Como en otros procesos electorales alrededor del mundo, la campaña por el balotaje de este domingo en Chile -marcado por la urgencia de los candidatos de revertir la alta abstención- estuvo atravesada por una vorágine en las redes sociales de acusaciones cruzadas, golpes bajos y una campaña de fake news y desinformación.
En horario central de la TV chilena, algunas de sus plumas más prestigiosas denunciaron esta semana que el fenómeno provoca un clima de intoxicación en la campaña y hace que los electores se sumerjan en un océano de dudas que imposibilitan debates sustantivos de cara a una decisión sobre su voto.
Este mecanismo para direccionar la opinión pública, cuyo primer uso masivo es atribuido a Steve Bannon, asesor del expresidente estadounidense Donald Trump, desembarcó definitivamente en Chile de la mano de la profusa utilización de redes sociales y las pocas (o desconocidas) herramientas eficientes de verificación de datos.
El escándalo de Cambridge Analytica -la empresa fundada por Bannon que muchos aseguran marcó el inicio de varias intervenciones, entre ellas en las campañas a favor de Donald Trump, Jair Bolsonaro, Mauricio Macri y el Brexit- inauguró un nuevo modelo exitoso, aunque controvertido, de hacer campañas electorales con la ayuda de las plataformas digitales.
Se trataba básicamente de llenar la red de mentiras o versiones falsas de hechos reales a través de diarios digitales, medios controlados o influencers. Estas mentiras eran difundidas de manera coordinada por cuentas automatizadas o gestionadas por usuarios reales.
«Se entiende por fake news contenido periodístico falso subido por medios masivos o portales de prensa, no desde redes sociales (RRSS) personales, por lo tanto desde esa perspectiva no han existido como tal, aunque sí una poderosa campaña de desinformación», aclaró en charla con Télam Giglia Vaccani, periodista, investigadora y magister en gestión de comunidades digitales.
Los casos más resonantes en la campaña chilena son fotos trucadas en las que aparece el candidato de la izquierda, Gabriel Boric, participando del estallido social de 2019, y la presidenta de la Convención Constitucional, Elisa Loncón en una fiesta con otros constituyentes, recordó Vaccani.
En su opinión, la estrategia ha tenido efecto como «un dispensador de mentiras» que presiona la pauta periodística de los medios de prensa tradicional y fuerza estos temas en la agenda, en desmedro de un debate político de más altura, sobre propuestas concretas.
«Se trata del efecto ‘miente miente que algo queda’ cuya eficiencia quedó demostrada en las campañas de Donald Trump y Jair Bolsonaro», concluyó.
Una diferencia que marca la analista es que en Chile esta estrategia no fue generada por bots, como verificaron los laboratorios de escuelas de comunicaciones universitarias de las Universidades Católica, Diego Portales o Adolfo Ibáñez, además de Verifica Chile, Decodificador.cl, fake news y Birs, un buscador inteligente de redes sociales basado en ingeniería periodística, liderado por la propia Vaccani.
Consultada sobre cuál es el efecto real en las decisiones de voto de los ciudadanos, la experta señaló que por ahora «no logró el objetivo de movilizar más votantes», una variable central en un país donde desde 2012 la participación electoral no supera el 50%.
De cara al balotaje del domingo, la necesidad de movilizar a los que hace una década que no votan se volvió vital para ambos candidatos.
«En esta primera vuelta, la participación llegó al 47,6%. De cara al balotaje y usando nuestro motor verificamos que Twitter -donde Boric duplica los 530.00 seguidores del candidato de la ultraderecha José Antonio Kast- se instauró como la red del debate político y programático», explicó la periodista.
Facebook, en tanto, donde Kast casi duplica los 150.000 seguidores de Boric, sirvió como canal de convocatorias para las comunidades organizadas; mientras Instagram, en las que el líder de la ultraderecha reúne tiene dos tercios de los 633.000 seguidores de Boric, se usó como una especie de agenda de actividades de candidatos.
En la red social china TikTok, Kast logró que sus videos -a través de apariciones humorísticas- marcaran una diferencia y dominaran la agenda de los programas matinales, cuyo público constituye un nicho importante de posibles votantes sin un fuerte vínculo con la política.
Pero las campañas de fake news y desinformación trasciende la elección presidencial en Chile y se extiende a otras variables centrales de la coyuntura política chilena, como la Convención Constitucional.
Un estudio de la Universidad Católica de Valparaíso reveló la existencia de miles de cuentas que con regularidad se expresan de manera negativa sobre ese proceso y sobre todo su presidenta, Elisa Loncon, tanto por su condición de mujer como por ser mapuche.
Las falsas noticias y acusaciones sin fundamento también proliferan en los debates presidenciales transmitidos por la televisión y la radio.
Recientemente, Boric propuso a la Asociación Nacional de Televisión chilena implementar un sistema contra las fake news, tras ser objeto de una denuncia por acoso sexual en redes sociales.
Boric insistió en la necesidad de que el intercambio de ideas sea honesto y se den a conocer a la ciudadanía datos reales que contribuyan a informar y no lo contrario.
El objetivo -dijo- es «acabar con esta manera tramposa y deshonesta de hacer política, que sólo perjudica a la ciudadanía, al distorsionar una conversación tan necesaria para el futuro de nuestro país».