Actrices consagradas, bailarinas mediocres: el paso de Leticia Brédice y Griselda Siciliani por el «Bailando 2019»

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¿Leticia Brédice será expulsada esta noche del Súper Bailando 2019? La pregunta podría ser una más, porque esa circunstancia es parte de las reglas del certamen de baile de ShowMatch. Terminando la segunda ronda -la del pop latino- el peor puntaje histórico en el reality de famosos es el suyo, tras una fallida imitación de Maluma que fue calificada por propios y ajenos como «un papelón».

Brédice no está participando de Tu cara me suena, como lo hizo hace algunos años en Telefe. Confundida o mal asesorada, la mezcla de bailarina mediocre y actriz en el registro equivocado se mezclan en un cóctel que la puede llevar a la expulsión, salvo que el jurado -que la hundió primero- termine salvándola, en lo que sería una más de sus habituales contradicciones. O bien, que finalmente sea el público quien la rescate en el voto telefónico.

Como sea, la actriz se expone a ser el centro del bullying mediático del momento a expensas de una participación televisiva a la que dijo haber llegado «para poder pagar la factura del agua». Triste pero digno, el intento de Brédice de afrontar sus gastos gracias al cachet que le significa estar en el Bailando queda muy opacado por una participación donde estuvo todo el tiempo al borde del ridículo. ¿Con qué necesidad?

Pasaron ocho años desde un momento altísimo -como tuvo tantos otros antes- en la carrera de Leticia Brédice. Corría el año 2011 cuando su composición de Verónica San Martín, el personaje de El Elegido que quedó para siempre en la memoria colectiva, la llevaba al otro extremo de la mala prensa de la que goza hoy. Ocho años en los que trabajó, pero no tanto, en los que tal vez algunos ahorros se quemaron y no quedó otra que ir al Bailando a exponerse así.

Una escena de aquella telenovela protagonizada por Pablo Echarri y Paola Krum pasó a la historia: el personaje de Brédice cruzaba la calle, recibía el desbocado piropo del conductor de un automóvil y respondía indignada en una secuencia de antología que se viralizó en las redes como «El hit de Verónica San Martín». El personaje le valió a la actriz un Martín Fierro y un premio Tato. Un gran trabajo, entre los mejores. En las antípodas de su Maluma…

Salvando las distancias, el caso de Griselda Siciliani guarda un parecido con el de Brédice, en tanto y en cuánto cabe preguntarse, también, qué hace ahí la actriz que vive un momento fantástico en su carrera, está a punto de estrenar una obra de teatro y viene de personajes consagratorios, como aquel protagónico de Educando a Nina, en 2016.

Lo cierto es que la ex pareja de Adrián Suar es bailarina de base, porque así empezó su carrera en el under porteño. Pero en el certamen de Marcelo Tinelli parece llevar adelante coreografías que no descollan, lo que le ha valido a su coach, la talentosa Venesa García Millán, poner la cara por ella -quien prefiere no involucrarse tanto en las peleas mediáticas- para defenderla ante los villanos del jurado que tildan sus bailes de «vintage».

Se esperaba de Griselda alguna performance más destacada y virtuosa, pero  -aunque muy lejos de Brédice- no termina de convencer y acaba expuesta, también, al escarnio que su carrera no necesitaba. Y una vez más aparece la pregunta ¿para qué?.

Las dos actrices vinieron a engalanar el staff de famosos del certamen, en los 30 años del ciclo de Tinelli. Sus contratos -sobre todo el de Siciliani- son los más caros del programa y una vez más, como ha pasado históricamente en el ciclo, los participantes más cotizados no terminan siendo los más destacados en la pista, ni en el rebote mediático. Con más razón entonces, aunque el balance sea prematuro -no tanto en el caso de Brédice que está a punto de poder quedarse afuera- vale preguntarse cuánto terminan exponiéndose personajes consagrados en lo suyo, en pos de un reality que hace con ellas lo mismo que con cualquier otro participante. Claramente no es personal, aunque no hay nada que le guste más a los jurados de ShowMatch que tirar al fango el ego de los que pisan la pista, para lucimiento del propio.

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