Después de 4 años, cuando arrancó el debate en el Congreso de la Nación, la estación espacial china emplazada en Neuquén continúa envuelta en un manto de misterio y secretismo. Desde un comienzo, los refractarios al proyecto advirtieron sobre las posibles vulnerabilidades que implicaba para la defensa nacional el opaco acuerdo rubricado entre el gigante asiático y el gobierno de Cristina Kirchner.
El paso del tiempo no hizo desaparecer las suspicacias. Según un exhaustivo informe periodístico de la agencia Reuters, la base científica ubicada a 40 minutos de automóvil de Las Lajas -una pequeña ciudad de 7.000 habitantes- se trata de una «caja negra» que carece de supervisión por parte del Estado argentino.
El diagnóstico es en base a cientos de páginas documentales aportadas por el gobierno nacional y revisadas por expertos en derecho internacional.
Uno de los sitios clave de la estación china es su centro de visitantes. Cuando se proyectó, su propósito era explicar la función de su poderosa antena de 16 pisos. El centro ahora está construido detrás de una cerca de alambre de púas de 2,5 metros de alto que rodea todo el complejo de la estación espacial. Las visitas son sólo con cita previa.
Inmerso en un halo de misterio, el complejo genera preocupación entre los residentes locales, alimentó teorías conspirativas y ocasionó la inquietud en el gobierno de Donald Trump sobre su verdadero fin. Así lo acreditan docenas de vecinos, funcionarios argentinos actuales y anteriores, funcionarios estadounidenses, especialistas en satélites y astronomía y expertos legales consultados por Reuters.
El objetivo declarado de la estación es la observación y exploración espacial pacífica. En China aseguran que tuvo un papel clave el pasado enero, cuando se produjo un aterrizaje pionero de una nave espacial de ese país en el lado oscuro de la Luna.
Sin embargo, según la ex ministra de Relaciones Exteriores del presidente Mauricio Macri, Susana Malcorra, el Estado argentino no supervisa las operaciones de la estación.
En 2016, Malcorra revisó el acuerdo de la estación espacial de China para incluir una estipulación de que sería sólo para uso civil. Ese entendimiento obliga al país asiático a informar sus actividades en la estación, pero no proporciona ningún mecanismo de cumplimiento para que las autoridades garanticen que no se está usando con fines militares, dijeron los expertos en derecho internacional.
«Realmente no importa lo que dice en el contrato o en el acuerdo», dijo Juan Uriburu, un abogado argentino que trabajó en dos grandes sociedades conjuntas de Argentina y China. «¿Cómo te asegurás de que cumplan con las reglas?».
«Diría que, dado que uno de los actores involucrados en los acuerdos informa directamente al ejército chino, es al menos intrigante ver que el Gobierno argentino no abordó este tema con mayor especificidad», dijo.
El programa espacial de China está dirigido por su ejército, el Ejército Popular de Liberación (EPL). La estación patagónica es administrada por el Control General de Seguimiento y Lanzamiento de Satélites de China (CLTC), que informa a la Fuerza de Apoyo Estratégico del EPL.
Pekín insiste en que su programa espacial tiene fines pacíficos y su Ministerio de Relaciones Exteriores en un comunicado destacó que la estación argentina es solo para uso civil. Dijo que la estación estaba abierta al público y a los medios de comunicación. «Las sospechas de algunos individuos tienen motivos ocultos», dijeron desde la diplomacia china.
Consultado sobre cómo garantiza que la estación no se use para fines militares, la Comisión Nacional de Actividades Espaciales (CONAE) advirtió que el acuerdo entre los dos países manifestó su compromiso con el «uso pacífico» del proyecto.
Esa agencia espacial aseguró también que las emisiones de radio de la estación también fueron monitoreadas, pero los expertos de radioastronomía dijeron que los chinos podrían ocultar fácilmente los datos ilícitos en estas transmisiones o agregar canales encriptados a las frecuencias acordadas con Argentina.
La agencia argentina señaló que no tenía personal con base permanente en la estación, pero que hicieron viajes «periódicos» allí. No especificó con qué frecuencia.
Preocupaciones por espionaje
Estados Unidos estuvo preocupado por lo que ve como la estrategia de China para «militarizar» el espacio, según un funcionario de Estados Unidos, quien agregó que había razones para ser escépticos ante la insistencia de Pekín en que la base era estrictamente para la exploración.
«La estación terrestre de la Patagonia, acordada en secreto por un Gobierno corrupto y financieramente vulnerable hace una década, es otro ejemplo de acuerdos chinos opacos y depredadores que socavan la soberanía de las naciones anfitrionas», dijo Garrett Marquis, portavoz del Consejo de Seguridad Nacional de la Casa Blanca.
Algunos expertos en radioastronomía plantearon que las inquietudes norteamericanas sobre espionaje eran exageradas y que la estación era probablemente lo que se anunciaba, una empresa científica con Argentina, incluso si el disco de 35 metros de diámetro de la estación podía espiar satélites extranjeros.
Tony Beasley, director del Observatorio Nacional de Radioastronomía de Estados Unidos, planteó que la estación podría, en teoría, «escuchar» los satélites de otros gobiernos y que podría recoger datos confidenciales. Pero ese tipo de escucha se podría hacer con equipos mucho menos sofisticados.
«Cualquiera puede hacer eso. Básicamente, puedo hacer eso con un plato en mi patio trasero», dijo Beasley. «No sé si hay algo particularmente siniestro o preocupante sobre cualquier parte de la red de radio espacial de China en Argentina».
Los funcionarios argentinos han defendido la estación china con el argumento de que el acuerdo con China no es diferente del firmado con la Agencia Espacial Europea (ESA), que construyó una estación en una provincia vecina. Ambos tienen contratos de arrendamiento libres de impuestos por 50 años. Los científicos argentinos tienen acceso al 10% del tiempo de antena en ambas estaciones, según se desprende del compromiso firmado.
