Botafogo disputará su primera final de Copa Libertadores

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En busca del milagro, Peñarol batalló pero no le alcanzó: con un doblete de Jaime Báez venció 3-1 a Botafogo, que sentenció la historia con un golazo del argentino Thiago Almada y avanzó a la final de la Copa Libertadores por primera vez en su historia, donde ya espera Atlético Mineiro, tras un marcador global de 6-3. El local, que quedó lejos de la hazaña por el aplastante 0-5 que sufrió en la ida, padeció una insólita expulsión de Aguerre y el VAR anuló un penal para la visita, que también quedó con 10. Se jugó en el Centenario, por pedido expreso de Conmebol.

Una utopía. Una remontada sin precedentes, rozando la tragedia, era lo que tenía que suceder en el corazón de Montevideo, Uruguay, para que el equipo de Diego Aguirre le arrebatara la clasificación al partido definitorio en Buenos Aires al combinado carioca, que se dio el lujo de guardar a algunos jugadores titulares en pos de cuidarlos para lo que viene.

Sin embargo, esa decisión del técnico Artur Jorge, que para muchos fue “sobrar el partido”, se vio amenazada ante la abrumadora actitud del Manya, haciéndole honor a la garra charrúa. Con el apoyo de su gente, que colmó el Centenario, la búsqueda de la épica se vio exaltada tras el golazo de Jaime Báez, quien sacó un remate sorpresivo de media distancia y sorprendió a John Victor, una de las incipientes figuras al cabo de los 45 minutos.

Con el ímpetu de la ventaja, el Carbonero, que achicaba la distancia, aunque le faltaban seis goles para la remontada, fue por más: por medio de la pelota parada, el cabezazo de Rodrigo Pérez hizo estallar el palo y en una segunda instancia, Alexander Barboza, en su afán de despejar, de milagro no le dio el segundo gol a Peñarol.

Antes de que comenzara la segunda parte, todo el viento que parecía correr a favor del conjunto uruguayo se echó a perder por una insólita acción del arquero Washington Aguerre, quien pisó a su compañero de posición, John Victor, durante el entretiempo y dejó a su equipo con uno menos durante todo el complemento.

Esa situación conmovió a los jugadores de Peñarol, que, ni bien comenzó el segundo tiempo, fueron beneficiados por una inusual determinación del árbitro Piero Maza, quien, en una primera instancia, cobró la máxima para Botafogo tras una mano accidental de Guzmán Rodríguez. Sin embargo, la jugada continuó unos segundos hasta que el chileno pitó y Vitinho convirtió el empate parcial en Montevideo. A instancias del VAR, el penal fue anulado y el encargado de impartir justicia ya había anulado el tanto del brasileño, que debía haber sido válido.

La insólita decisión del árbitro Piero Maza, que cobró penal para Botafogo, le quitó la posibilidad de anotar el empate a Vitinho y luego anuló la decisión.

En un abrir y cerrar de ojos, Jaime Báez convirtió su doblete, permitiéndoles a los charrúas seguir soñando. Más aún con la expulsión de Mateo Ponte, quien recibió, en dos jugadas consecutivas, dos tarjetas amarillas que le terminaron costando la roja y la ausencia en la final de la Copa Libertadores, el 30 de noviembre en el Estadio Monumental.

A menos de cinco minutos para el final, el argentino Thiago Almada selló la historia para Botafogo, aunque todavía tenía más capítulos antes del cierre: Facundo Batista estampó el tercero de Peñarol, aunque no le alcanzó al Carbonero que dio batalla.

Así las cosas, el equipo brasileño dirigido por Artur Jorge disputará, por primera vez en su historia, la final de la Copa Libertadores, ante ni menos que Atlético Mineiro, el 30 de noviembre en el Estadio Más Monumental de Buenos Aires.

Fuente: tyc sports

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