprendidos de manera similar aseguran que los contratiempos reflejan un bloqueo en el debate público sobre las opciones que tiene Ucrania justo en un momento en que la diplomacia imaginativa es más necesaria.
Los aliados occidentales y los propios ucranianos habían puesto mucha esperanza en una contraofensiva que podría cambiar el equilibrio en el campo de batalla, exponer la vulnerabilidad rusa y suavizar a Moscú para un final negociado a los combates, los cuales se han prolongado durante un año y medio.
Incluso los simpatizantes más optimistas de Ucrania no predijeron que se expulsaría a los invasores rusos por completo del país, un resultado que parece cada vez más lejano a la luz de los avances modestos de la contraofensiva hasta el momento.
Dichos funcionarios y analistas indican que las condiciones en el campo de batalla plantean la pregunta de qué se podría hacer fuera de él, incluso si ninguna de las partes parece abierta en este momento a negociar. Otros temen que Moscú pueda interpretar demasiada apertura al diálogo como un debilitamiento de la determinación.
No obstante, dado que incluso el presidente Joe Biden ha declarado que es probable que la guerra termine en negociaciones, Samuel Charap, un politólogo de alto rango en RAND Corp., cree que en cualquier democracia debe haber un debate serio sobre cómo llegar allí.
Aun así, él también ha sido criticado por sugerir que los intereses de Washington y Ucrania no siempre están alineados y que es importante hablar con Rusia sobre un resultado negociado.
“Existe una sensación amplia y cada vez más extendida de que lo que estamos haciendo ahora no está funcionando, pero no hay mucha certeza sobre qué hacer a continuación ni una gran apertura para discutirlo, que es como se llega a una solución. La falta de éxito no ha abierto el espacio político para una conversación abierta sobre las alternativas”, señaló Charap. También opinó: “Estamos un poco estancados”.
Charles A. Kupchan, profesor de la Universidad de Georgetown y exfuncionario estadounidense, opinó que, con el avance tan lento de la contraofensiva y los funcionarios de defensa e inteligencia de Estados Unidos que comienzan a culpar a los ucranianos, los gobiernos occidentales se sienten más vulnerables después de proporcionar tanto equipo y generar esperanzas.
Añadió que la esperanza estadounidense era que la contraofensiva lograra ser una amenaza para la posición rusa en Crimea, lo que pondría a Ucrania en una posición más sólida para negociar. Eso no ha sucedido. “Así que la atmósfera política se ha endurecido y en general todavía existe un tabú político en torno a una conversación obstinada sobre la jugada final”, manifestó Kupchan.
Por supuesto, las negociaciones requieren que ambas partes hablen y, en este momento, ni el presidente de Rusia, Vladimir Putin, ni su homólogo ucraniano Volodímir Zelensky están dispuestos a negociar nada.
Las fuerzas de Putin parecen estar manteniendo sus líneas de defensa y la mayoría de los analistas sugieren que el mandatario piensa que Occidente se cansará de apoyar a Ucrania. Tal vez también tiene la esperanza de que Donald Trump regrese a la Casa Blanca.
Trump ha prometido suspender el apoyo de Estados Unidos a Ucrania y terminar la guerra en un día. Incluso si no es reelecto, podría ser una voz de peso para presionar al Partido Republicano a fin de que limite su apoyo a Ucrania.
Pero tampoco está claro si Zelensky, después de tanto sacrificio ucraniano, se sentiría políticamente capaz de negociar incluso si Rusia fuera obligada a regresar a las posiciones que tenía cuando comenzó la guerra, en febrero de 2022.
En X, antes conocida como Twitter, Mykhailo Podolyak, asesor de Zelensky, escribió: “¿Intercambiar territorio por protección de la OTAN? Es ridículo. Eso significa elegir deliberadamente la derrota de la democracia, alentar a un criminal global, preservar el régimen ruso, destruir el derecho internacional y pasar la guerra a otras generaciones”.
Los funcionarios alemanes están ansiosos por llegar a una solución negociada y están hablando sobre cómo se podría llevar a Rusia a la mesa de negociación, pero solo lo hacen en privado y con especialistas de grupos de confianza, según aseguraron varios de ellos. Sin embargo, los funcionarios también entienden que no pueden presionar a Ucrania de ninguna manera, porque no quieren que Rusia huela su debilidad.
Aun así, tanto en Berlín como en Washington existe un deseo de que la guerra no continúe indefinidamente, en parte porque la voluntad política de brindar apoyo militar y financiero indefinido a Ucrania ya está comenzando a debilitarse, en especial entre los actores de derecha y extrema derecha, quienes están ganando terreno.
No obstante, Constanze Stelzenmüller de la Institución Brookings opinó que, para muchos otros, la sugerencia de una solución negociada o un plan b es demasiado anticipada e incluso inmoral. Expresó que Putin no ha mostrado interés en hablar, pero la generación más joven de funcionarios que lo rodean son, en todo caso, de línea aún más dura, según lo expresado por Tatiana Stanovaya en un artículo de Foreign Affairs.
“Así que cualquiera que quiera articular un plan b con estas personas del otro lado enfrenta una importante carga de pruebas. Putin ha dicho muchas veces que no negociará excepto en sus propios términos, que son la destrucción de Ucrania. No hay falta de claridad en eso”, mencionó Stelzenmüller.
Cualquier plan b creíble tendría que provenir de las principales potencias no occidentales (como China, India, Sudáfrica e Indonesia) de las que Rusia depende para que le digan a Moscú que debe negociar.
Stelzenmüller concluyó: “Estos son los países por los que Putin está apostando. No hay nada que nosotros podamos decir, hacer u ofrecer”.
© The New York Times 2023
Fuente Infobae