Los obispos de las Diócesis de Santiago y de Añatuya, dieron a conocer su mensaje a toda la comunidad santiagueña con motivo de celebrarse este domingo Pascua de Resurrección.
En la oportunidad los pastores pidieron, «que se tomen decisiones sabias y prudentes de modo que no paguen las consecuencias los que menos tienen o los sectores más vulnerables, sobre todo los niños, los ancianos y los enfermos».
A continuación compartimos el mensaje completo de monseñor Vicente Bokalic; Enrique Martínez Ossola y José Luis Corral (prelado de la Diócesis de Añatuya):
Queridos hermanos y hermanas:
Un año más nos convoca la Pascua del Señor, oportunidad y ocasión para reafirmar nuestra fe, renovar nuestro compromiso fraterno y animarnos a caminar en la esperanza y en el amor. La centralidad del misterio Pascual de Jesucristo nos señala que el camino de la vida plena pasa por la entrega total de sí en favor de los demás.
El Resucitado nos consuela con su presencia viva y cercana, nos participa de su gozo y de
su paz, nos libera del encierro, de la tristeza y del miedo.
Recibamos el mensaje de consuelo, dejémonos consolar para poder ser instrumento de consuelo para quienes más lo necesitan.
En nuestro contexto marcado por la crítica situación que se vive en el país, acompañando la preocupación por la situación económica de miles de familias y que genera miseria, incertidumbre, impotencia y angustia pedimos que se tomen decisiones sabias y prudentes de modo que no paguen las consecuencias los que menos tienen o los sectores más vulnerables, sobre todo los niños, los ancianos y los enfermos.
Recibamos en esta Pascua la misericordia y la ternura de Dios que nos entrega a su Hijo para traernos vida nueva y digna, vida feliz y vida en abundancia.
Muchas personas viven la falta de horizontes, sienten el vacío de sentido y la soledad,
pedimos que en nuestras comunidades se gesten espacios de contención, cercanía afectiva y compañía amistosa para redescubrir la bendición de ser familia y construir la amistad social en una patria de hermanos sin descartados ni excluidos.
Recibamos el saludo de Paz del Señor Resucitado, que vence al odio, a las tinieblas y a la muerte con el perdón y el amor.
En medio de escenarios de violencias y de conflictos que atravesamos; en una sociedad
agrietada por desencuentros y enfrentamientos, en las disputas egoístas por ganar espacios o por no ceder, que no nos dejemos enmarañar en esta lógica que asfixia y
seamos instrumentos de reconciliación y unidad, promoviendo canales de diálogo para
que en la escucha y el compartir ideas o prácticas germinen proyectos comunes en
beneficio de todos.
Recibamos la audacia, el coraje y la libertad del Resucitado que hace nuevas todas las cosas y que nos dejemos sumergir en su poder transformador.
Que no nos falte la esperanza, porque sabemos que el amor de Dios jamás nos abandona, que las preocupaciones o las dificultades no nos lleven a la resignación o al derrotismo.
Que no bajemos los brazos y ante esta hora desafiante seamos creativos en la caridad y en
la solidaridad, que podamos «dar cuerpo y corazón» a la alegría del Evangelio y remar
juntos para afrontar las necesidades y urgencias que soportamos. Donde parece que todo
está muerto, los brotes de la resurrección vuelven a aparecer por todos lados; en medio
de las tinieblas siempre comienza a florecer algo nuevo, que tarde o temprano da frutos.
Que en esta Pascua como Iglesia podamos ofrecer la cercanía y el consuelo de nuestro Señor Jesucristo. Que su fuerza y ánimo nos alcancen a todos y podamos acompañarnos
mutuamente con sincero corazón. Que cuidemos y prioricemos a nuestros hermanos más
sufrientes, pobres y postergados. Que construyamos espacios de misericordia en medio
de la indiferencia, de todo lo que nos abruma y duele.
¡Feliz Pascua de Resurrección! Salgamos a compartir y ofrecer el consuelo de Dios a su
pueblo, aquel con el que fuimos consolados para llevarlo a los hermanos y hermanas con
quienes caminamos juntos tras las huellas del Señor de la Vida y de la Historia.