Central Córdoba sumó su sexta derrota en la Liga Profesional. Este domingo, en el estadio Madre de Ciudades sucumbió ante Platense.
El primer tiempo no tuvo emociones en ninguno de los arcos. El conjunto, dirigido por el colombinano González Vélez intentó manejar el balón, pero le faltó profundidad.
Careció de cambio de ritmo de mitad de cancha hacia adelante lo que lo convirtió en un equipo previsible.
Por su parte Platense “controló” a Central. Muy “livianito” Segovia, Godoy “pintado” entre los centrales; Atencio demasiado impreciso; sólo algún chispazo de Cabrera o algún intento de desborde de Benítez por izquierda o de Pillud por derecha, ilusionaba al hincha local.
Sin embargo, en la libreta de apuntes solo contabilizamos tres aproximaciones del local: un remate alto de Pillud, entrando por la derecha; un zurdazo mordido de Cabrera que fue mansita a las manos del arquero “calamar” y un zurdazo de Segovia tras un rebote en el área, que se fue por sobre el horizontal. Nada, para todo el dominio que tuvo el local de la pelota. ¿Platense? Cero tiro al arco rival. Sólo algún pelotazo al área (de pelota quieta) y nada más. Orden para defender e intenciones de salir rápido de contra ante alguna pérdida del local; pero se quedó solo en intenciones. Un cero bien grande para los dos.
El segundo tiempo pintaba igual que el primero, sólo que Central se equivocó en un lateral en contra, salió lejos Rak, lo acompañó por detrás Abascia (los dos centrales) y por ese hueco entró Ronaldo Martínez que con un solo toque desparramó a Ingolotti y definió suave al primer palo para el 1 a 0.
El gol en contra no “despertó” a Central ni mucho menos. El equipo entró en esa “siesta” interminable y diez minutos después, tras un centro desde la derecha, Sasha Marcich con un golpe de cabeza anotó el 2 a 0. Sí, antes de los 15 minutos, a Central Córdoba le hicieron dos goles, como ocurriera en las primeras fechas del campeonato (las cinco primeras, cuando el equipo era prácticamente otro).
A partir del cero-dos, Platense que estaba súper cómodo con el cero a cero, estuvo prácticamente con una reposera en el campo de juego, con las manos en la nuca, fumando un abano. Y Central desnudó todas sus falencias, sobre todo ofensivas. ¡Una anemia! Mamita. Un juego intrascendente. No pateó al arco el “ferro” en el segundo tiempo, pese a disponer de mayor tiempo la pelota en sus pies.
El entrenador colombiano metió cambios, pero no logró revertir el trámite. El arquero Sumavil “ni se bañó” (dirían en el barrio). No lo exigieron nunca.
Fuente: abcdeporte