El G20 de Brasil inicia mañana con un objetivo geopolítico que sus principales protagonistas buscan coronar cuando concluyan las deliberaciones en el Museo de Arte Moderno de Río de Janeiro: aprobar una resolución final que pueda actuar como contrapeso de la agenda que ejecutará Donald Trump cuando se convierta en presidente de los Estados Unidos.
El peso específico del documento final del G20 -conocido en la jerga diplomática como comuniqué– será relativo si se lo analiza desde la perspectiva de los jefes de Estado que lo firmarán este martes 19 de noviembre en Rio de Janeiro.
Es decir: en el próximo G20 que se hará en Sudáfrica, Lula estará muy solo frente a Trump, que ha tenido siempre una posición muy agresiva contra este organismo multilateral. Aún más: los posibles sucesores de Scholz y Trudeau comparten las ideas del próximo presidente de los Estados Unidos.
“Lo primero que tenemos que decirle al presidente Trump es lo siguiente: creo que nosotros dos, como jefes de estado de dos países importantes, tenemos que tener una relación muy civilizada y muy democrática”, sostuvo Lula en declaraciones periodísticas.
Trump ya deslizó qué piensa de Lula y de la importancia del G20 de Brasil. Postergó en el tiempo un llamado que Lula pidió tras su triunfo electoral, y cuando le toque participar en un G20 se comportará cómo lo hizo durante la cita en Osaka (Japón), adonde presionó a fondo para eliminar del texto final todas las menciones al cambio climático.
El presidente electo de los Estados Unidos tiene sintonía ideológica y personal con Jair Bolsonaro, y será refractario con Lula, que la semana pasada dialogó treinta minutos con Biden acerca del G20 y su comunicado final. Biden avaló las propuestas del líder brasileño, pero poco puede hacer desde su condición de Pato Cojo.
Además de la defensa del concepto de Cambio Climático, la mayoría de los socios del G20 apoyan la agenda de crecimiento sostenible 2030 y la necesidad de remozar la arquitectura geopolítica de las Naciones Unidas, el Fondo Monetario Internacional (FMI) y el Banco Mundial (BM).
Tras estos objetivos puntuales, Lula logró el consenso necesario para debatir estos asuntos de gobernanza global durante las dos sesiones del G20 que deliberará en el Museo de Arte Moderno.
Trump rechaza la propuesta 2030, y cree que esos organismos multilaterales -diseñados en la conferencia de Bretton Woods– son una sombra del pasado que sólo sirven a países que rechazan los conceptos básicos de la democracia moderna.
La resistencia política a las propuesta del G20 tendrán su primera prueba con la posición que exhibirá Javier Milei durante la cumbre de Rio de Janeiro. El presidente argentino es amigo personal y aliado en América Latina del líder republicano, y rechaza el impuesto a los super ricos, la agenda 2030 y el acuerdo de París sobre Cambio Climático.
La mirada que despliegue Milei en las sesiones del G20 será una réplica exacta de la perspectiva ideológica de Trump. Ambos estuvieron juntos hace 72 horas en Mar -a-Lago, y la sintonía fue perfecta.
“Milei y Trump son dos amigos que se respetan y piensan igual sobre el mundo”, sintetizó Gerardo Werthein, ministro de Relaciones Exteriores de la Argentina.
El G20 de Presidentes y jefes de Estado inicia mañana en Rio de Janeiro, que se transformó en una ciudad blindada. Lula desplegó a 9.000 oficiales y suboficiales de las Fuerzas Armadas de Brasil y 15.000 policías militares, que tendrán la misión de proteger al poder global en la ciudad más peligrosa de América Latina
Fuente Infobae