En el marco del Día Internacional de la Mujer, las integrantes del Área de las Mujeres (Secretaría de Laicos) de la Conferencia Episcopal Argentina, compartió una reflexión.
En la ocasión señalaron:
Vivimos tiempos difíciles, de profundas confrontaciones. Necesidades de todo tipo, en una
precaria situación económica y social a nivel nacional y mundial, alteran a las personas y a
las comunidades. Discusiones, peleas y enfrentamientos se dan en los medios públicos y
privados, en comunidades y familias.
La violencia en todas sus formas, circula entre nosotros y nosotras, particularmente, nos
aflige la violencia ejercida contra las mujeres, que, lejos de aminorar, crece cada día.
En este día de las mujeres, nuestras oraciones y pensamientos están con quienes más sufren en nuestro país y en el mundo. Nos sentimos especialmente cerca hoy de mujeres,
adolescentes y niñas víctimas de la violencia física que a muchas lleva a la muerte; de
violencia psicológica que las deja emocionalmente heridas y a veces condicionadas de por
vida; de la violencia institucional y social que las priva de sus derechos y posibilidades de
desarrollarse como personas; de la violencia que supone la pobreza con su falta de
oportunidades de alimentarse, educarse, trabajar, criar a los hijos e hijas.
En este contexto nosotras, como mujeres de fe, sin ingenuidad pero con valentía, escuchamos las palabras de Jesús: “Entre ustedes no debe ser así” (Mc 10, 43).
Queremos ser artesanas de paz, en nuestras familias, en nuestras comunidades eclesiales, en nuestros barrios, en nuestros lugares de trabajo y de estudio. Queremos tener esta mirada hacia las realidades de nuestro país y del mundo. Respetar las diferencias, construir a pesar de ellas. Sostenernos en el trato justo hacia el prójimo, con empatía sin atacar ni anular. Esta dura realidad nos demuestra que aún en las tensiones, en las dificultades debemos recuperar la idea de que nadie se salva solo, somos por y con otros, más cuando el contexto requiere la salida colectiva.
Ojalá podamos darnos la oportunidad de no perder la humanidad, la ternura.
El Papa Francisco nos invita a que “hagamos de la no violencia activa nuestro estilo de vida”, tanto en la Iglesia como en el mundo. Esto significa no acomodarse a los criterios de
un mundo en donde la violencia en sus diversas formas, permanece asimilada en cada una de las estructuras sociales. Queremos construir puentes y no muros como nos pide el Papa
Francisco.
Mama Antula nos inspira: descalza, sola, recorriendo distancias enormes pero unida a
Jesús, aferrada a la cruz y con el corazón lleno de amor. Que ella interceda por nosotras,
en particular por las mujeres que más sufren.
Que este 8 de marzo de 2024 sea un día de paz, es nuestro deseo