
Todas las rutinas de belleza comienzan de la misma manera: limpieza facial, sueros, humectantes, protector solar. Pero aunque estos pasos son fundamentales, cada vez más evidencia científica muestra que el verdadero cambio en la piel empieza en el plato. “Somos lo que comemos”, decía el filósofo alemán Ludwig Feuerbach, y en el caso de la piel, esa frase cobra una dimensión literal. Lo que se ingiere a diario puede mejorar —o deteriorar— visiblemente la textura, el tono y la luminosidad del rostro.

¿Cómo influye la alimentación en la piel?


Alimentos que ayudan a tener una piel sana
Los alimentos que aportan beneficios a la piel son aquellos ricos en vitaminas, minerales, antioxidantes y grasas saludables. Uno de los grupos más destacados es el de las frutas y verduras ricas en vitamina C, como el tomate, pimiento morrón, brócoli, frutillas, naranja, kiwi y kale. Este nutriente promueve la síntesis de colágeno y combate el estrés oxidativo, previniendo la formación de arrugas y manchas. Un solo kiwi o una porción de 160 gramos de arándanos cubren la dosis diaria recomendada de vitamina C.
Los carotenoides, pigmentos presentes en vegetales de colores intensos como la zanahoria, la batata y los pimientos, tienen propiedades antioxidantes y antiinflamatorias. Estos compuestos pueden transformarse en vitamina A, que es clave para la regeneración celular y el sistema inmunológico. Según explicó a Newsweek la nutricionista Kate Taylor, fundadora de Eat Drink Think Nutrition, un servicio de terapia nutricional, “consumir de forma constante frutas y verduras con carotenoides de colores puede contribuir a un aspecto saludable de la piel, porque también son antioxidantes antiinflamatorios”, afirmó.

Los estudios afirman que el Omega 3, presente en pescados grasos como el salmón, las sardinas y las anchoas, así como en semillas de chía y lino y en las nueces, es otro aliado indispensable. Estos ácidos grasos esenciales contribuyen a preservar la barrera de hidratación de la piel, evitando la pérdida de agua y mejorando la elasticidad.
El zinc, presente en semillas de calabaza, lentejas y castañas de cajú, regula la producción de sebo y favorece la curación de heridas. Su efecto antiinflamatorio es particularmente útil para personas con acné o piel grasa, según los estudios. También es necesario mencionar los alimentos que, sin contener colágeno, contribuyen a su producción o conservación: caldo de huesos, carne con cartílago, huevos, productos lácteos y frutas ricas en vitamina C.
Entre las preparaciones recomendadas se destaca un jugo antioxidante compuesto por zanahoria, frutilla y naranja. Esta bebida, además de refrescante, reúne carotenoides, vitamina C y agua. Se le pueden añadir semillas de chía para aumentar su densidad nutricional y potenciar sus beneficios para la piel.

Consejos para tener una piel sana
La clave para una piel saludable no reside solamente en la elección de alimentos, sino también en los hábitos generales que se mantengan a lo largo del tiempo. A continuación, algunos consejos respaldados por profesionales:
- Beber agua en cantidad suficiente: al menos 1,5 a 2 litros diarios, preferentemente en forma de agua pura y no como reemplazo con infusiones o bebidas azucaradas.
- Reducir el consumo de alimentos ultraprocesados: aquellos que contienen conservantes, aditivos o ingredientes poco identificables deterioran la salud cutánea. La llamada “comida chatarra” puede obstruir la circulación y favorecer procesos inflamatorios.
- Incorporar variedad de frutas y verduras: no solo aportan vitaminas y minerales, sino también fibra y compuestos bioactivos que protegen la piel de factores ambientales.
- Incluir grasas saludables en la dieta: optar por pescados grasos, aceite de oliva, frutos secos y semillas para mantener la hidratación y elasticidad.
- Evitar el alcohol en exceso: las bebidas destiladas alteran la microcirculación y afectan negativamente la epidermis.
- Elegir formas de cocción saludables: al vapor, al horno o crudo en ensaladas, para preservar los nutrientes sensibles al calor.
- Consumir alimentos ricos en colágeno o que estimulen su síntesis: como caldo de huesos, piel de pescado y carnes con cartílago, en combinación con vitamina C.
Fuente Infobae