“Andá a la mierda”, soltó Mirtha Legrand, con una sonrisa y casi sin advertir lo que había dicho o, por el contrario, esta vez lo manifestó sin necesitar de fingir pudores. Su exabrupto lo lanzó en su programa cuando le preguntaron por qué se negaba a volver al cine: terminó diciendo que le parecía “horrible” que la pantalla grande solo pudiera ofrecerle papeles de “viejecita”. Ella, ejemplar único en el mundo de una industria audiovisual que siempre privilegió la juventud y las “caras nuevas”, a los 97 años le sigue haciendo “ole” al “viejismo”, la discriminación y prejuicios hacia las personas mayores. Solo un vistazo de zapping a nuestra pantalla nacional: mujeres experimentadas del espectáculo están al frente de las apuestas televisivas fuertes de Telefe y El Trece.
Netflix anunció que está en marcha una serie biográfica sobre Moria con Armando Bo como showrunner. “Ellos me convencieron, pero no me hice rogar tanto. La recompensa era buena”, esbozó, en LAM sobre su contrato. Porque si el mundo es capitalista y las personas de la tercera edad son el descarte de este (se cree que en 2050 el 80% de la personas mayores vivirán en países de ingresos bajos y medianos, según informa la Organización Mundial de la Salud), que una señora de más de 70 se plante para contar su vida, una que tiene todos los elementos de un coctel de controversia, cultura pop y clima de época, y que por esta desembolsen miles de dólares no deja de ser una gran provocación para algunos.
A los 80 años Susana Giménez regresó con su show en Telefe y ni siquiera sus despistes, ya clásicos y parte constitutiva de su ADN de diva, pueden apagar su irradiante carisma. A sus pies María Becerra, como Lali y Nathy Peluso, la veneraron. “Gracias por todo lo que nos inspiraste todos estos años y todo lo que nos seguís inspirando”, le dedicó la intérprete de “Vivir así es morir de amor” y “Mafiosa”, tomada de su mano.
“Pertenezco al mayor sector de la población discriminada de la Argentina, somos casi 10 millones de ancianos que sufrimos el acoso del ´viejismo´. Y esto tiene que ver con muchos motivos; uno de ellos, es el hecho de entender la imagen de la vejez como algo oscuro. El viejo o la vieja son personas deprimidas, aburridas, que dicen cosas que no interesan, cuya principal actividad es esperar. Ya sabemos esperar qué”, resumió Pacho O’Donnell, en noviembre del año pasado en una entrevista con Infobae, tras la presentación de su libro La nueva vejez, ¿La mejor edad de nuestras vidas? (Editorial Sudamericana).
En el programa de su debut de este año, Susana recibió una frase con malicia de boca de Cristian Castro. “¡Felices 80 años!”, le arrojó el cantante, vestido de traje satinado en blanco y amarillo pato. “¡Qué horror, Cris!”, se espantó la conductora, pero le bastaron dos segundos para dar una respuesta acorde a aquello que en 1970 trazó Simone de Beauvoir. “La vejez es un destino”.
“Es así. Qué vamos a hacer. Lo digo y hay que disfrutarlo porque en la vida nos va a pasar a todos y si no nos sucede, es porque partimos. Así que es mejor que pase”, terminó soltando la diva de los teléfonos, con resignación pero también con sabiduría. Tal vez los 70, los 80 o los 90 no sean “los nuevos 40″. No tienen por qué serlos.
“Hoy los viejos somos los revolucionarios”, sentencia la filósofa Esther Díaz desde la actualidad. Algo que en 1980 Jean-Paul Sartre tenía bastante claro. “La vejez es una realidad mía que no siento, pero que los otros sienten. Me ven y dicen ‘ese viejo’, y son amables porque pronto moriré: los otros son mi vejez”, decía. A estos otros, Moria Casán siempre tiene unas palabras para dedicarles. ¿Quiénes son?
Fuente Teleshow