Adiós a la silicona: "manotazos" para aumentar las lolas

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Una mujer tailandesa desarrolló una terapia con la cual asegura que puede aumentar el busto de las pacientes hasta dos talles, embellecer el rostro y elevar los glúteos a través de “manotazos”.

Según explicó la esitilista Khemmikka Na Songkhla, es una técnica que usaba su abuela, llamada Tobnom, que significa “Palmea pechos”.

Además del dolor que aparentemente causan las fuertes palmadas de la masajista, después por esa tunda las pacientes tienen que pagar una factura que oscila los 470 dólares en el caso de que la hayan recibido en el rostro, y de 1.500 dólares si se aplica en caderas o glúteos.

«El precio aumenta en las partes que necesitan más esfuerzo», explicó Khemmikka, de 54 años y quien aseguró que en el cuarto de siglo que se dedica profesionalmente a esta actividad, ha tratado a unos diez mil pacientes, muchos de ellos en su establecimiento de Bangkok.

Las terapias requieren un mínimo de cuatro sesiones de entre tres y veinte minutos cada una en días diferentes y los resultados, según la estilista, perduran durante uno y tres años.

Para Khemmikka, los manotazos y pellizcos consiguen modelar la fisonomía del cuerpo de una forma natural y más barata que una operación quirúrgica.

La especialista también ofrece realzar el busto de su clientela con un extraño baile en el que se mezclan movimientos sensuales, música pop y una letra con referencias eróticas.

Entre sus pacientes, la inmensa mayoría mujeres tailandesas y extranjeras, abundan aquellas que asisten a la primera sesión con una foto de actrices, modelos o damas famosas a las que se quieren parecer.

Durante el tratamiento, Khemmikka cachea y hasta golpea con los puños las carnes de su paciente siguiendo el ritmo marcado por canciones tailandesas o algún tema de Lady Gaga.

«Además de ayudarme a la concentración, la música y mi baile ayuda a que el paciente se relaje», indicó.

Antes de comenzar, los clientes deben firmar un contrato que detalla los resultados que se perseguirán con el tratamiento, que funcionará siempre y cuando la fisonomía de la clienta lo permita.

Khemmikka reveló que enseñó su exclusiva técnica a tres personas a las que le hizo firmar un contrato para que no lo puedan enseñar a otros “hasta que no hagan méritos en su trabajo”.

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