Cuando José Pekerman asumió su cargo al frente de la Selección de Colombia, uno de los primeros pedidos que le hizo a la Federación Colombiana de Fútbol fue mudar la localía al estadio metropolitano Roberto Meléndez.
El técnico argentino necesitaba recuperar la relación entre el público y los jugadores. Y aquí, especialmente, la gente enloquece con la Selección. Y también buscó Pekerman el aprovechamiento del calor agobiante de esta ciudad. A pocos minutos de comenzado el partido, la sensación térmica trepó a 38 grados y la humedad estaba por encima del 71 por ciento. Sin embargo, en el campo de juego, era muy superior. Todo gracias a la táctica de los aspersores que impuso Don José desde su llegada al fútbol colombiano.
Pekerman mandó a instalar 15 grifos distribuidos específicamente en cada tramo del verde césped del Metropolitano. El agua fluye y el vapor hace más caliente cada rincón del terreno. Para los futbolistas locales, que están habituados a jugar bajo este clima infernal, no representa un mayor problema.
Este martes, sin ir más lejos, Junior se entrenó a la hora del partido. Y en este verano permanente que propone Barranquilla, el equipo colombiano suele entrenarse a las 7 de la mañana o a las 7 de la tarde.
Boca prefirió hacer su rutina previa en el estadio Romelio Martínez, inaugurado el sábado. Y se trajo varios litros de agua, claro. Para combatir al enemigo invisible, ese calor que derrite.
BARRANQUILLA. ENVIADO ESPECIAL de Clarín