Mauricio Macri se despedirá este jueves de las cumbres semestrales del Mercosur de las que participó a lo largo de cuatro años. En ese tiempo, atravesó un momento clave del bloque: la celebración del acuerdo de libre comercio con la Unión Europea. Esa fue, sin duda, la ambición en la que invirtió sus esfuerzos. Soñó con verla realizada a fines de 2018, en la cita del G20 en Buenos Aires. Pero tuvo que aguardar la asunción de un nuevo jefe de Estado en Brasil, Jair Bolsonaro, para que se concretara esa aspiración. Hoy, el Presidente calificará de “éxito” el 2019: por la firma de ese preacuerdo y de otro con el EFTA, la sigla que define la Asociación de Libre Comercio de cuatro países europeos que no están en la UE: Suiza, Noruega, Islandia y Liechtenstein.
Ayer, sobraron los ejemplos de cuánto celebran los gobiernos del bloque regional lo que califican como “avance rotundo”. En el Spa del Vinho, una suerte de palacete construido en la cima de un viñedo, los cancilleres se deshicieron en elogios a sus colegas y se felicitaron mutuamente “por los objetivos alcanzados”. Ernesto Araújo, el jefe de la diplomacia de Itamaraty, reconoció el valor del mercado común sureño.
«El Mercosur es fundamental para nuestro proyecto de transformación de Brasil”, confirmó en la apertura de la reunión del Consejo del Mercado Común que, como es de práctica, precede a la cumbre presidencial. Y luego, el ministro saludó efusivamente a sus colegas, el argentino Jorge Faurie y el uruguayo Rodolfo Nin Novoa, cuyos gobiernos están de salida. Y los recordó como funcionarios proactivos en la “apertura” al mundo del bloque y su integración a las cadenas internacionales de producción. Novoa se emocionó al final de su discurso y, conmovido, dijo: “Gracias Jorge por estos esfuerzos compartidos durante tantos años”.
Araújo recogió el guante y sentenció: “Esto habla de los fuertes lazos de hermandad que existen en nuestro bloque”. En una notoria sintonía con el ministro brasileño, Faurie reivindicó el proyecto del bloque regional al que definió como de defensa de la “libertad, la democracia –como su sustento—y el desarrollo de economías competitivas en el mercado internacional”. Y luego se explayó: “El Mercosur siempre tuvo ese compromiso”.
Al igual que Nin Novoa, a quién agradeció “sus palabras” de elogio, el ministro subrayó “que el semestre fue de éxitos, con resultados significativos”. Pero también tuvo el cuidado de advertir que el “bloque siempre fue una unión aduanera imperfecta y no tenemos por qué asustarnos de eso”. Fue entonces que convocó a “seguir trabajando por la reformulación del arancel externo común”.
Este es uno de los temas más sensibles en discusión dentro de la región. Hay un plan, motorizado especialmente por Brasil para abrir y “modernizar” el Mercosur que supone una reducción de los impuestos aduaneros cobrados sobre mercancías y servicios procedentes de terceros países. Según afirman en Brasilia, a ellos les interesaría reducirlos a la mitad.
“Nuestro plan era iniciar la reducción del arancel ya en 2020”, admitió Araújo. Pero esas aspiraciones se complicaron por la discontinuidad de los gobiernos, luego de las elecciones en Uruguay y en Argentina. Tanto Faurie, como el ministro de la Producción Dante Sica, juran que jamás estuvo en los planes del oficialismo imponer al equipo de Alberto Fernández un hecho consumado. “Lo que se trató, en este tiempo, fueron cuestiones técnicas. Y coincidimos que cualquiera fuera la modificación que se introduzca en el AEC, exigirá el consenso de los empresarios” dijeron los argentinos.
Pero el equipo de Alberto Fernández, que tomará cuenta del país el 10 de diciembre, rechaza presiones para resolver rápidamente la cuestión, como le gustaría ver al presidente Jair Bolsonaro y su ministro de Economía Paulo Guedes. A eso se refirió, aunque en forma tangencial, el ministro brasileño de Relaciones Exteriores. Fue cuando dijo: “Salimos de la caverna y pasamos a la luz del sol. No volveremos a ellas donde vivíamos en la oscuridad.
Ahora el Mercosur dejó de ser un freno y se convirtió en un acelerador”. Por si hubiera alguna duda, insistió: “Podemos escondernos en la obscuridad y vivir en una economía controlada por los amigos del rey. No es lo que queremos en Brasil”. Para el jefe de Itamaraty, ahora “las reformas generan confianza en los inversores internacionales. Todos quieren invertir y negociar con los países del Mercosur”.
No fue el único en exteriorizar esa percepción de los “los nuevos tiempos”. El uruguayo Nin Novoa reivindicó: “·2019 va a pasar a la historia por varios hitos: firmamos el acuerdo con la Unión Europea y luego con el EFTA. Demostramos, así, que los cambios en nuestro bloque no se iniciaron ni se terminaron en las negociaciones con la UE”. Fue entonces que lanzó su reflexión acerca del curso actual y futuro que debería tener el bloque: “Mercosur quiere abrirse al mundo, y eso es lo que le va a permitir colocar sus productos en condiciones ventajosas en otros mercados”. Recordó luego: “Nosotros sembramos y otros cosecharán. Demostramos nuestra capacidad de empezar y terminar un acuerdo en 2 años y en 20 rondas de negociación. Peleamos por un Mercosur moderno que sea una herramienta dinámica”.