Los expertos en derecho que revisaron los documentos dijeron que hay una diferencia notable: la ESA es una agencia civil, mientras que el CLTC reporta a los mandos militares chinos.
«Todos los Gobiernos de la ESA juegan según las reglas democráticas», dijo Uriburu. «El partido no es el Estado. Pero ese no es el caso en China. El partido es el Estado».
En Estados Unidos, la NASA, como la ESA, es una agencia civil, mientras que los militares de los Estados Unidos tienen su propio comando espacial para misiones militares o de seguridad nacional. En algunos casos, la NASA y el ejército han colaborado, dijo Jonathan McDowell, un astrónomo del Centro de Astrofísica Harvard-Smithsonian.
«La línea se difumina a veces», dijo. «Pero esa es la excepción».
En Las Lajas no desaparecen el desconcierto y las sospechas. «Estas personas no permiten el acceso, no lo dejan ver», dijo Alfredo Garrido, un comerciante de 51 años. «Mi opinión es que no es una base de investigación científica, sino una base militar china», agregó.
Entre las teorías de conspiración más salvajes que los reporteros escucharon durante un viaje de dos días a la ciudad se destaca una: que la base estaba siendo utilizada para construir una bomba atómica.
El camino de Las Lajas a la estación espacial es árido y polvoriento. No hay señales que indiquen la existencia de la estación. La amplia antena es repentinamente visible después de una curva en el camino de grava de la vía principal. El inmenso disco es el único signo de vida humana en kilómetros a la redonda.
La estación entró en funcionamiento en abril del año pasado. Treinta empleados chinos trabajan y viven en el lugar, que no emplea a locales, según la alcaldesa de Las Lajas, María Espinosa, que añadió que la estación ha sido buena para la economía local.
Espinosa relató que alquiló su casa a los trabajadores de la estación espacial china antes de que se mudaran a la base, y que ella misma había visitado el sitio ocho veces.
Otros habitantes de Las Lajas destacaron que rara vez ven a alguien de la estación en la ciudad, excepto cuando el personal hace un viaje ocasional a su supermercado chino.
Reuters solicitó acceso a la estación a través de CONAE, el Gobierno provincial y la embajada de China. CONAE dijo que no pudo aprobar una visita de Reuters a corto plazo, pero que estaba planeando una para los medios de comunicación.
El organismo agregó que estudiantes de pueblos cercanos ya han visitado el recinto.
Cuando el Congreso debatió la estación espacial en 2015, durante la presidencia de Cristina Kirchner, los legisladores de la oposición cuestionaron por qué no se estipulaba que fuera solo para uso civil. No obstante, el Congreso aprobó el trato.
Cuando Macri asumió el cargo en 2015, ordenó una revisión de una serie de acuerdos que la ex mandataria y senadora había firmado con China. Le preocupaba que el acuerdo de la estación espacial no dijera explícitamente que debería ser sólo para uso civil, según Malcorra. La ex funcionaria dijo que estaba limitada en su capacidad para revisar el acuerdo porque ya había sido firmado por el gobierno anterior.
Los chinos, finalmente, acordaron incluir la adenda exigida. «Esto fue algo que solicité para asegurarme de que no hubiera ninguna duda o ninguna agenda oculta de ningún lado aquí, y que nuestra gente sabía que habíamos hecho esto», dijo Marlcorra desde su casa en España.
Pero el compromiso se quedó corto en un punto clave: la supervisión. «No había forma de que pudiéramos hacerlo después del nivel de reconocimiento que este acuerdo tuvo por nuestra parte. Esto fue reconocido, aceptado y aprobado por el Congreso», dijo Malcorra.
«Hubiera escrito el acuerdo de otra manera», agregó. «Tendría cláusulas que articulan el acceso a la supervisión». Malcorra dijo que confiaba en que Argentina podría acercarse a China por «garantías» si alguna vez existían dudas sobre las actividades en la estación. Cuando se le preguntó cómo sabría Argentina sobre esas actividades, dijo: «Habrá algunas personas que nos lo dirán, no se preocupen».
Registro de visitantes
La opacidad de las operaciones de la estación y la renuencia de los funcionarios argentinos a hablar sobre esto hace que sea difícil determinar con precisión quién ha visitado el complejo.
Un funcionario del Gobierno provincial proporcionó una lista de periodistas locales que habían recorrido las instalaciones. Un número de ellos parecía haber visitado la estación un solo día, en febrero de 2017, 14 meses antes de que se pusiera en funcionamiento, según mostró una revisión de sus historias y publicaciones en redes sociales.
Algunos vecinos de la zona estuvieron allí. Por ejemplo, el residente Matías Uran, de 24 años, dijo que su hermana estaba entre un grupo de estudiantes que la visitaron el año pasado. Vieron un comedor y una sala de juegos.
Tal vez el caso más llamativo sea el de Alberto Hugo Amarilla, de 60 años, quien dirige un pequeño hotel en Las Lajas. El hombre recordó una cena a la que asistió poco después de que comenzó la construcción en el sitio. Allí, dijo, un funcionario chino que estaba en la ciudad para visitar el sitio lo recibió con entusiasmo. Sus compañeros invitados a la cena le dijeron que este hombre se había enterado de que Amarilla era un oficial retirado del Ejército.
El entusiasmado funcionario, le dijeron, era un general chino.
* El reporte de la agencia Reuters fue elaborado por Dave Sherwood en Santiago, Matt Spetalnick, Mark Hosenball y Phil Stewart en Washington, Joey Roulette en Orlando y Michael Martina en Pekín. Fue editado en español por Nicolás Misculin.